03 mayo, 2013

¿También usted quiere saber a qué vino a México el presidente Barack Obama?

Ángel Verdugo
Dejemos la frivolidad y que aquéllos sigan en su búsqueda de la respuesta; nosotros, toquemos un aspecto diferente. 
¿También usted quiere saber a qué vino a México el presidente Barack Obama?
Con motivo de “la visita de trabajo” que realiza el Presidente de Estados Unidos a México, nuestras limitaciones en lo que tiene que ver con la globalidad y más específicamente con las relaciones bilaterales entre México y Estados Unidos, brotaron sin control.


Las notas acerca de “La Bestia” y el grosor de sus cristales —entre otras características—, exhibieron nuestra avidez por lo superfluo. La estrella, esta vez que no es acompañado por su esposa, fue el vehículo que lo transporta; éste fue, ¡qué tragedia!, el centro de atención de no pocos “analistas” y de uno que otro “maestro del periodismo”.
Además de la frivolidad, ha habido un clamor casi colectivo en los espacios mediáticos por saber “a qué vino Obama”. Lo encabezaron dos o tres columnistas célebres junto con un ejército de “especialistas” de los cuales, lo más cerca que han estado —muchos de ellos— de aquel país y de las relaciones bilaterales con México, son las transmisiones que han visto en la televisión de los partidos de futbol entre las selecciones nacionales de ambos países.
Dejemos la frivolidad y que aquéllos sigan en su búsqueda de la respuesta; nosotros, toquemos un aspecto diferente de las relaciones bilaterales. Para ello, le pregunto, ¿en realidad le interesa saber a qué vino el Presidente de Estados Unidos a México? Si la respuesta fuere afirmativa, solicito su comprensión para que me permita recomendarle algo que le podría ser útil para entender, primero, por qué vino y después, a qué vino. Veamos, antes de otra cosa, los datos duros.
¿Sabe usted cuál es el estado que guarda la Balanza Comercial entre ambos países? ¿Es deficitaria o superavitaria? ¿Conoce la magnitud de la misma? ¿Qué porcentaje de nuestras exportaciones va a Estados Unidos y de las importaciones, cuánto viene de ese país?
¿Sabe también cuántos habitantes de ese país, son de origen mexicano? ¿Cuántos de ellos, nacieron en México? ¿Tiene idea del porqué los nuestros, pudiendo hacerlo, no están interesados en convertirse en ciudadanos?
¿Conoce los datos de la industria maquiladora de exportación? ¿Conoce el porcentaje de la inversión extranjera directa que proviene de Estados Unidos? ¿Tiene usted idea de la dependencia que en materia de tecnología tenemos con Estados Unidos? ¿Sabe qué porcentaje de nuestras importaciones de alimentos, proviene de allá? ¿Sabe usted que la avicultura y la porcicultura dependen, para su operación diaria, casi en 100% de la importación de granos y pastas de Estados Unidos?
Si estos datos duros—entre muchos otros—, los ignora, ¿de qué le serviría saber a qué vino el presidente Obama a México? ¿Por qué entonces, ese repentino interés nuestro en saberlo? Perdóneme que lo diga así, por ociosidad o como dicen en mi tierra, porque somos muy mitoteros.
Muchos son los temas y problemas del país que deberían ocupar nuestro interés y entre ellos, no está el saber a qué vino el presidente Obama. ¿Le parece que uno es el relativo a la incumplida responsabilidad de los tres órdenes de gobierno, de hacer respetar la ley? Éste, sí, solo éste, es un tema de tal trascendencia, que debería ocupar el centro de muchas de las discusiones que celebramos cotidianamente.
Le pido pues, comedida y respetuosamente, esté interesado o no en saber a qué vino el presidente Obama, que conozca los datos duros de la relación entre nuestros dos países y de hacerlo, créame, usted mismo nos diría por qué, y a qué vino Obama.

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