23 mayo, 2013

Se iba Cordero o se iba Madero


Se iba Cordero o se iba Madero

Pablo Hiriart


A Madero lo metieron en un camino sin retorno: quitaba a Cordero o se iba él. El regaño del ex Presidente Calderón, vía Twitter, fue la gota que derramó el vaso.

Gustavo Madero tuvo que salvar su cara como presidente del PAN, pues de lo contrario habría tenido que renunciar y entregarle el partido al grupo cercano al ex mandatario.

La ofensiva final contra Madero la inició Ernesto Cordero, que se brincó todas las trancas de la disciplina partidaria y ridiculizó al líder de su partido con el anuncio de una reforma política, pactada con los senadores del PRD.


Ese acuerdo con los senadores perredistas fue hecho al margen de lo que el Comité Ejecutivo Nacional panista negocia con el propio PRD y el PRI.


Más que un desacato, fue un reto. Y perdió, por ahora, el equipo de Calderón con Ernesto Cordero al frente de la provocación.


Lo que hizo el hasta ayer coordinador de los senadores panistas fue un desconocimiento, en los hechos, de la autoridad de Gustavo Madero para hacer acuerdos y posicionar a Acción Nacional con un perfil negociador dentro de la pluralidad.


Es falso el argumento de Cordero y quienes le acompañan en su aventura rupturista, en el sentido de que el Pacto por México prescinde del trabajo legislativo.


También es falso que Madero se haya arrogado facultades que corresponden a los diputados y senadores de Acción Nacional.


En el Pacto se llegan a acuerdos para la redacción de un documento base, una iniciativa, un proyecto de reforma. Pero quienes deciden son los legisladores.


Las reformas se procesan, se discuten, se modifican y se votan en las cámaras de diputados y de senadores. Ellos tienen la última palabra.


Es mentira, pues, que al formular un proyecto de reforma se suplante la actividad legislativa. Ése era sólo el pretexto para desautorizar a Madero.


Los senadores panistas que están con Cordero, han hecho mofa de la conducción de Madero al frente del PAN, a quien consideran incompetente y desleal al papel que debe jugar su partido.


Y se lo dicen, con palabras mucho más duras e hirientes en artículos periodísticos y en las redes sociales.


Quienes ventilaron en público las diferencias entre senadores y el dirigente nacional panista, fueron los primeros, y no Madero.


El presidente del PAN no tuvo más alternativa que enfrentar la circunstancia en la que lo pusieron algunos senadores de su partido. Debió sacar la cara, porque la estaba perdiendo.


Si Madero no quitaba a Cordero, perdía toda autoridad dentro de su partido, y hacia afuera sería el hazmerreir de la escena política.


Madero ayer se enfrentó a Felipe Calderón y propinó un golpe que le devuelve autoridad al interior de su partido.


Falta por ver si es capaz de sostenerse ante la revancha que vendrá.

No hay comentarios.: