Inflación,
carestía, ausencia de obra pública, presupuestos incompletos, pérdida de
productividad, desempleo, disminución del gasto público y un
crecimiento mediocre que aumenta la tensión social, la ira y la
inconformidad. Paisaje actual de México, minimizado por Luis Videgaray.
Para el Secretario de Hacienda no hay de qué preocuparse, pues todo está
dentro de la normalidad. Su diseño, después de todo, es el que está
prevaleciendo en la estrategia del Gobierno de Enrique Peña Nieto.
Videgaray está haciendo en la tesorería nacional lo mismo que hizo
durante los dos primeros años como responsable de la tesorería del
Estado de México en el Gobierno local de Peña Nieto, cuando deshidrató
la economía para que todos se apretaran el cinturón y, medio año antes
de las elecciones federales intermedias, abrió la llave del presupuesto
para que en la bonanza, los electores se olvidaran de los malos momentos
y votaran por el PRI. La receta fue exitosa, y la repite el doctor
ahora, aunque no está claro si el paciente aguantará.
El caso más claro de cómo está secando a gobiernos estatales, es no
entregarles los presupuestos, con lo cual ha coadyuvado a la protesta
magisterial que tiene frenada la Reforma Educativa, porque aún a los
maestros que no están en rebeldía, sus salarios tardan en llegar. El
menos visible tiene que ver con los compromisos del Presidente Peña
Nieto de este año, donde las cuentas no salen y es posible que tengan
que reprogramar las entregas. La Cruzada contra el Hambre es el
paradigmático. Los técnicos del Presidente no hicieron las corridas
financieras adecuadas y lo están metiendo en problemas para cumplir lo
ofrecido. Pero no quieren ver el elefante en la sala. El mediocre
crecimiento de 1 por ciento durante el primer trimestre, tampoco es un
dato negativo para Videgaray, que lo ve natural.
Cómo se esperaría mejor comportamiento de la economía si México lleva 30
años estancada, aclara. Cómo crecer y elevar la calidad de vida del
mexicano si no hay productividad, afirma. Pero ya viene y, por cierto,
que nadie se preocupe que existan 16 mil millones de dólares en
capitales golondrinos, porque obedece a que los países industriales no
terminan de salir de sus crisis y hacer ajustes, por lo que el dinero en
las bolsas siguen encontrando en naciones emergentes como México, mejor
rendimientos.
El doctor Videgaray lo ve bajo el tamiz técnico. En el mundo real, como
el de la mayoría de los 117 millones de mexicanos, la inflación se elevó
4.65 por ciento por el aumento en las gasolinas y en los productos
agropecuarios. El transporte público, en el cual se desplaza la mayoría
de los trabajadores, se incrementa mensualmente 6.24 por ciento, una
tasa superior al mejor aumento de la mejor negociación salarial.
Sectores como en el de la construcción, el referente de los indicadores
de los macroeconómicos, el despido de obreros va en aumento. El
superpeso no ayuda. Un peso sobrevaluado como el actual perjudica las
exportaciones, a la industria maquiladora –gran pilar de la economía
mexicana-, y al empleo.
El gobernador del Banco de México, Agustín Carstens ha venido alertando
desde hace semanas sobre el mal comportamiento de la economía,
sugiriendo que podría modificar la tasa de interés. Si esto sucede, se
puede congelar la reciente reforma del crédito, pues el dinero se
volverá a poner caro para quien solicite un préstamo. Además, también
podría suceder que el flujo de capitales golondrinos, ante la baja de
utilidad frente a otros mercados, vuele de una manera tan veloz como
llegaron en los 12 últimos meses, y golpeen el tipo de cambio en forma
brusca y distorsione los precios en la economía.
La economía mexicana, tan profundamente globalizada, depende de factores
exógenos que no se pueden controlar desde la Secretaría de Hacienda. El
Banco de México puede ayudar a prevenir y tomar medidas que eviten
descalabros, pero hay otras acciones donde no puede hacer nada. Tal es
el caso de la deshidratación económica que lleva a cabo Videgaray, quien
parece olvidar que Toluca no es la Ciudad de México, ni las finanzas
estatales son iguales a las nacionales, ni los problemas locales tienen
el mismo comportamiento que los nacionales. De eso, aprenderá rápido. |
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