02 junio, 2013

¿MORENA VIVE DE LA RAPIÑA?



¿MORENA VIVE DE LA RAPIÑA? 

rapinamorenaEn más de una ocasión, en este y otros espacios cuestionamos el origen del financiamiento de la Morena de Andrés Manuel López Obrador. Incluso antes, durante los años de la "presidencia legítima", preguntamos de dónde salía el dinero para sostener el nada barato periplo de Obrador.
Hoy parece haber una respuesta.
Y es que, a propósito de la algarabía en torno a la llamada Lady del senado –Luz María Beristain–, resurgió el escándalo de Juan Carlos Beristáin, su hermano. Quien hace algunos meses fue exhibido como un pillo.
La historia es breve.
Gracias a una cámara oculta, es posible ver y escuchar al entonces regidor en Playa del Carmen, Quintana Roo; describir con pelos y señales una de las fuentes de dinero de Obrador.
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Resulta que este personaje contrataría a empleados del Ayuntamiento por sueldos de 9 mil pesos. Sin embargo, en las actas oficiales, estas personas recibirían –al menos en el papel– hasta 46 mil pesos. De modo que, la diferencia –37 mil pesos–, serían desviados –a través de Juan Carlos Beristain– para fondear la campaña de Obrador.
Quizá lo más penoso de todo es que para conocer esta triangulación, sólo hace falta escuchar al regidor pues, sin miramientos, este hombre describe la ruta del dinero; desde las arcas públicas hasta el bolsillo de López Obrador.
Es decir, que con absoluto descaro, funcionarios de gobiernos en los estados –como ocurría en Ciudad del Carmen, Quintana Roo–, desfalcaban a sus propios empleados para sostener farsas como la presidencia legítima y la Morena de Andrés Manuel.
¿Existe algo más bajo que privar a un individuo de su paga con tal de sostener un proyecto político?
Seguramente no.
Lo peor de todo es que no es el único caso. Por años han habido publicaciones que detallan los "donativos" de senadores y diputados. Incluso se sabe que durante su paso por el gobierno del Distrito Federal, López Obrador exigía una suerte de diezmo a sus empleados.
Y pese a las evidencias, con todo y los escándalos, este individuo tiene la frescura de plantarse ante la nación y llamar a la honestidad, de exigir las cabezas de gobernantes corruptos –como hizo recientemente con Andrés Granier–, y de asumirse como el camino hacia el cambio verdadero.
¿Se puede pensar en algo más ridículo?

Por Ricardo Alemán.



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