08 junio, 2013

China, mercado y Estado


China, mercado y Estado

Pablo Hiriart

Desde la firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, en 1994, que no se tocaba una puerta tan importante como la que se abrió ahora con la visita del presidente de China, Xi Jinping, a México.

Aún no hay TLC con China, pero lo que vimos son pasos firmes hacia la diversificación de nuestro comercio con la segunda economía mundial, que al cabo de unos años será la primera.

Para México el mundo no se agota en los 3 mil 200 kilómetros de frontera con Estados Unidos, y nos volvemos a sentir parte de la aldea global, no como un apéndice, sin voz de nuestro principal socio comercial.


Desde luego que la relación prioritaria para México es y seguirá siendo con Estados Unidos, por un designio geográfico, por vocación democrática y porque así nos conviene como país.


Pero Estados Unidos no es la única ventanilla con la cual tener una vinculación comercial de relevancia.


China es el principal acreedor de bonos del Tesoro de Estados Unidos, que es el país más endeudado del mundo.


China es un país importador neto de materias primas, concretamente de petróleo, mientras en Estados Unidos se inicia el proceso de relevo del petróleo por el gas Shell, que tienen en abundancia, y nosotros también.


En China habrá siempre un potencial comprador de hidrocarburos, porque no tiene y lo necesita para sostener su crecimiento, que ha alcanzado cifras cercanas al 10 por ciento anual.


Y China es también un ejemplo al cual mirar, pues en dos décadas sacó de la pobreza a 680 millones de habitantes.


No se trata de imitar la parte autoritaria de su régimen político, pero sí de tener un referente cierto, incuestionable, de los beneficios de libre mercado.


Si hay un estigma hacia el modelo estadounidense de propiedad privada, libre mercado e iniciativa individual, veamos a China, que al abandonar los dogmas del marxismo estadista y sumarse al libre mercado se apunta ahora como la nación de mayor crecimiento económico del planeta.


Y veamos a China, donde el fin de la pobreza no se entiende sin la participación central, activa, del Estado.


Es mucho lo que hay que comerciar con China, es cierto. Y es mucho lo que hay que aprender.


Enhorabuena por la visita de Xi Jinping y por la visión política de estadistas que la hicieron posible en estos días.

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