14 mayo, 2013

"Papi Profeco" debería renunciar

O P I N I Ó N 
C A R L O S   L O R E T   D E   M O L A 
Historias de reportero
"Papi Profeco" debería renunciar

El hecho de que Hum­berto Benítez Treviño, titular de la Procura­duría Federal del Con­sumidor (Profeco), argumente que no se enteró de que su hija hizo mal uso de su influencia pa­ra que una entidad del Gobierno agrediera arbitrariamente a los dueños de un restaurante por un capricho personal, no lo exime de responsabilidad.

No es sólo un tema morboso. Es una historia de impunidad, de sordera frente a una sociedad indignada, y de impasividad ante la inhabilitación de facto de un funcionario cuya labor es defender al ciudadano de... abusos.

El titular de Profeco afirma que estaba convaleciente de una operación cuando ocurrió el incidente, que él nada tuvo que ver. Eso sí, la prepotencia de su hija no eximió de culpa a cuatro subordinados de Bení­tez que fueron suspendidos. Es relevante recordar que se trata de un funcionario de larga ca­rrera iniciada en el Estado de México y a quien el Presidente Peña Nieto se refiere respetuo­samente como "maestro".

La Secretaría de la Función Pública concluyó que Benítez Treviño no tiene culpa alguna. El funcionario dio conferencia de prensa para anunciar tal exoneración y aprovechó para aclarar que él nunca pensó en renunciar. Ningún reparo puso a que la "travesura" de su hija Andrea, bautizada en Twitter como "Lady Profeco", le costara la suspensión a sus subordina­dos. Benítez Treviño es respon­sable de que su hija tenga los medios y los canales de comuni­cación con sus subordinados en la Profeco para darles órdenes y que éstos las acaten.

Con esas credenciales de funcionario consentidor de sus parientes o, peor, ignorante de lo que ocurre en la dependencia que encabeza, Benítez Treviño es hoy el encargado de dar con­fianza a los ciudadanos en que el Gobierno vigila a empresarios, intermediarios y comerciantes para que no cometan abusos en un momento en que se ha dispa­rado injustificadamente el pre­cio de alimentos como el huevo y el tomate.

La Profeco lleva años de ser inoperante: los precios suben en enero, en febrero las flores, en Semana Santa el pescado, en mayo los regalos para mamá, en junio los de papá, en verano los paquetes vacacionales, en septiembre las colegiaturas, en noviembre las flores en panteo­nes y en Navidad los juguetes. Siempre ha sucedido frente a la tibia mirada de la Profeco. Humberto Benítez no ha cam­biado esta historia –quizá la Profeco ni las herramientas de ley tenga– pero cada vez que falle, que sea omisa, a Benítez le restregarán el mote de la hi­ja. Es un "bombón" en manos de opositores y detractores. Es una Profeco inhabilitada para cumplir su función mientras él se mantenga al frente.

Frente a las reformas pro­puestas por este gobierno y el caso contra Elba Esther Gordi­llo, que apuntan a que el poder acumulado no sirve para evadir la justicia, el caso de "Papi Pro­feco" –como la reacción inicial del Presidente Peña de minimi­zar las denuncias electorales en Veracruz– exhiben el ADN del más viejo PRI.

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