05 mayo, 2013

Marco Rubio, el niño dorado de los republicanos

El cubano-estadunidense, favorito del movimiento de los Partidos del Té, impulsa la propuesta republicana para una reforma migratoria

José Carreño Figueras

Retrato hablado: Marco Rubio, el <i> niño dorado</i> de los republicanos

CIUDAD DE MÉXICO, 5 de mayo.- Una invitación de Marco Rubio a los conservadores estadunidenses a ser los promotores de una reforma migratoria que resuelva el problema en vez de simplemente rechazar la idea, retrata el estilo de un senador al que desde su llegada al Senado se compara a Barack Obama.
Que Rubio sea cubano-estadunidense, procedente de Florida y ultraconservador, no resta elementos a una comparación que no está fuera de lugar: así como Obama lanzó –y ganó– su candidatura a la Presidencia durante su primer periodo como miembro del Senado, Rubio, electo en 2010, es visto ya como un fuerte contendiente para la candidatura presidencial republicana de 2016.


Pero el ser uno de los “niños dorados” del republicanismo actual no lo exime de controversias, ni durante su meteórica carrera ni en su vida personal y familiar.
Rubio, como Obama, tiene una de esas historias personales que fascinan a los estadunidenses: ahí donde Obama era hijo de una madre blanca, que lo crió sola tras divorciarse del padre, de Kenia, Rubio es el hijo de dos inmigrantes cubanos, nacido en Miami en 1971.
Pero claro, hay más similitudes y diferencias. Obama es un liberal, por inclinación y por educación. Y para corresponder al estereotipo, Rubio es un ultraconservador. Tanto que en 2010 se le consideraba como un favorito del movimiento de los Partidos del Té, esos sectores de blancos de clase media que demandan restricciones al gasto social del gobierno y que tienen un impacto mayor, para no decir absoluto, en las actitudes del Partido Republicano.
Y en 2012 se le definía como “el príncipe heredero” entre los Partidos del Té y, aunque sin decirlo abiertamente, como el hombre a vencer para quienes deseen la candidatura presidencial republicana.
Marco Rubio, señala su biógrafo Manuel Roig-Franzia, ha mostrado la capacidad para estar en el sitio adecuado en el momento correcto. “Nunca estuvo fuera de posición”, dijo al periodista uno de los compañeros de Rubio en un equipo de futbol de nivel colegial en el desaparecido Tarkio College.
Y aunque evidentemente sano y en buena condición física, nadie pensaría en Rubio como un jugador defensivo en un equipo de futbol americano.
De igual manera, nadie pensaría que Rubio, políticamente ultraconservador y cubano vinculado con la derecha “dura” de su partido pudiera ser descrito como “moderado” y pragmático por el mismo escritor que lo exhibió como mentiroso en lo que se refiere a su historia familiar.
En su libro The Rise of Marco Rubio (El Ascenso de Marco Rubio) Roig-Franzia, ex corresponsal de The Washington Post en México, se consigna por ejemplo que cuando inició su carrera, Rubio se presentó como hijo de exiliados cubanos, aunque  en realidad llegaron como migrantes legales en 1956.
Lo que sí es cierto es que su abuelo fue por cuatro años un inmigrante “indocumentado”, aunque con permiso judicial para quedarse hasta que en 1966 su situación quedó resuelta gracias a la Ley de Ajuste Cubano.
Roig-Franzia describió a Rubio como un “aprendiz profesional” y dispuesto a hacer lo necesario para acelerar su propia carrera. Electo para la Cámara de Representantes de Florida en 2000, tres años después fue designado líder de la mayoría en ese cuerpo y en 2006 ganaba la presidencia de la Cámara.
Fue así que en 2010 enfrentó una investigación sobre sus finanzas personales, luego de ser acusado de que usaba su tarjeta de crédito corporativa del Partido Republicano de Florida para gastos personales. Rubio reembolsó unos 16 mil dólares de un total superior a los cien mil y en su propia autobiografía American Son (Hijo Americano) describió el problema como un error contable.
Pero al mismo tiempo, fue el primer cubano-estadunidense que llegó a presidir la Cámara baja del Congreso floridiano y ciertamente, el primero de la llamada “generación X” en alcanzar lo que se define como los “escalones superiores” de la política estadunidense.
Rubio dejó el Congreso local en 2009 para poner su propio bufete, aunque en poco tiempo estaba ya en posición de buscar la candidatura republicana al Senado federal, en competencia con el entonces gobernador Charle Crist.
Con menos recursos económicos, y cuando analizaba ya la posibilidad de dejar la carrera, Rubio logró sin embargo “ahuyentar” a Crist, que firmó su derrota cuando decidió presentarse como independiente. Después de eso, la elección senatorial pareció sin problemas.
Pero a lo largo del camino llegaron también las revelaciones polémicas.
Como hijo de un “bartender”, Rubio hizo sus estudios en base a becas y a préstamos escolares, y que al concluir sus estudios y recién casado, tenía –como millones de jóvenes estadunidenses–, una deuda superior a cien mil dólares.
Como congresista tenía un ingreso estimado de 124 mil dólares anuales. Un año después de que salió del Congreso estatal y pese a ingresos declarados de 410 mil dólares en 2008, Rubio tenía posesiones por algo más de ocho mil dólares, algo que para algunos de sus críticos representa una contradicción con los principios de ahorrativo conservadurismo fiscal que ha abrazado en su carrera política y lo llevaron a ser privilegiado por los Partidos del Té.
En 2011, la cadena Univisión presentó un reportaje sobre la condena contra Orlando Cicilia, cuñado de Rubio, por tráfico de cocaína. Poco después, The Miami Herald aseguró que Rubio había sido “chantajeado” por la cadena para acceder a ser entrevistado en su programa político Al Punto, pero una y otro negaron esa parte.
Ya para ese momento comenzaba a hablarse de Rubio como posible candidato a la vicepresidencia
en una eventual fórmula republicana.
Y ahí entra el factor migración. Rubio no tiene problema, ciertamente. Nació en Miami en 1971, cuatro años antes de que sus padres migrantes lograran la ciudadanía estadunidense en el seno de una comunidad que, a diferencia de otras latinoamericanas, no tiene problemas mayores para lograr su ciudadanía, pero que por su origen y a pesar de un predominio de políticos conservadores tiene una posición pro-inmigración.
Con el tema migratorio considerado como una cuestión latina, cuando los grupos hispanos pusieron el tema sobre la mesa en la temporada electoral estadunidense, durante 2012, nadie esperaba que llegara a convertirse en un punto político definitorio.
Rubio, como otros republicanos, expresó su simpatía por una reforma migratoria que incluyera a residentes indocumentados y por un cambio en el tono de la retórica partidista, pero se cuidó de ir demasiado lejos durante una campaña en la que el portaestandarte del partido, Mitt Romney, abogaba por la “autodeportación”.
Sin embargo, su posición, compartida por personajes del Partido Republicano como el ex gobernador Jeb Bush y el ex secretario de Comercio Carlos Gutiérrez, lo hizo destacar sobre todo cuando la mayoría de los políticos republicanos creían en referirse a los hispanos, y en especial a los indocumentados, en términos de dureza y aun insultantes.
Pero cuando el 5 de noviembre de 2012 quedó claro lo que fue un desastre electoral republicano y el impacto de los votos de la minoría hispana el tono cambió. Y si Rubio había sido un favorito, ahora se convertía en casi un héroe, la figura capaz de salvar a los republicanos de sus errores y reparar puentes con los latinos.
Pero la participación de Rubio en los trabajos para elaborar una propuesta de reforma migratoria no lo han alejado de problemas o polémicas. Ya una publicación derechista, el Weekly Standard, calificó el proyecto como la medida “Rubiobama”, no sólo como parte de un ataque contra la propuesta misma sino como un intento de ligar a Rubio con Obama, más que detestado por los republicanos más conservadores.
Sin embargo, si la biografía escrita por Roig Franzia contiene una puntualización importante es la capacidad de maniobra política de Rubio y su talento para adueñarse de temas propuestos por los demócratas.
En 2003, en la Cámara de Representantes de Florida, los demócratas presentaron una propuesta que ampliaría los beneficios de recetas médicas para ciudadanos mayores de escasos recursos, lo que evidentemente podría generar un considerable apoyo a los demócratas en un estado donde hay una considerable población de retirados.
Para evitar la percepción de que los demócratas eran los únicos interesados en dar beneficios de salud a los ancianos, Rubio y su entonces protector político, Johnnie Byrd, “presentaron su propio plan, aunque una versión más modesta”, según Roig-Franzia, que fue aprobada por las dos cámaras de un Congreso dominado por los republicanos.
Ahora Rubio se ha convertido en el jugador más visible en la propuesta de reforma migratoria que de hecho ha sido provocada por la acción política de la minoría hispana y la deuda política de los demócratas en general y Barack Obama en particular.

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