12 junio, 2013

La epifanía de libre comercio de Joe Biden

La epifanía de libre comercio de Joe Biden

Printer-friendly versionSend to friendpor Mary Anastasia O'Grady

Mary Anastasia O’Grady es editora de la columna de las Américas del Wall Street Journal.
El vicepresidente de EE.UU. Joe Biden regresó de su gira por América Latina el mes pasado como un converso al libre comercio y un ferviente partidario de la paz que el ex presidente colombiano Álvaro Uribe llevó a su país. Al menos eso es lo que dijo en una columna editorial que se publicó en el Wall Street Journal la semana pasada.

Si Biden ahora constata el vínculo entre la prosperidad y el libre comercio, enhorabuena. EE.UU. forma parte de las negociaciones para el Acuerdo de Asociación Transpacífico, o TPP, un pacto propuesto de libre comercio entre un grupo de países asiáticos y las democracias de Canadá, Chile, Perú y México. Para que las negociaciones del TPP lleguen a buen puerto, el compromiso de EE.UU. es indispensable.
Pero soy escéptica. Las agendas proteccionistas, anti-desarrollo y colectivistas de los grandes sindicatos, los radicales verdes y la izquierda ideológica son parte del tejido de la política del gobierno de Barack Obama. El partido Demócrata de EE.UU. depende mucho de estos grupos para su financiamiento y el gobierno de Obama no se puede dar el lujo de ofenderlos. Cuesta creer que esté dispuesto a dejar de lado a algunos de sus donantes más generosos a cambio de una expansión del libre comercio que hará que las personas dependan menos del gobierno.
Resulta incluso más difícil creer que algo haya cambiado después de leer la editorial de Biden, que es una combinación de ignorancia sobre la región y revisionismo histórico.
Los residentes de la superpotencia del mundo no son conocidos por su conocimiento de otras tierras. Pero el informe simplista de Biden sobre la vida de los latinoamericanos debería avergonzar a los estadounidenses. Su vicepresidente aparece como una caricatura del estereotípico gringo, tratando a los habitantes de la región con aire condescendiente y atribuyéndose el éxito de los latinoamericanos cada vez que puede.
Biden tuvo una verdadera revelación cuando visitó un "cultivo de flores cerca de Bogotá" y halló que "un cuarto de los trabajadores son mujeres que son cabeza de familia". Los colombianos no solo cultivan flores, descubrió, ¡si no que también las exportan! "Los claveles y las rosas que cortaban llegarían a tiendas en EE.UU. en cuestión de días, libre de impuestos". La floricultura colombiana, explicó el vicepresidente, es "solo una señal del florecimiento económico registrado en el año desde que entró en efecto un acuerdo de libre comercio entre EE.UU. y Colombia".
Esto no ocurrió precisamente así, señor Biden. Los colombianos han cultivado flores para exportar a EE.UU. durante décadas y las mujeres por mucho tiempo han jugado un papel importante en ese mercado. Uno de los momentos más notables en la historia del sector fue la aprobación en 1991 de la Ley de Preferencias Arancelarias Andinas, o ATPA, por sus siglas en inglés. El ATPA recortó los aranceles estadounidenses a las importaciones de una serie de bienes —incluyendo flores— provenientes de la región para impulsar alternativas económicas al comercio de narcóticos.
Para abril de 2007, cuando el gobierno de George W. Bush envió el acuerdo de libre comercio entre EE.UU. y Colombia al Congreso para ser ratificado, la industria de exportaciones de flores prosperaba. Un motivo era el acceso preferencial, otorgado por el Congreso, al mercado de EE.UU. Biden ciertamente conoce el ATPA puesto que votó en contra de su reautorización en agosto de 2002.
Ese año no se les olvidará fácilmente a los colombianos ya que el país estaba siendo desbordado por los terroristas de las FARC y Uribe fue elegido presidente. Durante los próximos ocho años, el ex gobernador de Antioquía, cuyo padre había sido asesinado por las FARC, trabajó incansablemente y corrió un gran riesgo personal para restaurar el orden. Como indica Biden en su editorial, el camino entre Bogotá y los cultivos de flores era "imposiblemente peligroso hace 10 años", aunque no le da a Uribe ni al ejército colombiano el crédito que merecen por ese cambio de fortuna.
A finales de diciembre de 2010, tuve numerosas conversaciones con funcionarios colombianos que esperaban con ansiedad ya que una versión modificada del ATPA (llamada ATP-DEA) aún no había sido renovada. El gobierno de Obama se negaba a enviar el acuerdo de libre comercio para su voto en el Congreso y el día de San Valentín —fecha crucial para los floricultores y, por ende, para la economía— estaba a menos de dos meses. Se estima que cerca de 200.000 empleos colombianos dependían de la floricultura y el número en EE.UU. era casi equivalente.
Obama finalmente firmó el acuerdo de libre comercio entre EE.UU. y Colombia a finales de 2011 tras una demora de 3 años y medio. Un funcionario colombiano me dijo la semana pasada que cree que la única razón por la que el pacto se completó fue que Uribe —un blanco del odio de los amigos de la internacional socialista de Obama— ya no estaba en la presidencia. Hubo otros dos avances cruciales, agregó. Los legisladores republicanos insistieron que se realizara un voto junto a los pactos de libre comercio con Panamá y Corea del Sur y el senador demócrata Max Baucus, de Montana, promovió la votación del acuerdo ligada a la estipulación de que Colombia expandiría las leyes que elevan los costos de la mano de obra.
Biden votó en contra de los acuerdos de libre comercio entre EE.UU. y Chile en 2003 y entre EE.UU. y América Central en 2005. Los camiones mexicanos siguen sin tener acceso irrestricto a EE.UU., lo que viola el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, ya que el sindicato de los camioneros de EE.UU. y, por consiguiente, los demócratas no lo permiten. Biden no explica nada de esto.
Tal vez Biden haya tenido una conversión. Pero con sus antecedentes, las palabras no bastan para ser creíble.

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