¡Tengo derechos! ¿Y las obligaciones?
Felipe Ruiz De Velasco y Villafaña*
Es vital que el tema de los derechos de las mujeres,
los hombres y los niños, en su carácter de mayorías y minorías, sea un reclamo
permanente en nuestras sociedades y que los sistemas políticos y económicos
predominantes en el mundo respeten los derechos individuales y la libertad.
Sin embargo, creo que con la misma pasión que
reclamamos nuestros derechos, también todos debemos cumplir nuestras
obligaciones como ciudadanos, autoridades, padres de familia,
profesionistas, educadores, líderes de opinión, medios de comunicación,
representantes sindicales, políticos y sociales, entre otros actores de la vida
nacional.
Desafortunadamente los mexicanos tenemos un grave
problema cultural en este sentido, que se ha ido conformando desde nuestra
formación como nación independiente hasta nuestros días. El Estado protector
nos ha maleducado y nos hemos convertido en una comunidad de pedigüeños
que esperamos que todo se nos entregue en la mano, mientras no cumplimos con
nuestros deberes para ganarlos.
Y nos podemos dar cuenta que el problema es
estructural desde el momento que revisamos el Artículo 31 de nuestra
Constitución Política, que habla sobre “Las Obligaciones de los Mexicanos”. ¡Es
tan escueto y limitado que cuesta trabajo entender el por qué no ha sido
reformado!
Como ciudadano le propongo al Presidente Enrique Peña
Nieto enviar un proyecto de Ley que agregue al Artículo 31 de la Constitución,
las obligaciones fundamentales que todos debemos cumplir para el bien del
país.Si queremos transformar a este país debemos cambiar hábitos rompiendo
paradigmas y exigiendo a todos que cumplan con sus obligaciones.
Y por ello indigna que, durante la toma de la Rectoría
de la UNAM, hace unos días, por parte de unos vándalos que obviamente
reclamaban supuestos derechos estudiantiles, los ex rectores de la institución
exigieran la liberación inmediata del inmueble, cuando en sus respectivas
administraciones se engendraron esos grupos violentos y esas tradiciones y
costumbres de tomar oficinas, hacer plantones y marchas que no resuelven nada y
por el contrario todo lo complican.
Debemos obligar a los funcionarios públicos de todos
los niveles, entre ellos los de organismos tan importantes como Pemex, CFE,
IMSS, ISSSTE, y otros, a que cumplan con sus obligaciones para las que fueron
designados.
Mientras no cumplamos nuestras obligaciones México va
a ser un país de fracasados.
Autoridades fracasadas porque no cumplen su obligación
de dirigir a la nación hacia mejores niveles de desarrollo, en todos los
sentidos. Padres de familia fracasados que no forman y orientan a sus hijos
para ser excelentes ciudadanos. Representantes populares fracasados que no
legislan adecuadamente. Comunicadores fracasados que solo repiten lo que les
dicta el grupo de poder de su conveniencia. Empresarios fracasados que
requieren del subsidio, el monopolio y la concesión negociada para echar
adelante sus compañías.
Mención especial se merecen los maestros que, entre
otros elementos, manifiestan su fracaso como ciudadanos cuando exigen su “derecho”
a heredar las plazas de trabajo a sus hijos, cancelándoles la decisión más
importante del ser humano que es decidir su vocación, usando su imaginación,
inteligencia y talento.
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