25 mayo, 2013

Ni Madero ni Cordero…



Ni Madero ni Cordero…

Con demagogia y argumentos fáciles y populistas, la crisis interna panista no sólo seguirá, sino que se agrandará
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Menudo problema se armó, a finales de la semana pasada, en el PAN. Además, a como están las cosas, durará mucho más de lo deseable, porque los actores han seguido echándole leña al fuego y parece que no tienen para cuándo parar.


El problema de fondo no es nuevo y, definitivamente, no se restringe a lo que los que ahora están en la disputa quieren hacer creer a la opinión pública. 

Es mucho más sencillo y, a la vez, mucho más complejo de resolver, pues tiene que ver con quién detenta el poder en el PAN, quién es el que decide la manera como se dan las cosas adentro del partido y las relaciones con los actores externos.

El entonces coordinador de los senadores del PAN, Ernesto Cordero, decidió manifestar su desacuerdo con los temas acordados en el Pacto por México de manera abierta y con un reto: Junto con los senadores del PRD, el PAN presentaría su propia iniciativa de Reforma Política, al margen del susodicho y ahora multimentado acuerdo.

La reacción del presidente panista no se hizo esperar, pues su capacidad de interlocución – elemento indispensable de un presidente de partido- había sido puesta en entredicho. Gustavo Madero decidió remover a Cordero de su cargo.

Con ello se desató un capítulo más de una larga lucha intestina que se remonta a cuando el actual dirigente nacional derrotó a Roberto Gil. 

Aunque con altibajos, esa batalla siguió, tanto en la contienda por la candidatura a la Presidencia de la República (en la cual contendió Cordero), en el análisis posterior de la derrota y en la asamblea nacional para la reforma de los estatutos.

Hoy, ambos bandos tratan de explicar a la opinión pública, con argumentos muy bien construidos (mucho mejores los de Cordero, se ha de reconocer, aunque eso no quiera decir que son verdaderos), las razones de la confrontación. 

Arguyen sobre el famoso Pacto, sobre la cercanía o no con el PRI y el gobierno, la atención (o no) del partido a sus candidatos en las elecciones locales, a celebrarse en julio.

Pero, como decíamos anteriormente, en el fondo, el tema es otro, aunque es imposible que sea aceptado por ninguno de los participantes en la reyerta. 

Y, desafortunadamente, mientras eso no suceda –aunque no lo hagan de manera pública—, el problema estará lejos de solucionarse, enfrascados en tonterías tales como si los panistas preferimos ser un satélite del PRI.

Y de seguir así, con demagogia y argumentos fáciles y populistas, la crisis interna panista no sólo seguirá, sino que se agrandará
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