por Sallie James
El Representante Comercial de EE.UU. (USTR, por su sigla en inglés)
Ron Kirk, hablando recientemente al Comité de Lácteos del Congreso,
descartó el libreto sobre cómo negociar tratados cuando aseguró a los
productores de lácteos que el USTR los protegería.
Su señal hacia un grupo poderoso de que la Sociedad Trans-Pacífica
(TPP, por su sigla en inglés) podría ser una oportunidad para aumentar
las barreras comerciales dará más aliento al escepticismo con el cual
los partidarios del libre comercio recibieron el anuncio de la
administración de Obama a fines del año pasado, de que esta tomaría
parte en negociaciones para unirse a un nuevo bloque comercial
Asia-Pacífico, incluso mientras otros tratados, más significativos
económicamente, se demorasen algo más.
El Sr. Kirk correctamente rechazó sacar completamente de la mesa de
negociación a las barreras estadounidenses a los lácteos, tal como el
lobby de los productores lo quiso e indicó la necesidad de que la
industria láctea sea más competitiva. En un momento, no obstante,
justificó mantener las barreras comerciales como parte de las
negociaciones de una manera que no muchas veces es asociada con las
negociaciones de “libre comercio”. El supuestamente dijo que veía una
oportunidad de utilizar las negociaciones para “racionalizar las cosas” e
introducir nuevas cuotas a una determinada clase de productos lácteos
que ha estado progresando considerablemente en el mercado doméstico
durante los últimos años.
Los productos en cuestión son los “concentrados de proteínas de leche”
(MPCs, por su sigla en inglés). Los MPCs, utilizados en el queso y
otros alimentos lácteos procesados, se hacen cuando la leche es ultra
filtrada, quitándole a esta la lactosa y dejando la proteína y otras
moléculas grandes como polvo (el concentrado de proteínas de leche
también puede hacerse mezclando leche descremada seca con proteínas
concentradas, aunque esta tecnología es cada vez más obsoleta).
El lobby estadounidense de lácteos está preocupado porque mientras que
las “cuotas arancelarias” altas los protegen de la competencia con gran
parte de los productos lácteos comerciales, tales como la leche sin
grasa seca, los concentrados de proteínas de leche no están sujetos a
las cuotas. El lobby estadounidense de lácteos se ha preocupado cada vez
más de que los MPCs hechos con leche seca estén permitiendo que los
vendedores extranjeros ingresen al país furtivamente, en efecto
evadiendo las barreras comerciales.
Los agricultores estadounidenses de lácteos, especialmente aquellos en
el noreste, tienen miedo de los competitivos agricultores de lácteos de
Nueva Zelanda, un potencial miembro de la TPP. El gobierno
estadounidense mantiene los precios de lácteos altos mediante un sistema
complejo de barreras comerciales y soportes de precio que transfiere
dinero de los consumidores, las industrias que utilizan lácteos como
insumos y los contribuyentes hacia los agricultores de lácteos para
asegurar que los precios de los productos lácteos nunca caigan por
debajo de cierto nivel. Mientras que a los productores les gusta el
ingreso garantizado, este significa que están produciendo para el
programa en lugar de producir lo que el mercado demanda. Reducir las
barreras a las importaciones de productos lácteos, ya sea a través de
una muy necesitada reforma doméstica o como parte de compromisos dentro
de un acuerdo comercial, los obligaría a ser competitivos y conducidos
por el mercado, y eso tiene al lobby doméstico de lácteos en la
defensiva.
El punto de las negociaciones comerciales usualmente es reducir las
barreras al comercio internacional. Los consumidores ganan así como
también las empresas estadounidenses que se benefician de importaciones
más baratas. Los beneficios del libre comercio para una economía en
general se conocen desde hace más 200 años. Lo que también se sabe es
que poderosos intereses especiales que ganan manteniendo afuera la
competencia extranjera pelearán ferozmente para prevenir que los
consumidores tengan acceso a productos nuevos y más baratos.
La liberalización comercial negociada —en vez de la unilateral—
históricamente ha sido una forma para que los gobiernos hagan lo que
saben que está bien para una economía bajo la pretensión de dar acceso
al mercado doméstico como una “concesión” para poder ganar acceso a
otros mercados. Las negociaciones comerciales tienen detractores de
libre mercado, pero estas han logrado algo de bueno al darles cubierta
política a políticos que tratan de hacer lo correcto respecto del
comercio.
Aquello requiere, no obstante, que los negociadores —en este caso
liderados por el Sr. Kirk— entiendan que un comercio más libre es el
objetivo final. El miedo es que esta administración, más que otras en
los últimos años, ve la política comercial como una manera de promover
causas ambientales y objetivos sociales no estrictamente relacionados
con el movimiento de bienes y servicio a través de las fronteras. El
USTR promovió la TPP a un congresista escéptico del libre comercio como
una manera de “actualizar la estrategia estadounidense para asuntos
tradicionales, tratar nuevos asuntos, incorporar elementos nuevos que
reflejen nuestros valores y prioridades actuales y que respondan a los
retos del siglo veintiuno”.
Ahora, como si acumular en los acuerdos comerciales estándares
sociales y otras todavía no reveladas actualizaciones no fuese
suficiente, él le está dando oxígeno a una causa proteccionista y a la
nueva y peligrosa idea de que el “acuerdo de libre comercio” podría
incluir nuevas barreras comerciales. Ese es un paso claramente en la
dirección equivocada.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario