El hecho de que Humberto
Benítez Treviño, titular de la Procuraduría Federal del Consumidor
(Profeco), argumente que no se enteró de que su hija hizo mal uso de su
influencia para que una entidad del Gobierno agrediera arbitrariamente a
los dueños de un restaurante por un capricho personal, no lo exime de
responsabilidad.
No es sólo un tema morboso. Es una historia de impunidad, de sordera
frente a una sociedad indignada, y de impasividad ante la inhabilitación
de facto de un funcionario cuya labor es defender al ciudadano de...
abusos.
El titular de Profeco afirma que estaba convaleciente de una operación
cuando ocurrió el incidente, que él nada tuvo que ver. Eso sí, la
prepotencia de su hija no eximió de culpa a cuatro subordinados de
Benítez que fueron suspendidos. Es relevante recordar que se trata de
un funcionario de larga carrera iniciada en el Estado de México y a
quien el Presidente Peña Nieto se refiere respetuosamente como
"maestro".
La Secretaría de la Función Pública concluyó que Benítez Treviño no
tiene culpa alguna. El funcionario dio conferencia de prensa para
anunciar tal exoneración y aprovechó para aclarar que él nunca pensó en
renunciar. Ningún reparo puso a que la "travesura" de su hija Andrea,
bautizada en Twitter como "Lady Profeco", le costara la suspensión a sus
subordinados. Benítez Treviño es responsable de que su hija tenga los
medios y los canales de comunicación con sus subordinados en la
Profeco para darles órdenes y que éstos las acaten.
Con esas credenciales de funcionario consentidor de sus parientes o,
peor, ignorante de lo que ocurre en la dependencia que encabeza, Benítez
Treviño es hoy el encargado de dar confianza a los ciudadanos en que
el Gobierno vigila a empresarios, intermediarios y comerciantes para que
no cometan abusos en un momento en que se ha disparado
injustificadamente el precio de alimentos como el huevo y el tomate.
La Profeco lleva años de ser inoperante: los precios suben en enero, en
febrero las flores, en Semana Santa el pescado, en mayo los regalos para
mamá, en junio los de papá, en verano los paquetes vacacionales, en
septiembre las colegiaturas, en noviembre las flores en panteones y en
Navidad los juguetes. Siempre ha sucedido frente a la tibia mirada de la
Profeco. Humberto Benítez no ha cambiado esta historia –quizá la
Profeco ni las herramientas de ley tenga– pero cada vez que falle, que
sea omisa, a Benítez le restregarán el mote de la hija. Es un "bombón"
en manos de opositores y detractores. Es una Profeco inhabilitada para
cumplir su función mientras él se mantenga al frente.
Frente a las reformas propuestas por este gobierno y el caso contra
Elba Esther Gordillo, que apuntan a que el poder acumulado no sirve
para evadir la justicia, el caso de "Papi Profeco" –como la reacción
inicial del Presidente Peña de minimizar las denuncias electorales en
Veracruz– exhiben el ADN del más viejo PRI. |
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