16 mayo, 2013

Guatemala: Linchamiento del siglo


Guatemala: Linchamiento del siglo

Por José Raúl González Merlo
Rios-Montt






El resultado del “juicio del siglo” fue el esperado. El general Ríos Montt fue condenado sumariamente en primera instancia. Los titulares le dieron la vuelta al mundo: los guatemaltecos somos, por el momento, genocidas. Los más ingenuos todavía creen que ahora sí ya nos podemos reconciliar. Quizás lo creen porque no han leído lo que está proponiendo ahora el Movimiento Sindical Indígena y Campesino en su comunicado alusivo a la condena. Entre otras cosas, solicitan al MP que “se deduzcan responsabilidades hacia aquellos que se beneficiaron económicamente de estos hechos delictivos”.


Para los que se sienten triunfadores, está claro que uno no se “reconcilia” desde una posición de ventaja; al contrario, es el momento para seguir lucrando del conflicto y terminar de ganar la guerra por los mismos medios.
Así que el “juicio del siglo” ha servido menos para la paz y más como punto de apoyo a un nuevo conflicto. Peor aún, el juicio más relevante de nuestra historia, el que “ponía a prueba el sistema de justicia”, se condujo a toda velocidad y “saltándose las trancas” legales, como se dice en buen chapín. Y cuando, finalmente, fue el turno del general para exponer su propia defensa, el tribunal hasta le impidió auxiliarse con documentos escritos. Tenía que dar su declaración “de memoria” —como le ordenó la jueza—.
Ningún abogado me ha logrado explicar, todavía, la base legal para que a un acusado de 87 años se le niegue el auxilio de documentos escritos durante su defensa y se le obligue a declarar “de memoria”. Un pequeño detalle que representa, tan solo, la punta del iceberg de múltiples violaciones al derecho de defensa del procesado. Fue demasiado evidente que el tribunal necesitaba entregar esta condena a como diera lugar. Era la noticia que le daría la vuelta al mundo el fin de semana y que catapultaría la fama de los involucrados. Las arbitrariedades del proceso quedarían opacadas por tan espectacular condena. Sin embargo, ellas son tan evidentes que el fallo podría anularse en segunda instancia. Pero la apelación no provocará tanto interés mediático. En todo caso, ahora, serán los fiscales quienes buscarán retrasar el proceso. Se cambiarán los roles y esas tácticas dilatorias no serán “espurias” a los ojos de la “comunidad internacional” y de los “defensores de derechos humanos”.
Estando así las cosas, el “juicio del siglo” finalizó con el mismo cinismo con el que fue conducido por el tribunal durante poco más de un mes. De acuerdo con la nota de elPeriódico, luego de leída la sentencia, la porra comenzó a cantar y “al finalizar la canción alguien pidió con un grito una ovación para la jueza Barrios, que, emocionada, alzó los brazos en señal de agradecimiento por los aplausos... se sentó, encendió su micrófono, y pidió que se llevaran al acusado, que, ya en calidad de detenido, fue trasladado al Cuartel de Matamoros”. A esas alturas del partido, ya no era necesario fingir imparcialidad o profesionalismo, y la emoción traicionó a la juzgadora. Un vergonzoso epitafio para el linchamiento del siglo.

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