16 mayo, 2013

Papi Profeco y el señor de los zapatos

Yuriria Sierra

Papi Profeco y el señor de los zapatos
Papi Profeco. Se fue, Humberto Benítez Treviño se fue de la Procuraduría Federal del Consumidor. La semana pasada, cuando él mismo anunció la suspensión temporal de cuatro funcionarios, leímos tal como el fin del asunto que inició gracias a su hija y la muy polémica y también injusta clausura del Máximo Bistrot de la colonia Roma. Al más puro y viejo truco de charolazo, para mostrarse influyente y hacer lo que el berrinche ordene. Pero lo dicho ayer por el secretario de gobernación en conferencia de prensa sobre la destitución de Benítez de la Profeco, da señales importantes que deberán cachar todos los funcionarios: seguramente el hoy ex funcionario, sentía que con la suspensión de sus subordinados, la había librado.


Tal vez también de sorpresa le cayó la noticia de su salida, que estaba anunciadísima en el entendido de las obligaciones que el gobierno federal tiene, si lo que quiere es terminar con la imagen y usos y costumbres más viejas de la clase política mexicana. Papi Profeco se fue, le dieron las gracias, cosa que seguramente no le dará a su hija, Lady Profeco. Despido necesario en un país donde la confianza en las instituciones ha sido uno de sus más vulnerables talones de Aquiles. Tenía que ser así, si lo que busca el gobierno federal es una función pública que, de entrada, se aleje de todo aquello que recuerde viejos tiempos.
El señor de los zapatos. En el Imeldamarquismo total, semanas después de que se conociera el escándalo del ex gobernador de Tabasco, se le pinta otra raya al tigre. El evidente despilfarro que hace en compras personales (que le permite presumir 400 pares de zapatos y unos 300 de trajes), se suma a las  acusaciones que, por decir lo menos, hablan de un saqueo de los recursos tabasqueños, expuesto y denunciado por el gobierno de Arturo Ñúñez, su sucesor, quien a su llegada a la oficina de despacho, también dijo que no había un sólo documento donde se respaldara el gasto público. ¡Claro! Pero eso sí, la grabación donde se escucha a Granier hablando de lo mucho que le gusta la ropa cara, los zapatos exclusivos y el hospedaje en hoteles “donde se filmó una película de Julia Roberts”...
Pero no pensemos mal, ya  que confirmó que sí, que es él el que habla, pero no... o sea, que sí lo dijo, pero estaba borracho. Eran las copas las que hablaban, pues, porque no le gusta presumir, ni siquiera tiene tanto como para retozar en lujos, dice. Así que deberemos entender como cuando el querido amigo mal copea en la fiesta, no eran él, era el alcohol, al que quién sabe qué le han de poner, porque mire lo que provoca. Por cierto, la acusación que hay en la PGR en contra de quien resulte responsable por el desvío de recursos públicos de Tabasco, que dejó al estado con una deuda de 20 mil 100 millones de pesos, no trae su nombre... aunque era él quien encabezaba el gobierno.
Addendum. Resulta curioso cómo en un país donde las muertes se han venido contando, primero una a una, luego por decenas, luego centenas... hasta llegar a una muy triste realidad, el delito al que más se le teme es el secuestro. Pensaríamos que el homicidio es a lo que más le temen los mexicanos, pero el estudio “8 delitos primero”, realizado por CIDAC y que partió con base en cifras del INEGI, en conjunto con números del Sistema Nacional de Seguridad Pública, concluyó que la privación ilegal de la libertad, es a lo que más le tememos en México. Delito que registra un promedio de diez casos, por cada 100 mil habitantes, la mitad de lo que registra el homicidio.

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