El
desembarco de Nicolás Maduro en Bolivia no sólo fue acompañado de
múltiples muestras de genuflexión del régimen de Evo Morales, sino
también del anuncio -lanzado desde Caracas por el ministro de
comunicación Ernesto Villegas- sobre el convenio que suscribirán ambos
mandatarios para la creación de un sistema de medios del ALBA.
Según especificó el “comisario mediático” venezolano,
el plan comenzará con la implementación de una red regional de radios
que permitirá “el intercambio de contenidos”.
Posteriormente, “queremos expandir eso a otros ámbitos de la comunicación”, añadió.
En los últimos años, los gobiernos del bloque
chavista pusieron en práctica una política de control de medios, a
través de la creación de centenares de radios estatales, canales y
diarios en papel o digitales, estrategia que ha sido acompañada por la
compra de medios privados y por las amenazas y la judicialización a los
órganos de prensa que se empeñan en permanecer independientes.
Ahora, evidentemente se plantea una nueva etapa en
esa estrategia, consistente en la “continentalización” del sistema de
medios del ALBA.
Estamos ante una fase avanzada, imperial, en la
construcción de la “dictadura mediática” del bloque. La expresión fue
acuñada por el analista Andrés Oppenheimer, quien opina que “existe un grave peligro de una dictadura mediática en América Latina. Pero
quienes están al frente de ella son los presidentes populistas
autoritarios que están construyendo formidables imperios de medios
gubernamentales, mientras silencian a sus críticos”.
Añade Oppenheimer que “Según un documento oficial del
gobierno venezolano que se filtró a la prensa, el 52% de los medios
impresos y electrónicos de Venezuela está bajo el control del gobierno o
en manos de sus amigos. Y los pocos canales de TV privados que quedan
están obligados a emitir las cadenas del presidente”.
En Bolivia, el periodista Humberto Vacaflor estima que el 60% de los medios están bajo influencia gubernamental.
En días pasados, vimos una profusa
cobertura de los medios estatales hacia lo que todas luces es el
lanzamiento de la campaña presidencial de Evo Morales para el 2014, algo que sólo puede ser calificado de burdo “ventajismo electoral”.
Claro está que estos regímenes redoblan la táctica
del control mediático precisamente en momentos en que crece la
desaprobación popular, como un recurso para frenar o contener la ola
crítica en la ciudadanía. ¿Les bastará con eso?
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