14 mayo, 2013

Bangladesh debería adoptar los principios de la libertad económica


Durante las dos últimas semanas, el mundo ha contemplado estupefacto y horrorizado cómo eran sacados los cuerpos aplastados de los trabajadores bangladesíes de entre los escombros de una fábrica textil. Hasta este momento, han muerto más de 1,100 personas.
Hasta ahora, gran parte de la culpa se ha dirigido hacia el propietario de la fábrica, que ignoró los evidentes problemas estructurales de la misma y continuó con la producción a pesar de las órdenes de evacuación de las autoridades locales. Sin embargo, parte de esa culpa debería recaer también sobre esas mismas autoridades. El hecho de que el edificio fuera construido ilegalmente, con tres plantas añadidas a un edificio de cinco plantas, hace que parte de la culpa recaiga directamente sobre los reguladores y la ineficacia extrema de la burocracia bangladesí.


Según el Informe Doing Business del Banco Mundial, que mide las dificultades para abrir y dirigir una empresa en todo el mundo, Bangladesh tiene una mala clasificación en el indicador de “Resolución de permisos de construcción”. En 2013, Bangladesh se situó en el puesto 83 a nivel mundial en cuanto a facilidad para la obtención de un permiso de construcción. Lo más problemático es la enorme dificultad que para la obtención de un permiso de construcción supone la burocracia que rige la Autoridad de Desarrollo Urbano. Según el Banco Mundial, hacen falta más de 100 días y un costo superior a $375, es decir, los ingresos de casi tres meses de trabajo para el bangladesí promedio.
Unos límites tan excesivos a la libertad de empresa motivan que los propietarios y empresarios ignoren o incumplan la ley. Las elevadas cargas de entrada, como cuotas y papeleo, desmotivan a la gente y a las empresas para obtener los permisos adecuados y registrar sus empresas y proyectos constructivos. Si la concesión de permisos de construcción fuese más sencilla, quizás el propietario de la fábrica derrumbada habría solicitado un permiso, impidiendo de este modo las infracciones del código de edificación que condujeron al desplome del edificio.
Si las autoridades bangladesíes quieren realmente prevenir otra tragedia como la ocurrida en el Rana Plaza, deberían adoptar las libertades de empresa y económica. Mediante unas regulaciones eficientes, Bangladesh podría haber salvado las vidas de algunos de los trabajadores de los talleres textiles de Rana. En cambio, eligió llenar los bolsillos de los burócratas.

No hay comentarios.: