24 mayo, 2013

Y Granier se robó el edén

Jorge Fernández Menéndez

Y Granier se robó el edén
El ex gobernador de Tabasco, Andrés Granier, argumentó, hace apenas unos días, que aquella grabación en la que se le escuchaba presumir de poseer cientos de trajes, zapatos, camisas y pantalones, de sus casas en México, Miami y Cancún, de sus paseos por Rodeo Drive, eran el producto de una mala borrachera durante una fiesta, donde había “alardeado”, dijo, de propiedades que no tenía. También decía allí el ex gobernador que cuando iba a su estado tenía que andar en “fachas”, disimular, en otras palabras, su riqueza.

Pues bien, el camuflar la riqueza parece ser norma entre quienes estuvieron en la administración de Granier, aunque, como bien dicen, sólo hay dos cosas que no se pueden disimular: la riqueza y la estupidez. José Saiz Pineda, ex secretario de Administración y Finanzas del estado, mandó a construir un pequeño taller que funcionaba también como oficina. Ubicado en una zona popular, en el Ejido Lomitas, nada distinguía a ese taller de los muchos otros que allí conviven.
Ahora el taller construido apenas en diciembre pasado, es visto en forma completamente diferente. Dentro fueron hallados 88 millones 560 mil pesos en efectivo que, según la Procuraduría General de Justicia del estado, están relacionados con la investigación del desvío de recursos del erario durante el gobierno de Granier.
Tendrá que ser la justicia la que determine lo sucedido, la que compruebe la veracidad de la acusación y tendrá que ser el ex funcionario el que trate de justificar semejante cantidad de efectivo escondida en ese taller, pero lo que no se puede ocultar es el evidente desastre administrativo y los malos manejos, incluida una altísima dosis de corrupción, en la que incurrió el gobierno de Granier.
Más allá (o más acá) de cientos de camisas, trajes y zapatos, más allá de borracheras y decomisos millonarios de dinero, hay datos duros que no se pueden soslayar. Uno de ellos es el de la deuda estatal. La deuda en Tabasco es de 17 mil millones de pesos, según confirmó en febrero pasado, el gobernador de ese estado, Arturo Núñez, lo que representa siete mil millones de pesos arriba del monto que había reportado el ex gobernador Granier al dejar el gobierno. La cifra, sin embargo, no es siquiera definitiva, porque siguen apareciendo acreedores constantemente. Existe sin que fueran consignados adeudos a proveedores, gastos no reportados, adeudos bancarios que tampoco fueron consignados, además de un adeudo en revisión de 865 millones de pesos con la Comisión Federal de Electricidad, hay un faltante de mil 900 millones de pesos de programas federales que no se aplicaron y una larga lista adicional de irregularidades. La deuda significa más de la mitad de todo el presupuesto del estado que es de alrededor de 36 mil millones de pesos.
No es un problema de ideologías o partidos: el gobierno de Arturo Núñez, un político serio y respetable, es obviamente perredista, y el Granier fue priista, pero hemos visto lo mismo en entidades gobernadas por el PAN, por el PRI y por el PRD. En los estados donde no hay controles, donde no funcionan los equilibrios de poder, donde los gobernadores son (o se sienten) una suerte de señores feudales, las tropelías se repiten un día sí y el otro también. Tabasco era de esos.
Granier, un químico con un escaso bagaje político, en un estado con pesos pesados de la política federal y local, llegó a la gubernatura como un personaje serio, de bajo perfil y que prometía administrar con honradez. Ocurrió todo lo contrario y su personalidad también se fue modificando con el tiempo. Aunque usted no lo crea, como ha sucedido con muchos mandatarios estatales sin ninguna visión nacional, Granier llegó a pensar que podía trascender a la política federal, incluso que podría ser candidato presidencial. Dicen que cuando comprobó que en ese terreno no tenía mucho por hacer, fue cuando comenzó el saqueo de las arcas estatales que se acrecentó en los últimos meses de gestión, quizá pensando en que de llegar a la presidencia Enrique Peña Nieto tendría algún tipo de protección, y quizá también porque el proceso interno de elección de aspirante en el priismo local fue particularmente desaseado por la insistencia en colocar gente de toda la confianza del propio Granier… los que eran cada día menos.
Pasó lo que tenía que pasar: las elecciones locales fueron ganadas por Núñez, que se llevó prácticamente todo el estado y se entregaron las finanzas estatales en situación catastrófica. No sé qué pensará Granier, pero no creo que tampoco vaya a tener protección de la administración de Peña Nieto. Al contrario, para el presidente Peña, hacer justicia contra un gobernador, sea o no priista, que aparentemente se cansó de vaciar las arcas públicas en su beneficio, no puede ser más que una asignatura necesaria y una medida cautelar de cara al futuro.

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