19 mayo, 2013

¿Dónde quedaron los principios de libre mercado de los republicanos?

por David Boaz

David Boaz es Vicepresidente Ejecutivo del Cato Institute.
Es de esperarse que los demócratas acusen al ex empresario Mitt Romney de “poner sus ganancias por encima de la gente —ganándose varios millones de dólares sin importar la forma o a quien afectara”, tal como lo hizo el vocero del Comité Nacional Demócrata Brad Woodhouse al sacar un nuevo video en Internet.
Pero es triste ver la ignorancia económica que han mostrado los rivales republicanos de Mitt Romney. Rick Tyler, quien por mucho tiempo ha sido la mano derecha de Newt Gingrich y quien ahora ha puesto en marcha un super PAC a favor de él, , expresando que, “Su éxito como empresario viene de saquear y destruir negocios —dejando a gente sin trabajo y robando su seguro de salud”. La publicidad del PAC califica a Romney de “depredador y saqueador de negocios”.

El mismo Gingrich dice que el trabajo de Romney de comprar y vender compañías en la firma de inversión Bain Capital podría compararse con “gente rica que halla una forma astuta de saquear una compañía por la vía legal”.
Rick Perry difundió anuncios de televisión en Iowa diciendo que Romney “hizo millones comprando compañías y despidiendo trabajadores”.
De alguna manera, los candidatos del partido cuyo discurso es defender la libre empresa y el dinamismo económico, están luchado contra el cambio económico en acción.
En una economía en crecimiento, las empresas prosperan o quiebran todos los días. La tecnología cambia. El gusto de los consumidores cambia. Nuevos competidores ofrecen mejores productos a un mejor precio. El costo de la materia prima o de la mano de obra sube. Algunas compañías simplemente no son viables y algunas inversiones resultan haber sido equivocadas.
De eso se trata la “destrucción creativa” de la economía de mercado. Las empresas buscan constantemente servir mejor a sus consumidores. Y muy a menudo el éxito de una significa el fracaso de otras empresas. Usualmente los fabricantes de productos obsoletos quiebran. Se pierden trabajos e inversiones, pero, ¿cuál es la alternativa? ¿Debemos mantener en funcionamiento a las empresas que alguna vez fabricaron carrozas tiradas a caballo, gramófonos y reglas de cálculo? No, debemos entender que el proceso de cambio económico nos conviene, a pesar del dolor a corto plazo que podrían sufrir los propietarios y empleados de empresas en bancarrota.
Los republicanos deberían saber todo esto. Es por ello que proclaman su devoción por el libre mercado y se oponen a la política industrial, a los subsidios estatales, a los salvatajes y demás esquemas que anulan el proceso del mercado y mantienen en funcionamiento a empresas que ya no satisfacen las necesidades de sus consumidores.
Sin embargo, cuando un empresario se lanza como candidato, se olvidan de todo eso. Los republicanos se dejan llevar por las mismas declaraciones sobre las prácticas comerciales que hacen los demócratas.
Recordemos la campaña del 2008 cuando Romney se lanzó por primera vez para presidente. Durante un debate de los republicanos en la Biblioteca Ronald Reagan el 3 de mayo del 2007, el senador John Mc Cain ridiculizó la capacidad de liderazgo de Romney diciendo, “Yo me dejo llevar… por el patriotismo, no por el dinero”.
Hay muchas críticas válidas sobre Mitt Romney. Su reforma de salud en Massachussets sirvió de modelo para la reforma nacional del Presidente Obama. Nadie sabe si lo que realmente piensa sobre el aborto y el matrimonio entre personas del mismo sexo luego del cambio dramático de posición a la edad de 57 cuando se lanzó para presidente. Propone incrementar en $2 billones el gasto militar. Muchos de sus asesores de política exterior fueron responsables de involucrarnos en la desastrosa guerra de Irak.
Pero el hecho que varias veces haya tenido que cerrar empresas y despedir trabajadores no es razón válida para criticarlo. No tendríamos empresas nuevas como Staples, Domino’s, Bright Horizons y Sports Authority —compañías que Romney ayudó a financiar y a hacer crecer en Bain Capital— si el capital de inversiones estaba limitado a compañías existentes.
Y muchas veces, como demostrara la película “Other People’s Money(El dinero de los demás), se necesita de un “depredador y saqueador de negocios” para sacudir a una empresa, moviendo la tierra, el trabajo y el capital a lugares donde podrían ser más productivos.
Los republicanos deberían dejar de atacar a Romney por su desempeño en el dinámico proceso del mercado y usar su tiempo en explicar cómo podrían limitar el tamaño del Estado y mejorar las condiciones para los negocios y para el crecimiento económico.

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