22 mayo, 2013

Preocupante 'redinamización' islamista

Oriente Medio

La evolución de los acontecimientos en el Magreb, Oriente Próximo y el Sahel puede hacer creer que se está frenando con eficacia a los grupos islamistas más o menos radicalizados; a través, por ejemplo, de la Operación Serval, liderada por Francia, en el norte de Mali, de la reacción reciente de las autoridades tunecinas o de los intentos occidentales de reconducir a la oposición siria. Lo cierto es que todo permite prever un reforzamiento de dichos grupos. Ello confirmaría el proceso hacia el que las revueltas árabes pueden llevar a toda la región, alejándose cada vez más de las cándidas promesas democratizadoras de los valedores de la Primavera Árabe.

Aunque el presidente François Hollande acaba de afirmar que ya no es preciso combatir en Mali, lo cierto es que mantener la presencia militar francesa es imprescindible, pues no se ha derrotado totalmente al enemigo. Los terroristas se han volatilizado, como era previsible, y se han redinamizado en escenarios como el norte de Nigeria, la caótica Libia, el cada vez menos esperanzador Túnez o el convulso Egipto. En Nigeria, el presidente Goodluck Jonathan ha tenido incluso que declarar el estado de emergencia en tres estados septentrionales, grave medida que no se tomaba desde hacía muchos años. En Túnez, el Gobierno parece que por fin reacciona frente a los salafistas, pero aún es pronto para dar confianza a los islamistas de Ennahda. Tampoco hay que dársela a los islamistas egipcios, que no van a reducir la radicalización de los salafistas, difícilmente van a neutralizar la violencia en la Península del Sinaí y no son los mejor situados para evitar la creciente tensión entre musulmanes y coptos.
Pero si hay un escenario crítico, ese es Siria. Los esfuerzos de algunos países occidentales –con el protagonismo sin duda arriesgado de España– para tratar de dotar de legitimidad a la oposición al régimen de Bashar al Asad, y para de paso armarla (las armas antiaéreas no son inocuas), contribuirán, aunque no se quiera, a reforzar a los grupos más dinámicos, los yihadistas, entre la oposición sobre el terreno. Es cierto que este conflicto tiene mala solución, pero hay que darse cuenta del tipo de escenario en que podemos desembocar si precipitamos los acontecimientos con el ánimo de dejar de ver cuanto antes las dantescas imágenes que los medios nos transmiten.
Aunque todo lo tratado hasta ahora afecta a España, importante es que no perdamos de vista las consecuencias de los procesos en marcha para nuestros vecinos magrebíes más inmediatos, cuya evolución puede impactar más en nuestra seguridad. Argelia atraviesa una situación delicada, con el presidente Buteflika ingresado en un hospital militar parisino y la escasa información disponible sobre su estado de salud. En Marruecos hay crisis de Gobierno a la vista, y el Rey se ve cada vez más obligado a intervenir directamente en el juego político, lo que le debilita. En ambos países los islamistas también juegan sus cartas.

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