03 mayo, 2013

Violencia autónoma

José Rubinstein

Violencia autónoma
Autonomía es la capacidad de tomar decisiones sin intervención ajena. Autonomía universitaria es la independencia de la universidad pública con respecto al poder político o administrativo, encauzada primordialmente a designar de forma directa mediante elecciones internas a sus distintos órganos de gobierno, preservando así a la institución de las luchas partidistas del poder público.


Siendo rigoristas, el concepto de autonomía no se cumple a plenitud a partir del momento en que la Universidad Nacional Autónoma de México es subsidiada económicamente por el Estado, sin embargo cuando la misma es asaltada y profanada por grupúsculos de vándalos sin representación ni autorización de sus compañeros, la universidad se paraliza, dejando instalaciones, mobiliario y documentación oficial a merced de una caterva de salvajes que recién matriculados, pretenden instruir al Consejo Universitario sobre la forma de conducirse e intervenir en  las asignaturas y planes de estudio a seguir. Quieren enseñar antes de aprender.
Albricias, los jóvenes encapuchados habiendo culminado su irrupción de 12 días en un espacio declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad, han tenido a bien aceptar dialogar con el rector de la UNAM,  quien los conminó a quitarse la capucha a fin de poder ser identificables. Veinte chamacos inidentificables mantuvieron en jaque a 330 mil 362 estudiantes universitarios. Todo sea en nombre de la autonomía.
Por su parte, los agresivos sectores del magisterio han rebasado los límites que separan a una pacífica manifestación de las ideas, con delictivos actos de barbarie y vandalismo, causales de severas condenas penales. Hemos sido mudos espectadores de allanamientos, profanación, saqueos, destrucción e incluso incendios en las oficinas de los diversos partidos políticos en Chilpancingo, del lanzamiento de rocas hacia vehículos que transitan por la Autopista del Sol, ruptura de cristales en tiendas departamentales e incluso destrozos de instalaciones en dependencias gubernamentales. Lamentablemente la rijosidad magisterial se extiende especialmente a Oaxaca, Michoacán, Durango, Estado de México, Jalisco y obviamente zona metropolitana.
Cómo no celebrar el Día del Trabajo. Los desmadrosos a domicilio que recién liberaron la Torre de Rectoría, raudos y veloces se trasladaron al Centro Histórico para incorporarse a los actos vandálicos, de los cuales resaltó la franca provocación hacia impávidos granaderos que como estoicas figuras de piedra sostenían sus escudos, recibiendo empellones, garrotazos y ofensas al por mayor. Los patos tirándole a las escopetas, ¿hasta cuándo? Los edificios de Correos y el del Banco de México, Patrimonio Nacional, dañados a base de tubos, cadenas, palos, piedras y petardos. La ceremonia del 1 de mayo remató frente a Televisa, donde al unísono, los delincuentes agredían granaderos gritando: “Muerte al Estado, que viva la anarquía.”
En Chilpancingo, el alebrestado y consecuentado magisterio derribó la puerta de la Casa de Gobierno apedreando a guardias de seguridad. La respuesta de cajón por parte del gobernador: “Se aplicará la ley con rigor”. Repito, ¿hasta cuándo?
Estoy convencido de que el común denominador en todos los desmanes que vienen ocurriendo, cada vez con más saña y agresividad es el afán de “chingar” —con la venia de Octavio Paz—,  considerando el término en su acepción de molestar, zaherir, burlar, perjudicar, echar a perder, frustrar, incomodar, picar, herir, rasgar, violar, destruir, sobre todo violentar.
La autonomía universitaria subsistirá aun con la intervención de la fuerza pública en casos extremos, el gobierno tiene la suprema responsabilidad de resguardar la paz pública, la tolerancia debe tener un límite, mañana podría ya no ser posible.
Hasta ahora, prevalece la autonomía de la violencia.

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