07 mayo, 2013

Dos Méxicos emergentes



Dos Méxicos emergentes

  
Allende las intenciones de Obama en su elocuente discurso en el Museo de Antropología, es destacable la claridad con la que describe la parte positiva del México emergente; sin embargo, excluye del discurso su lado oscuro, cuya capacidad destructiva es desmedida.

Obama, acertadamente nos describe como una nación en reconstrucción. Habla del desarrollo de nuevas industrias en México, de nuestra capacidad innovadora y de competencia en el mercado mundial. Destaca el desarrollo de una sociedad civil más organizada, capaz de apoyar al prójimo, luchar por los derechos humanos y alertar contra la impunidad y resalta nuestra creciente democracia.


Además, llama a los jóvenes a apoderarse de su destino y el del país. Los ubica en “la intersección descrita por Paz: los que respetan su herencia, pero también son parte de algo nuevo. Es el espíritu de la juventud y su voluntad por deshacerse de viejos hábitos lo que guiará al mundo hacia delante”.

Pero Obama omite dos elementos. Primero, la desatención histórica justamente al sector que considera clave: los jóvenes. Estos representan 27% de la población total pero, según INEGI, sólo alrededor de 25% de ellos tienen acceso a la universidad. La falta de oferta educativa es real. Los jóvenes tienen poca educación (10 años promedio), de mala calidad y pocas opciones de trabajo o capacitación al terminar sus estudios.

La deserción se dispara al terminar secundaria y hay pocas herramientas para evitarlo. El desempleo juvenil es el más elevado. Nadie los contrata y hace seis años que se les criminaliza, encarcela y combate en vez de atenderlos. 

El discurso oficial cambió y se esperan nuevas acciones pero el proceso de atención es de lento impacto mientras la velocidad del deterioro es vertiginosa. La convivencia en zonas urbanas desordenadas, la conectividad tecnológica, aunadas a la impulsividad natural de ese grupo social, hace que el contagio y multiplicación de las malas opciones sea muy ágil, principalmente por la ausencia de alternativas positivas e instituciones de contención.

En segundo lugar, con la misma audacia y fuerza con la que se desarrolla el lado luminoso de la emergencia social, crece su lado funesto. El crimen organizado es la oscura materialización de todas las cualidades mencionadas por Obama: 

Adaptación tecnológica, innovación, capacidad empresarial, detección y desarrollo de mercados, ambición, sistemas de financiamiento sofisticados, intercambio comercial internacional, competitividad y cooperación sociedad-Estado en su peor expresión, corrupción e impunidad. 

Estos elementos se combinan en negocios de alta rentabilidad como la venta de droga o la trata que crecen a un elevado costo social.

Los muertos se acumulan y en su mayoría son jóvenes. Las instituciones, tanto federales como locales, son muy débiles y a expensas de los criminales, su reconstrucción es cada vez más cara y difícil. Con la ilegalidad de las drogas y las restricciones migratorias, la rentabilidad de estos mercados hace exorbitante el costo de la reconstrucción del Estado.

Obama reconoce la corresponsabilidad estadunidense y empuja su reforma migratoria pero rechaza regularizar la droga. Prefiere gastar millones de dólares en instituciones débiles y cooptadas en México y Centroamérica antes que revertir ese costoso dogma. 

Garantizamos miles de muertos más y un arduo trabajo de reconstrucción institucional porque el punto neurálgico para financiar la guerra y el debilitamiento del Estado queda intacto

No hay comentarios.: