03 junio, 2013

La corte de la estupidez


Francisco Zea
Beristain tiene un video circulando en donde regaña a un policía por el delito de parar a una candidata perredista por una infracción. 03/06/2013 02:15
La corte de la estupidez
Ahora resulta que en México tenemos tal cantidad de ladies y lores suficientes para que palidezca la corte de Carlos V. La semana anterior dábamos cuenta de las tropelías del presunto ratero, Granier, el hombre que compra en los lugares más caros del mundo pese a no saber pronunciarlos. Ahora acudimos al ridículo y prepotencia de la senadora (deberíamos decirle dormidora) Luz María Beristain. Pero no es la primera vez que ocurre; nuestra representante en la más alta tribuna del país, que por cierto debe de ser muy cómoda, a la luz de cómo duerme cuando está en sesión, o medita o ve en su interior, también tiene otro video circulando por las redes sociales en donde regaña a un policía por el delito de parar a una candidata perredista por una infracción de tránsito.


Esta clase política de paupérrimas intelectualidad y clase, piensa en su fuero interno que todos actuamos como ellos por el perverso aliciente de tener un efímero puesto en el cual incrementarán su prepotencia y defraudarán a la ciudadanía, inventando gestiones para obtener créditos para ampliar un aeropuerto que no lo necesita. Si tenía que inventar algo, podría haber dicho que gestionaba la construcción del aeropuerto de Playa del Carmen. Esta cínica se suma a la “tremenda corte” de ladies y lores que pueblan la corte de la estupidez y la ignominia. Desde el etílico ridículo protagonizado en agosto de 2011 por las conocidas intelectuales especialistas en Hegel, Azalia Ojeda y Vanessa Polo, en el cual regañan y hasta golpean a unos policías que les reclaman por manejar ahogadas en alcohol, pasamos por el tristemente célebre Miguel Sacal Smeke, que golpeó a un empleado de su edificio por negarse a cumplir una tarea que no le correspondía. Continuando la ignominiosa lista con el orgullo del nepotismo de Humberto Benítez, su hija Andrea tuvo el acierto de dejar sin trabajo a su padre, un hombre capaz y que había sido responsable en su trayectoria como servidor público. Pasando por más cortesanos de la Roma, Celaya y Playa del Carmen y otras latitudes, terminando con la mártir de la gestión pública, esa heroína de la patria que duerme en su curul de Reforma.
Lo importante de este análisis no es la gente idiota que en algún momento cree que el dinero o su puesto público les da ciudadanía de otro planeta. La estupidez es un mal endémico pero en primer lugar podemos observar un desprecio importante tanto a la ley como a la autoridad. En segundo lugar, la importancia de las redes sociales en el empoderamiento (por cierto que odio el término, pues se lo escuché por primera vez a la inefable Marta Sahagún) de los ciudadanos como un eficiente método de denuncia y de acotar los excesos de funcionarios y ciudadanos.
Las redes sociales han sido definitivas en denunciar excesos, pero por el otro lado han sido en sí mismas el lugar de los excesos anónimos. El vacío legal que tiene el funcionamiento de las redes sociales me parece peligroso, por decir lo menos. Las redes sociales deben de contar con la garantía de la libertad de expresión pero por otro lado no pueden ser utilizadas para el insulto y la amenaza sin rostro. La difamación se ha vuelto algo común a través de Twitter y Facebook. Adicionalmente, el fenómeno de cuentas fantasmas controladas por empresas que ofrecen servicios a políticos para cambiar tendencias y lograr tópicos es peligroso también en una sociedad desinformada. Creo que la libertad de expresión no debe jamás de ser acotada pero sí implica el ejercicio responsable de la misma y una vigilancia inteligente de la autoridad a través de la emisión de una ley moderna y completa.
Me aterra la decisión de muchos políticos y empresarios de emprender acciones por lo que se dice en las redes. Los políticos deben de entender que Twitter no puede substituir a los medios de información tradicional. Para entender el asunto, en sólo dos de cada diez hogares mexicanos se cuenta con acceso a internet, es decir, en un país de más de 115 millones de mexicanos sólo 40 millones tienen acceso a la red. Por lo tanto, es inaceptable que el Presidente de la República anuncie la reducción de la brecha digital, precisamente por Twitter.
En otros países la influencia de las redes sociales ha sido determinante para la resolución incluso de elecciones, pero en México hasta que no se reviertan las cifras del acceso a internet no será un medio eficiente de comunicación y por lo pronto es magnificado por políticos y empresarios.
De la misma forma existe otro dato que me cuesta trabajo interpretar. Según un estudio de la OCDE, los mexicanos somos los que más trabajamos de los países miembros, con dos mil 200 horas frente a un promedio de mil 776 horas de la organización. De la misma forma se reveló que los mexicanos somos los latinos que más navegamos de todos los países de Latinoamérica. Luego, entonces, si sólo 20% de los hogares tiene internet, quiere decir que en el trabajo nos la pasamos tuiteando y actualizando el Facebook. Esto explica que aunque trabajadores, no rendimos. En fin, es una cuestión cultural pero que nos retrata como sociedad.
En el estribo. El viernes pasado el Senado francés rindió un homenaje al actual coordinador de los diputados priistas, Manlio Fabio Beltrones. El mismo fue un merecido premio a su actuar en la peor época de las relaciones entre ambas naciones desde la Guerra de los pasteles, que evidentemente estuvo enmarcado en el conflicto por el caso de Florence Cassez. Según fuentes diplomáticas francesas, la actuación de Beltrones fue fundamental en lograr que no se rompieran relaciones entre México y Francia. Merecido reconocimiento. Honor a quien lo merece.

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