El estilo y
el tono no son nuevos. A muchos les molestan. Pero en 2000 fueron muy
exitosos. Lo llevaron a Los Pinos. Nadie ha olvidado "el mariquita" y
"mandilón" que le endilgó a Francisco Labastida durante la campaña por
la Presidencia de la República.
Ahora, Vicente Fox ha hecho una declaración que levantó ámpula. No sólo
se pronunció por la legalización de la mariguana, sino a pregunta
expresa: ¿Usted le entraría a este negocio? Respondió: "Una vez que sea
legítimo y legal, claro, soy agricultor, puedo hacerlo, sí; el día que
sea legítimo y esté aprobado como una industria, productores de todo
tipo pueden participar."
Eso bastó para que López Obrador, el mocho mayor de "las izquierdas",
como ahora se dice, condenara tajantemente al ex Presidente: "Nunca
había habido un presidente con tanto desparpajo y tan irresponsable como
Fox, quien se dedica a promover la venta de mariguana".
Más allá de las estridencias, que lo son porque irritan a las "buenas
conciencias", como el "rayito de esperanza", Fox no se equivoca. Las
razones para legalizar (o regularizar) la producción, distribución y
consumo de mariguana son de orden racional, pero también de simple
sentido común.
Porque nadie, con tres dedos de frente, puede cerrar los ojos ante lo
que está ocurriendo del otro lado de la frontera y, menos aún, negar el
impacto que todo eso tendrá en México, América Latina y el resto del
mundo.
La mariguana tiene un uso medicinal científicamente comprobado. Pero
además, por si hiciera falta una prueba adicional, decenas de miles de
estadounidenses la utilizan diariamente con ese propósito. Por eso en 18
estados de la Unión Americana, más el Distrito de Columbia, sede
federal, donde se encuentra Washington, está legalizado su uso
medicinal.
Pero no sólo eso. Los estudios científicos más serios (notablemente el
de Nutt, King y Philips en Gran Bretaña), sobre los daños que ocasionan
las diferentes drogas, muestran que la mariguana es mucho menos nociva
que el alcohol y el tabaco.
Las cifras hablan por sí mismas: según estimaciones de organizaciones de
salud, mientras que por tabaquismo mueren 5 millones de personas y por
alcohol 2 y medio millones anualmente en el mundo, por el consumo de
mariguana no se registran decesos.
De hecho, esos fueron, en parte, los argumentos que se esgrimieron en
los estados de Colorado y Washington para abogar por la legalización de
la mariguana con fines recreativos.
Vale, por lo mismo reiterar, que más allá del impacto real que tendrá en
México la legalización de la mariguana con fines recreativos o
medicinales, los argumentos y los hechos que respaldan esa propuesta, ya
en marcha, son racionales y tienen fundamento científico.
De lo que se puede concluir, que el proceso de legalización de la
mariguana en los Estados Unidos con fines medicinales o recreativos
seguirá su marcha inexorablemente. La pregunta, en consecuencia, no es
si habrá o no más estados que se sumen a Colorado y Washington, sino
cuántos y a qué velocidad.
El propio gobierno de Obama ha adoptado una posición más que prudente
ante este proceso. En diciembre del año pasado, a pregunta expresa de
Barbara Walters sobre la legalización en Colorado y Washington, el
Presidente respondió que su gobierno tenía otras prioridades que
perseguir a los consumidores en esos estados.
Y más recientemente, William Brownfield, subsecretario de Estado para
Asuntos Internacionales de Narcóticos, dijo que legalizar la cocaína, la
heroína, la metanfetamina, y las drogas sintéticas constituiría cruzar
una "línea roja" para Washington.
Pero curiosamente, como lo advirtió Mark Kleiman, Brownfield dejó la
mariguana de este lado de la "línea roja". Lo que es particularmente
llamativo si se toma en cuenta que según la clasificación de la DEA (y
la ONU) la mariguana está en el nivel peligrosidad 1, junto con la
heroína.
El giro y la prudencia de la Casa Blanca son fácilmente explicables.
Aplicar la ley a rajatabla en 18 estados y Columbia para prohibir el uso
de la mariguana con fines medicinales es imposible. Pero es igualmente
complicado hacerlo en los estados de Colorado y Washington, dado el
sistema federal estadounidense.
A lo que hay que añadir un dato crucial. Según Gallup, el 52 por ciento
de los estadounidenses está ya a favor de la legalización de la
mariguana. Y ese porcentaje se acrecentará conforme pase el tiempo
porque las generaciones más jóvenes reemplazarán a las más viejas.
Por otra parte, en América Latina el movimiento a favor de la
legalización de las drogas también avanza. Ahí está la reciente
resolución de la OEA, que favorece la apertura de un debate sobre la
estrategia prohibicionista, y el impulso que le han dado los presidentes
Santos (Colombia), Pérez Molina (Guatemala) y Múgica (Uruguay).
Al respecto, el dicho de Juan Manuel Santos sigue siendo preciso y
puntual: cómo explicarle a un campesino que deberá ir a la cárcel por
cultivar mariguana, si en los Estados Unidos se está convirtiendo en una
actividad legal.
Ante este panorama, que es complejo pero muy claro en sus tendencias y
consecuencias, el gobierno de México ha adoptado una posición obtusa y
conservadora. Nadie esperaba que el nuevo Secretario de Relaciones
Exteriores se convirtiera en adalid de la legalización de la mariguana.
El pragmatismo obliga.
Pero tampoco era ni es necesario que se atrinchere en una posición
conservadora, que desde el inicio condena la despenalización de las
drogas. El alineamiento ciego con los Estados Unidos no es la mejor
receta. Y menos aún, cuando el fracaso del prohibicionismo es evidente y
el mismo gobierno de Obama está adoptando una posición prudente y
pragmática.
Vicente Fox tiene razón. Es hora de abrir el debate y efectuar un giro.
México y América Latina han pagado un precio demasiado alto por
prácticamente nada. |
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