El fin de los milagros para América Latina
Por Manuel
Hinds
Entre 1993 y
2002 hubo una caída de los precios de los productos primarios, que son los que
tienen poco valor agregado y que representan la mayor parte de las
exportaciones de América Latina (con algunas excepciones, como México y El
Salvador, que exportan más productos industriales que primarios). Esto causó
una caída en el crecimiento de la región. Como es muy común, la gente atribuyó
la caída a lo primero que se les ocurrió. Esto fue que el mercado libre había
fracasado en América Latina.
Esa idea se
puso de moda, impulsando a los nuevos líderes del Socialismo del Siglo XXI a
proponer una serie de ideas vagas basadas en una mayor intervención estatal en
la economía. Así subieron al poder Lula en Brasil, Chávez en Venezuela, los
Kirchner en Argentina, Evo Morales en Bolivia, Correa en Ecuador y Ortega en
Nicaragua. Estos gobiernos comenzaron a dar subsidios a diestro y siniestro
erogando enormes cantidades en gastos corrientes y descuidando las inversiones
en infraestructura, que son indispensables para crecer.
Entonces
sucedió una cosa extraordinaria, producto de la pura suerte: Estados Unidos
comenzó a consumir más de lo que producía, con lo que sus importaciones
subieron enormemente, con lo que China y otros países comenzaron a aumentar sus
exportaciones de bienes industriales a Estados Unidos, con lo que sus
importaciones de productos primarios para convertirlos en bienes industriales
subieron rápidamente.
En el proceso,
los precios de todos los productos primarios entraron en un gran boom,
creciendo a tasas extraordinarias. Como todos los países del Socialismo del
Siglo XXI son principalmente exportadores de productos primarios, sus
exportaciones crecieron muy rápidamente, causando booms en las economías
domésticas de esos países. Era pura casualidad, pero los nuevos gobiernos se
echaron la gloria de las tasas más altas de crecimiento, como si eran el
resultado de sus propias políticas. Decir que Brasil y otros exportadores de
productos primarios iban a ser los motores de la economía mundial se puso de
gran moda.
Hubimos muchos
que repetimos hasta la saciedad que no había nada nuevo en el alto crecimiento
de estos países. A través de la historia han crecido cuando los precios de los
productos primarios han subido, y se han contraído cuando estos precios han
bajado. Pero la moda es la moda y la evidencia de que está equivocada no la
cambia.
Ahora Estados
Unidos ha bajado el ritmo al que gasta más de lo que produce y los precios de
los productos primarios han comenzado a bajar. Con ellos, la tasa de
crecimiento de los países que los exportan han comenzado a bajar también.
Argentina tiene una escasez de dólares tan grave que tiene hasta perros en las
aduanas para que olfateen dólares que la gente pueda estar sacando del país.
Venezuela está en franca crisis económica. Brasil, que iba a ser el motor de la
economía mundial, casi no creció en 2012 y este año no va a crecer tampoco.
Ahora el objeto
de admiración es México, que antes fue despreciado porque mantuvo políticas
prudentes mientras los demás se desbocaban pero que, por tener una economía más
moderna (exporta principalmente bienes industriales) creció menos durante el
boom. Todavía está de moda decir que la democracia y el mercado libre no
funcionan en América Latina. Pero ya mucha gente está descubriendo lo obvio:
que menos funcionan las políticas económicas de Lula, Chávez y los Kirchner. En
la prensa internacional ya hay muchos que ya volvieron a descubrir que el
crecimiento de estos países era pura suerte. Como en un reciente artículo del
Financial Times, ya están refiriéndose a las políticas de financiamiento y
subsidios gubernamentales como "los excesos de Lula". Estos excesos,
cometidos en todos los países que se alinearon a la filosofía del gasto
desaforado, ya se están convirtiendo en serios problemas económicos y
políticos. Llegó el tiempo de pagar los platos rotos en la francachela de los
últimos años.
El autor es Máster en Economía, Northwestern
University y columnista de El Diario de Hoy.
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