14 mayo, 2013

Libertad económica: El secreto del éxito de las naciones


A menudo es fácil olvidar en qué punto del camino que estamos recorriendo nos encontramos. En Estados Unidos, los cimientos de nuestra sociedad y la fuente de nuestra riqueza y prosperidad están firmemente enraizados en los principios de la libertad económica. Los mercados son la fuerza más poderosa del mundo para derrotar a la pobreza, mejorar los niveles de vida y hacer que las comunidades sean más seguras, saludables y limpias.


Este es el mensaje que Michael Cox, execonomista jefe de la Reserva Federal de Dallas y profesor en la Universidad Metodista del Sur, nos hace llegar en un nuevo e impactante video realizado por la Fundación de Estudios Americanos. Según el Dr. Cox:
Todos nos hemos beneficiado enormemente de la libertad y la competitividad que los mercados brindan de manera natural. El deseo inherente de tener una vida mejor para nosotros y nuestra familia ha creado los incentivos para que aprendamos, inventemos, innovemos, seamos productivos en el trabajo, ahorremos, invirtamos, hagamos préstamos, abramos empresas, contratemos a otras personas y tomemos riesgos empresariales.
Por desgracia, la esperanza y la oportunidad que nos proporciona la libertad económica se encuentran en una encrucijada. Según el Índice de Libertad Económica, publicado conjuntamente por la Fundación Heritage y el Wall Street Journal, la libertad económica se está estancando en todo el mundo. Y en ningún lugar resulta eso más obvio que aquí en Estados Unidos, el país cuyo sistema de libre mercado les ha dado a los americanos la oportunidad de una vida mejor. Desde 2008, Estados Unidos ha caído cinco puestos en el Índice debido al gasto, el clientelismo y las regulaciones de un gobierno omnipresente.
Para volver a poner a Estados Unidos (y al mundo) en el buen camino necesitamos volver a los principios de la libertad económica. La riqueza y la prosperidad que conocemos no eran un simple y “fugaz” momento en la historia de nuestro país, sino una promesa que pasamos a cada generación siguiente. Por tanto, si queremos mantener viva esta promesa debemos adoptar de nuevo los principios de la libertad económica.

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