24 mayo, 2013

¿Si la planificación económica fue una utopía arrumbada por la historia, por qué insistimos en ella?

Ángel Verdugo
Los bolcheviques fueron los pioneros en la tarea de construir la primera economía planificada centralizada. 
¿Si la planificación económica  fue una utopía arrumbada por la historia, por qué insistimos en ella?
Los primeros intentos por controlar la economía desde un centro dirigido por burócratas encumbrados que creían saber más que decenas de millones de sus compatriotas —que lo único que anhelaban era ser libres para labrarse, ellos mismos y como producto de su esfuerzo, un mejor futuro—, datan de hace casi un siglo.

Los bolcheviques, como producto de lecturas mal digeridas de lo que Marx escribió, cegados por su ignorancia que todo lo perdonaba y hacía que pareciera una verdad absoluta lo que planteaban, fueron los pioneros en la tarea de construir la primera economía planificada centralizada.
La tarea que se echaron a cuestas desde fines de los años veinte del siglo pasado en cuanto a qué había que producir, cómo producirlo y cuánto debía ser producido, llegó con José Stalin al frente del gobierno de la extinta URSS, y con el control total y absoluto del Partido Comunista y los aparatos de control y represión en sus manos, a extremos de locura.
Sin embargo, dicen algunos, Stalin logró consolidar el socialismo en un solo país pero, agregan otros, el costo que debió pagar el pueblo soviético fue inconmensurable, tanto en lo material como en el número de hombres y mujeres que perdieron su vida para hacer realidad aquélla loca utopía.
La “hazaña” de Stalin, apenas duró sesenta años pues a fines de los años ochenta del Siglo XX, la otrora invencible URSS —que según Nikita Serguéyevich Jrushchov conocido como Nikita Kruschev, derrotaría y sobrepasaría a Estados Unidos en pocos años—, desapareció del mapa y echó a la basura el socialismo junto con esa vieja utopía de la economía planificada. A partir de ahí, empezaron a construir lo que durante tantos años señalaron como el enemigo a vencer: una economía de mercado, y el capitalismo.
Durante esos años, muchos países cayeron en la aceptación ciega y mecánica de la utopía socialista; luego, a la luz de los grandes fracasos y acontecimientos como la caída del Muro de Berlín y la extinción de la misma URSS, debieron reconsiderar lo que conducía al fracaso y empezaron, como todo el mundo, a construir economías de mercado y seguir el modelo capitalista.
Uno de los remanentes de esa época, hoy olvidada por haberse demostrado la inviabilidad del socialismo y la planificación económica, fueron los planes que deberían servir, afirmaban sus promotores, como la guía infalible de la rectoría económica de ese Estado que todo lo sabía; particularmente, qué, cómo y cuánto producir.
Un economista austriaco, Friedrich A. von Hayek, Premio Nobel de Economía 1974, demostró de manera indubitable la inviabilidad de todo intento por querer controlar la economía, e imponer a los agentes económicos privados qué, cuánto y cómo producir.
Su libro The Road to Serfdom (El camino a la servidumbre), debería ser lectura obligada de todo político. Ahí, en varios de sus capítulos, se encuentra uno de los más lúcidos alegatos a favor de la libertad individual.
De interesarle su lectura, en esta dirección encuentra la versión en inglés: http://www.tiptopwebsite.com/custommusic2/mrsilber2.pdf, y la versión en español, la va a encontrar en esta otra de libre acceso:   http://www.elcato.org/files/camino-de-servidumbre-libro-electronico.pdf.
Después de escribir lo anterior, me gustaría saber si los que hoy alaban el Plan Nacional de Desarrollo y se hincan ante su poder casi mágico, leyeron aquel libro de Hayek.
¿Usted qué piensa, lo leerían?

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