El “no te preocupes…” retumbó en las cabeza de Benítez Treviño y
dijo de aquí no me muevo. “Por mi mente no pasó la renuncia”, anunció el
procurador con gallardía.
La verdad es que no sabemos bien a bien que pase por la mente
del licenciado Benítez Treviño, pero supusimos que la renuncia atentaba
contra su cultura priista, su formación en la impunidad y hasta la
educación que brinda en pilares pedagógicos como la prepotencia y el
influyentismo.
Insisto, no debe sorprendernos. De la mano del PRI no solamente
llegó un gobierno con otras maneras de hacer las cosas, y el regreso de un
modelo de política que vive de la escenografía y del culto a la
personalidad.
Pero también llegan las formas que de alguna manera se habían
ido —aunque hay que admitir que el panismo en 12 años no
logró consolidar nuevos estilos o maneras en una clase política—, que van de la
mano de los modos priistas y que Benítez Treviño dejó muy claro en su
conferencia de prensa: el cinismo, la prepotencia, el puesto como universo y el
desdén a la indignación ciudadana.
El “no te preocupes, Rosario” es uno de los pilares de
este gobierno. La impunidad arropada por el Presidente. También
deja ver una falta de respuesta ante lo inesperado. Se privilegia el espíritu
de equipo, el sentido de sobrevivencia.
Se puede suponer que el equipo del Presidente le aconseja
—temerosos ellos mismos de caer en una situación similar y esto, por supuesto,
no es exclusivo del equipo de Peña— que no ceda la cabeza de nadie porque ese
va a ser el camino para quitar a todos.
Que el funcionario es leal y que la opinión pública quiere
debilitarlo. Ese tipo de opiniones lo único que logran es debilitar al
Presidente, pues Benítez Treviño, por ejemplo, no sale fortalecido. Es Peña el
que sale cuestionado.
Por otro lado, no hay que olvidar que la investigación sobre el
asunto de la Profeco la ordenó el propio Presidente de la República. Esto es,
el jefe del Estado mexicano solicitó que se averiguara el porqué la hija de un
titular de una dependencia ordenó una clausura y se intentó llevar a
cabo.
El resultado es impecable: sanciones para funcionarios menores y
nada les pasa ni a la hija, ni al papá. De hecho, en un acto de poco apego
familiar, por decir lo menos, el papá se deslindó de la hija. No lo conmovió ni
la solicitud presidencial.
Estamos ante una nueva etapa del cinismo y el descaro como
manera de conducta en la vida pública. La secretaria de Turismo puede declarar
que le regalaron un edificio un día antes de entrar al gobierno y nada
pasa.
Lo mismo Osorio Chong que declaró un departamento de 12 metros —uno
supone que duerme parado— y el propio Presidente que declaró que le
donaron terrenos e inmuebles. Pero no pasa nada. “No se preocupen.”
En el colmo, Benítez Treviño declaró que él había sido educado
en “los valores republicanos”, entre los que se encuentra “la hombría
personal”.
A saber en dónde obtuvo esa formación republicana, pero hay que
recordarle que se requiere más “hombría personal” para renunciar que para
aferrarse a un puesto. Cínicos.
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