08 mayo, 2013

Perú: Nuestros Judas, nuestros Pilatos – por Eugenio D’Medina Lora

El cada vez más nítido viraje político del gobierno peruano hacia posturas estatistas, que replican el modelo chavista, escandaliza hoy a algunos políticos que incluso oficiaron de sorpresivos “garantes” de última hora, simplemente para evitar que el fujimorismo accediera al poder. Como en los primeros tres tercios del siglo XX sucedió con el antiaprismo, el antifujimorismo de hoy dicta la agenda de las alianzas y las uniones contra natura.


Nunca Ollanta Humala ni los nacionalistas renunciaron al plan de “La Gran Transformación”. Algunos quisieron autoengañarse, eso es otra cosa. Cuando el propio Humala y sus estrechos colaboradores Abugattás, Otárola y la propia Heredia dijeron que la “Hoja de Ruta” era el camino a “La Gran Transformación” no mintieron. Están diciendo esto: “primero los mecemos y adormecemos un tiempo con la ‘Hoja de Ruta’; nos hacemos fuertes entre tanto y luego, zas, les clavamos de a pocos ‘La Gran Transformación”, página por página”.
Esto es exactamente lo que está sucediendo en el Perú, donde ya confluyen demasiados “indicios”. El retorno de la actividad empresarial del Estado a través de la pretendida compra de Repsol, la promocionada reelección gubernamental a través del impulso a la candidatura de la esposa del Presidente, el copamiento de las instituciones no económicas por gente allegada a la izquierda local, pasando por los médicos cubanos traídos al país cuando a los nuestros se les descuida y el discurso de no alineamiento del Presidente en el reciente Foro Económico Mundial de Lima, hasta la convalidación del usurpador gobierno de Maduro en una Venezuela capturada por el chavismo. Demasiados indicios.
En democracia, las oportunidades para generar contrapesos o diques de contención, así como para promover nuevas políticas, son las elecciones. En las elecciones, el ciudadano maduro –y con mayor razón, el político maduro– sabe que no elige a personas simplemente, sino a tendencias complejas cuya madeja de interacciones se desplegará en el horizonte futuro.
Fue en las elecciones de 2011 el momento de cerrar el paso al chavismo en el Perú. Y de hacerlo como lo hacen los demócratas de verdad: a través de mecanismos institucionales. Sin embargo, para muchos “amantes de la libertad y de la democracia” primaron las vesículas y los hígados antes que el corazón y el cerebro. Y no dudaron en votar contra natura, apoyando al émulo local de Hugo Chávez en Perú, al mismo tiempo que deploraban al verdadero Chávez en Venezuela.
Fueron entonces nuestros Judas traicionando la causa de la libertad que decían tanto proclamar, los que hoy aparecen como nuestros Pilatos, lavándose las manos, tratando de zafar el bulto de la responsabilidad por haberle hecho primero llegar a Palacio y luego fortalecerlo con su empalagoso “cortesanismo”, hasta revestir a Ollanta Humala, y a su socia cogobernante, con el teflón de las encuestas. Lo hicieron como votantes y algunos hasta como garantes públicos. Que ellos respondan.

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