14 mayo, 2013

El “pan nuestro” de cada día

Martín Espinosa

El “pan nuestro” de cada día
Un día sí y otro también, los habitantes del Valle de México somos testigos de accidentes vehiculares que ocurren por las cinco entradas que tiene el Distrito Federal y en los que se ven involucrados transportes de carga. Cuando no vuelcan tráileres en la México-Querétaro ocurre en la México-Pachuca o en la entrada de Cuernavaca o Puebla y, con mayor frecuencia, en la México-Toluca.


Aún recuerdo las “promesas” que hiciera la anterior administración federal, tras la muerte de seis universitarios de la UNAM a mediados de abril del año pasado en la autopista a Toluca, cuando un autobús de la Facultad de Economía fue embestido por un tráiler de doble remolque en el kilómetro 41, a la altura del municipio de Ocoyoacac, Estado de México.
El entonces secretario de Comunicaciones y Transportes, Dionisio Pérez-Jácome Friscione, hoy flamante representante de nuestro país ante la OCDE, prometió —en medio del dolor de la comunidad universitaria por la pérdida de la vida de jóvenes que iban de prácticas a la Termoeléctrica de Michoacán— revisar por qué había tantos accidentes en esa vía tan transitada. Todo quedó en eso, en “promesas” de mejorar la infraestructura carretera, cosa que nunca ocurrió. Los accidentes siguen sucediendo a pesar de que no “llamen la atención” del gobierno porque, por fortuna, no siempre causan tantos muertos. Acabamos de vivir, hace exactamente una semana, otra tragedia de lamentables consecuencias en otra autopista que llega al centro del país: la México-Pachuca. Y las causas siguen siendo las mismas: la conducción, a exceso de velocidad, de tráileres de doble remolque a quienes la autoridad parece no poder meter en orden. Ahora el saldo fue de 24 muertos y decenas de heridos de la comunidad de San Pedro Xalostoc, municipio de Ecatepec, al que muchos llaman ya el municipio de las “desgracias”, por la gran cantidad de problemas e inseguridad que enfrentan a diario sus habitantes.
Si bien el resultado trágico de los percances es provocado por muchos factores que confluyen a la hora de que ocurren (proliferación de viviendas a los lados de las autopistas, falta de urbanización, pésimos señalamientos y mal estado del transporte), la mayoría de las veces el exceso en el peso de la carga y la velocidad con la que son conducidos provoca que a diario se pierdan muchas horas-hombre debido a las afectaciones en el traslado de las personas que provocan las volcaduras y choques en los que este tipo de transporte se ve involucrado.
Un estudio dado a conocer en mayo de 2012 por la Asociación Mexicana de Ingeniería de Transportes (AMIT) advierte que, aunque los tráileres con doble remolque representan sólo 0.8% del total de los vehículos de carga en el país, son 32 veces más peligrosos que los de articulación simple. Los llamados transportes “full” se ven involucrados en promedio en mil cinco accidentes cada año. Es decir, 319 percances por cada mil vehículos. En el país se calcula que existen tres mil 150 camiones de este tipo. Aunado a ello, sobresale la falta de capacitación y cultura vial así como bajos salarios entre los choferes, pésimo mantenimiento de las unidades y el “desmantelamiento” de las áreas gubernamentales encargadas de la vigilancia y la supervisión al transporte de carga.
Ojalá no tengamos que esperar otra tragedia de dimensiones similares o mayores a la del martes pasado para que se cumpla la nueva promesa que ha hecho el actual Secretario de Comunicaciones y Transportes del gobierno federal, Gerardo Ruiz Esparza, en el sentido de que “se revisará y modificará” la Norma Oficial Mexicana 012, relativa a los pesos y medidas del transporte público de carga, a fin de reducir el tonelaje de las unidades que transportan materiales peligrosos por las carreteras del país.

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