13 mayo, 2013

Bengasi: Buscando la verdad, exponiendo el fracaso y saludando el heroísmo


La sesión de declaraciones sobre los sucesos de Bengasi celebrada el pasado día 8 de mayo en el Comité de Supervisión y Reforma del Gobierno de la Cámara les proporcionó a los americanos el primer relato público por parte de un testigo ocular de los hechos acaecidos en Libia el 11 de septiembre de 2012.
Gregory Hicks, el anterior número dos de la embajada de Estados Unidos en Trípoli, relató a los miembros del comité lo ocurrido aquella fatídica noche. El testimonio de los testigos fue absolutamente apasionante, extraordinario y muy emotivo. Aunque parte de ese relato ya había sido hecho público, oírlo en directo fue algo realmente trágico.


Y por increíble que parezca, ocho meses han hecho falta para que tuvieran lugar estas declaraciones. El mérito corresponde al gran coraje demostrado por los tres testigos: Hicks, Mark Thompson (que dirige el Equipo de Respaldo para Emergencias en el Extranjero del Departamento de Estado, el FEST) y Eric Nordstrom, exresponsable de seguridad para la región de Medio Oriente. Y también corresponde parte del mérito a la persistencia del presidente del comité, Darrell Issa (R-CA), por arrojar luz sobre el atentado terrorista que les costó la vida a cuatro valientes americanos, incluido el embajador Christopher Stevens.
Lo más impresionante fueron los evidentes contrastes contenidos en los testimonios. El testimonio de primera mano de Hicks muestra tanto las evidentes deficiencias de la respuesta de Washington como el heroico empeño de los miembros de la embajada y de los equipos de la CIA que se hallaban en Libia. Dos aspectos de este caso que se deberían seguir explorando.
Dentro de los testimonios resaltó el hecho de que nadie, desde el embajador Stevens hasta el último miembro del escalafón, interpretó en modo alguno el ataque como parte de una manifestación. Hicks contó cómo recibió dos llamadas a su teléfono celular de parte de Stevens. Cuando ambos consiguieron establecer contacto, Stevens le dijo: “Greg, nos están atacando”. Sin duda, una expresión nada ambigua.
También resultó sorprendente conocer que el hospital al que se trasladó el cuerpo de Stevens tras el atentado contra el consulado de Bengasi estaba controlado por el grupo responsable de dicho atentado, Ansar al Sharia. Esto contradice por completo las declaraciones hechas al pueblo americano por la secretaria de Estado Hillary Clinton.
También resultó trágico oír por parte de Hicks la frustración del equipo de respuesta rápida, que estaba preparado para ser desplegado en Bengasi y ayudar a sus compatriotas que estaban siendo atacados. El equipo de respuesta rápida estaba listo pero se le comunicó que se retirara. De hecho, sus miembros “se enfurecieron” porque se les dijo que no acudieran a Bengasi.
Mientras, en Washington, Clinton necesitó hasta las 2:00 de la madrugada para llamar a Trípoli y preguntar qué estaba pasando. Por su parte, Thompson testificó que el equipo del FEST, creado explícitamente para tales emergencias, fue apartado de la acción y de la planificación de la respuesta.
Pero por encima de todo, lo que quedó patente fue la sensación de soledad que experimentó el personal de Estados Unidos en Libia.

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