Venezuela: La oscuridad antes del amanecer
Por Leopoldo López
El Nacional, Caracas
El martes
pasado fuimos testigos de un nuevo capítulo de la agenda fascista de los
enchufados, cuando miembros de la bancada del PSUV golpearon de manera salvaje
a varios diputados de la Mesa de la Unidad Democrática en la Asamblea Nacional.
Una acción
cobarde, dirigida desde el presidio del Parlamento y que quisieron mantener en
la oscuridad con la colaboración de un sistema de medios públicos cómplice.
Afortunadamente, la golpiza fue registrada por los celulares de algunos
testigos valientes, que evadieron los cateos de los esbirros del Parlamento y
documentaron un testimonio contundente de la brutalidad instalada en los
estrados oficiales.
Pocos días
antes, el ministro Miguel Rodríguez Torres escribió otra página lamentable de
esa agenda fascista al detener con una maniobra cobarde e indigna al general
Antonio Rivero, dirigente nacional de Voluntad Popular y primer preso político
de Nicolás Maduro, incriminado en una olla infame montada con la complicidad de
fiscales y jueces compinches de los voceros oficiales.
Sabemos que
esta agenda de persecución intenta intimidarnos, hacernos retroceder, renunciar
a nuestras convicciones; pero pierden su tiempo. No lo lograrán. No
abandonaremos la lucha digna y decidida por conocer la verdad de lo que ocurrió
el pasado 14 de abril. Seguiremos defendiendo la sagrada voluntad popular, y
reivindicamos nuestro compromiso con la defensa de los derechos de todos los
venezolanos.
Para nosotros
la paz es una convicción, una forma de acción política; para ellos, es una
palabra hueca, perdida en un discurso aburrido. El Gobierno no puede hablar de
paz cuando cada día mueren a manos del hampa 55 venezolanos; no puede hablar de
paz si transmiten, en cadena nacional, imágenes que instigan a la violencia; no
puede hablar de paz si desde el Parlamento se pretende silenciar a una bancada
que representa la voluntad de más de la mitad de los venezolanos.
Sabemos que en
los próximos días intensificarán la persecución, porque los enchufados carecen
de legitimidad para encabezar el Estado, de capacidad para resolver los
problemas del país y, lo más grave, carecen de liderazgo. Nicolás no es más que
el cabecilla de un grupito que ha desatado la violencia y la persecución por el
temor de perder los privilegios que han disfrutado desde las alturas del poder.
Y esta
persecución no se enfoca solamente en los dirigentes políticos; los empleados
públicos llevan semanas sufriendo los abusos de burócratas como el ministro de
Vivienda y Hábitat, Ricardo Molina, y decenas de funcionarios que abusan de su
poder para humillar y perseguir a padres y madres de familia que trabajan en
organismos del Estado. Por eso, hoy más que nunca está vigente la lucha por las
reivindicaciones laborales.
Maduro repite, hasta
el cansancio de su auditorio, que él es el primer presidente obrero de
Venezuela. Patrañas. No conozco a un solo trabajador que llegue al poder para
perseguir a sus compañeros, que evada la discusión de cientos de convenciones
colectivas vencidas en el sector público, y que apruebe un aumento de salario
chucuto frente a un paquetazo que incluyó una devaluación de 46,5%.
La crisis
política va en aumento, y un gobierno débil e incapaz se volverá cada vez más
peligroso, más violento, más agresivo. Pero sus ataques y abusos sólo nos dan
más fuerza para mantenernos firmes, en la lucha, porque sabemos que la noche se
vuelve más oscura justo antes del amanecer. Es el momento de mantenernos
unidos, movilizados y comprometidos con la democracia y el futuro de nuestros
hijos. Fuerza y fe, Venezuela.
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