Decía el maestro Jesús
Blancornelas: si sospechas investiga, si investigas verifica, si
verificas publica. Aquí mi explicación de la farsa detrás de la
infructuosa discusión del Pacto por México y las elecciones.
¿Cómo logró el PRI convencer a la oposición de entrar en el Pacto por
México? Sin duda nadie olvida que fue justamente el PRI, con Manlio
Fabio, Emilio Gamboa y los patriarcas de la corrupción
institucionalizada quienes paralizaron al País durante el negro sexenio
de Felipe Calderón. Sin duda el PRD, el PAN y el propio michoacano que
da cátedra en Harvard, mostraron una gran incapacidad para crear un
liderazgo formal en el Congreso, pero no todo es culpa suya, los
priistas sabían lo que hacían aletargando decisiones vitales para el
País, esperando que la seguridad se desmoronara tanto en manos de sus
gobernadores como de los federales.
Está claro que una democracia necesita partidos que representen la
diversidad, y también que esos partidos deben ser oposición y no
enemigos mortales. Sin embargo este pacto tiene un tufo a trampa, no
porque no sea necesario el trabajo conjunto, sino porque quien lo
lidera, el PRI, somete al País a liderazgos disfuncionales y
esquizofrénicos.
La discusión sobre el riesgo que este pacto corre es infructuosa, porque
la desató la denuncia sobre el uso de programas sociales para fines
electorales, y su salvación radica, según los líderes partidistas, en
lograr acuerdos que van desde pedir la cabeza de Rosario Robles, hasta
el absurdo de exigir que se hagan más leyes sobre las leyes electorales,
más candados sobre los candados preexistentes.
La verdadera discusión de los pactantes en la víspera electoral no es
sobre la legalidad electoral, sino sobre la desigualdad para hacer
trampa.
Estamos a 6 de mayo, y el 7 de julio se llevarán a cabo elecciones en 14
estados, una gubernatura, 441 diputaciones y 931 presidencias
municipales; es decir más de un tercio de las alcaldías (hay 2 mil 445
en total). Mientras esto sucede, de los 14 estados en elecciones 10 los
gobierna el PRI y la maquinaria lleva meses operando campañas con todas
las triquiñuelas que el Código Federal de Procedimientos Electorales
castiga, pero que quienes operan las entidades electorales estatales no
implementan, porque han sido elegidos por los gobernadores.
Tras bambalinas los partidos dan una batalla prácticamente perdida por
adelantado. No puedo decir que los dos estados gobernados por el PAN y
los dos por la coalición PRD-PAN no incurran en corruptelas, todos lo
hacen. Pero sin duda el "empujoncito" que Rosario Robles y la Segob les
están dando a los estados priistas es notable a pie de tierra.
Quienes vivimos en provincia lo atestiguamos plenamente. Por eso si los
partidos quieren que la sociedad les crea que esta discusión sobre el
pacto y las elecciones es real, lo menos que esperamos es transparencia y
debate inmediato sobre:
n La utilización de las procuradurías como instrumentos de extorsión
judicial y amenaza de encarcelamiento a líderes políticos de oposición
que puntean en encuestas.
n El número de periodistas corruptos que tienen en nómina los
gobernadores para destruir reputaciones fuera del radar de tribunales
electorales.
n La connivencia entre diarios locales y gobernadores para disfrazar
material de campañas como noticias (para estar fuera del radar).
n Los convenios pagados con sindicatos de taxistas y de obreros
transportistas para forzar el voto en sus sindicados y operar acarreos.
n El uso del espionaje de Estado filtrado a los medios para ataque político.
n La inequidad en la compra de publicidad oficial, que ha favorecido una
dinámica patológica de extorsión del Estado y de manipulación
informativa.
n La participación flagrante de los DIF estatales y municipales en el
condicionamiento de servicios a mujeres y familias pobres a cambio de su
voto.
n La utilización, documentada también, de recursos de la Secretarías de
Desarrollo Económico en entrega de despensas y vales especiales, con
fines electorales.
n La participación de diarios nacionales en campañas (costosísima para el erario) para limpiar la imagen de políticos.
n La extorsión a empresarios locales para hacer "donativos" en especie
(a cambio de no perseguir a sus negocios por faltas reales o
imaginarias), como la entrega gratuita de publicidad en camiones, el no
cobro de renta de cientos de espectaculares, o dinero en efectivo.
n Y claro, el dinero del narcotráfico en los procesos electorales.
Esto es como llevar a un atropellado moribundo al hospital del dueño del
auto que lo atropelló. Los partidos han despedazado al IFE y a los
IEEs, y quieren culpar a las llantas pero no al conductor. Despedir a un
operador obediente no es sanar el atropello, es perpetuar la farsa. La
sociedad quiere fondo, no sólo forma.
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