El secreto de
la política es uno de los grandes misterios que siempre ha despertado
pasiones, ha provocado que se funden institutos, programas especiales de
universidades, facultades de ciencias políticas. Sin embargo, hay un
ingrediente de la política que fortalece o debilita a los hombres que la
practican, obviamente a los países en donde la practican: La economía.
Un político con una economía próspera, normalmente se le enaltece como
"un gran político", y viceversa, un líder con una economía enferma,
difícilmente se podrá ganar el calificativo.
La historia económica del mundo confirma mi aseveración una y otra vez.
Sin embargo, el ejemplo más dramático lo encontramos en la elección
presidencial de los EU de 1980, en la cual un Carter, con una economía
que cojeando se dirigía hacia una de las más graves crisis de los
últimos 30 años, fue vergonzosamente derrotado por un Ronald Reagan
quien trasmitía al pueblo americano la visión de una nueva era la cual
él definía con la frase: "Voy a quitarles al gobierno de sus espaldas".
Con ello comunicaba el final de otra era, la del expansivo gobierno que
había iniciado la toma por asalto del país desde los años 30 con el New
Deal de Roosevelt. Reagan así procedió a sentar las bases para uno de
los periodos de prosperidad más largos de la historia. ¿Cuál era su
arma? El regreso a lo básico; dejar operar las leyes de oferta y
demanda.
Fue también la economía lo que hiciera a Bush Sr. perder la elección de
1992 con el grito inventado por el diabólico James Carvill; "es la
economía estúpido". Con ello Clinton iniciaría un mandato de ocho años
de prosperidad insólita, cortesía de las reformas estructuradas en los
80. Cuando Clinton intentó cambiar el rumbo tratando de "humanizar" su
manejo, el pueblo americano le envió su mensaje de protesta eligiendo en
1994 un Congreso Republicano por primera vez en los últimos 40 años.
Pero ese mago de la política, entendió de inmediato la misiva y
contratando al asesor celestial, Dick Morris, sufrió la misma
transformación que luego vivió Tony Blair para convertirse en un pequeño
Reagan.
Sin embargo, ahora nos encontramos ante una situación muy especial.
Barak Obama ha iniciado su segundo mandato al frente del ejecutivo en
los EU y cada día apunta más la proa del barco hacia el socialismo que
Mises calificara como intervencionismo. En estos momentos ya hay gran
preocupación entre los verdaderos libertarios americanos por el rumbo
que ha tomado esta administración. Los EU se encuentran en la expansión
de gasto gubernamental más grande en toda su historia. El gasto de
beneficio social se ha incrementado más que en las últimas 10
presidencias y la deuda del Gobierno se ha incrementado más que todas
las presidencias desde la fundación de los EU como nación independiente.
Aun cuando algunos economistas atribuyen esto al programa de estímulo
de la economía, es más bien una bomba de tiempo a punto de explotar.
Durante los últimos 10 años la actividad de la economía que más
crecimiento ha tenido en los EU, es el gobierno. En la raquítica
recuperación de la que presume Obama, la economía crece a un promedio de
0.5 por ciento, pero para el sector gubernamental no hubo recesión pues
su gasto se expandió en un 30 por ciento. La información disponible nos
indica que durante el primer trimestre de este año la actividad de la
iniciativa privada tuvo un repunte de un 2 por ciento, lo cual confirma
que la recuperación ha tomado su paso, pero a paso de mula hispiada y
muy espueleada. Ahora, también nos indica la tendencia de que el gasto
gubernamental crecerá más del triple. A este paso, el famoso derrochador
Tip O´Nill con sus soldados como Ted Kennedy y el resto de congresistas
demócratas que siempre se les describía gastando como marineros
borrachos, palidecerán y serán considerados "tacaños".
Sin embargo, ante este confuso panorama, hay diversos acontecimientos
que no sólo preocupan, ya han causado alarma: Primero, el ya tan cantado
Obamacare abraza el país entero en una borrachera de intervencionismo.
El aumento de impuestos ejecutado por Obama al inicio de este año, es
sólo la punta del iceberg que apunta hacia la estabilidad de la nave y
hasta su posible hundimiento.
Pero más preocupante ha sido el decreto con el visto bueno del Congreso y
ya firmado ley por el Presidente en el cual se aprueban cientos de
millones de dólares de nuevos subsidios a la agricultura americana. La
historia nos dice que el incremento en subsidios y garantías distorsiona
el proceso natural de los mercados provocando precios bajos, y eso nos
lleva a la necesidad de más subsidios. Ya los agricultores de Florida
han intentado restringir las exportaciones de legumbre mexicana en una
actitud proteccionista estilo Japón de los años 60.
Entre 1995 y 2002 el contribuyente estadounidense les repartió más de
$150 mil millones de dólares a los agricultores y en 2002 el Presidente
Bush elevó los subsidios a $200 mil millones de dólares. En perspectiva,
considérese que en 2000 solamente el gasto estadounidense en subsidios
agrícolas excedió el PIB total de más de 70 naciones.
El patito feo del proceso mundial liberatorio de de las economías ha
sido la agricultura que permanece en una situación completamente
artificial. Los EU han sido los líderes de este movimiento liberador,
sin embargo, no lo han llevado a su agricultura. Esto ha provocado que a
nivel mundial las tarifas de importación de productos agrícolas se
hallen estacionadas en un 65 por ciento promedio, mientras que el
promedio de todo el resto de productos no llega al 5 por ciento.
En esta era en la cual finalmente se había iniciado el proceso de
liberalizar la agricultura a nivel mundial, los EU se dirigen hacia el
rumbo opuesto. El mismo Comisionado de Agricultura de los EU afirma: "No
podemos negociar sobre las bases de hagan lo que digo, no lo que yo
hago". Esta nueva ronda de subsidios viola los acuerdos de la Ronda de
Uruguay y, más grave, amenaza el establecimiento de nuevos acuerdos de
libre comercio a través del mundo. Los agricultores americanos no
necesitan limosnas, deben de entender que la liberalización les abre
oportunidades más interesantes. Desde la implementación del TLC las
exportaciones de productos agrícolas a México se han duplicado -la gran
queja de los agricultores mexicanos.
Este cambio radical de la posición de Obama tendrá una serie repercusión
en la agricultura mexicana que ya se encuentra boqueando y llorando por
más de lo mismo; subsidios, capital, apoyos que en primer lugar el
Gobierno no tiene y además no debe ya ser su papel, y en segundo,
concurren a provocar un caos mundial de la actividad más grande del que
hemos vivido durante años por falta de "valor político" para estacionar
esta actividad en el mundo real; el mundo del mercado. "Negros
nubarrones en la sequía de los agricultores de Sonora y Sinaloa". |
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