04 junio, 2013

¿Qué queda del sistema politico mexicano?

O P I N I Ó N 
C U A U H T é M O C   C E L A Y A   C O R E L L A 
¿Qué queda del sistema politico mexicano?


Ahora que de nueva cuenta han empezado campañas políticas en 14 estados del País, cabe la pregunta. ¿Queda algo del sistema político mexicano? Me suena Inge,. a pregunta de tesis doctoral. Compleja en verdad, y ni tú ni yo somos doctores para adentrarnos a las profundidades que respondan a la pregunta, pero podemos nadar de muertitos y decir algo al respecto.

Dice el refrán popular que, en la vida humana lo que mal comienza, mal acaba. Y también dice otro más, que chango viejo, no aprende maroma nueva. Y este sistema político está en verdad viejo, y los maquillajes que a través de reformas le han hecho, no han podido rejuvenecerlo. Y tampoco lo hará la reforma que ahora cocina el PRI de siempre, con la aceptación de los otros partidos. Lo que sí le añado al segundo refrán popular es que si no se pueden aprender maromas nuevas, si se pueden al menos mejorar las que se saben hacer.

Si parto de que la relación de poder se sustenta entre quien lo tiene y lo aplica, y la comunidad a quien le es aplicado, llego entonces a una conclusión de que el bien común se obtiene como resultado de la comprensión, aceptación y atención entre ambos actores, gobernantes y gobernados.

Sin embargo, la práctica no ha dicho otra cosa a lo largo del tiempo, y por tanto, ése bien común sólo se ha logrado parcialmente, originando con ello segregación social, violencia urbana, marginación comunal y debilitamiento de la fuerza del sistema político... si alguna vez fue fuerte.

Si a quienes actúan dentro de ese sistema político, se les denomina políticos, han sido éstos los responsables de haberle ido restando fuerza al sistema del cual se deben y al cual, en teoría, debieran proteger e impulsar. Ellos han sido apoyados en ésa tarea de debilitamiento, por sus partidos y secundados por una burocracia expresada en sindicatos, en servidores públicos ineficientes y sobre todo, por el conformismo asumido por los grupos y gremios sociales, quienes han dejado de cumplir su rol como críticos del quehacer público y orientadores del trabajo gubernamental.

Y ve si no Inge., los dos recientes capítulos de esta telenovela titulada Corrupción oficial son la mejor muestra de que ya no hay nada más. Lo que cuenta la historia de Santana, no es nada comparado con estos enanos políticos, como es el caso del descarado ex Gobernador de Tabasco, ahí donde canta la canción que es un edén, Andrés Granier, quien no aprovechó la nueva oportunidad que el sistema le ofreció, de hacer un buen Gobierno para ese pueblo altamente empeñoso y decidido. Este enano de la política urdió la forma y encontró el método para robarse junto con otros, una millonada de impuestos destinados a obras de beneficio colectivo. No creo que el Gobierno federal no se hubiera dado cuenta de ello, por tanto es cómplice.

Y muy cercano, otro ex Gobernador, el de Aguascalientes, es acusado por peculado, que no es más que otra forma de llamarle a la corrupción y robo de recursos públicos, y éste engaña haciendo creer que compró un equipo médico y lo que hizo fue desaparecer una cantidad respetable de dinero. Así ¿cómo la población puede creerles a los políticos y confiar en el sistema? Los que hoy gobiernan y los que piden el voto, mañana podrían ser buscados por procuradurías y la Interpol por el delito más recurrente dentro del sistema, el robo de recursos públicos.

Si en verdad se les hace un esculque a los gobernadores y presidentes municipales, familiares y políticos en ejercicio de cargos, recién dejados éstos, se recuperarían recursos suficientes para cubrir las mil necesidades que con urgencia tienen las comunidades de cada entidad. Hagamos un ejercicio rápido y furioso porque no es para menos la debacle del sistema, el cual está a un paso del cadalso: empecemos con Moreira en Coahuila, Marín en Puebla, Bours en Sonora, Ruiz en Oaxaca, Herrera en Veracruz, Ortega en Yucatán, Montiel en el Estado de México, y los otros que se sabe en voces de pasillos que hicieron negocios y adjudicaron contratos y prebendas a familiares directos y amigos íntimos.

Así, con todo este abanico de corrupción, ¿qué ganas le quedará al ciudadano de incorporarse a campañas y votar? ¿Cómo creerle al Ejecutivo nacional de que hay que aumentar la productividad, mejorar la eficiencia, cómo esperar inversiones, cómo elevar los índices educativos? ¿Para qué? ¿Para que dentro de tres años salgan otros con más de 400 pares de zapatos y más millones desviados a bancos en cuentas personales o invertidos en residencias en México y el extranjero?

¿Con qué cara los candidatos de nueva generación que buscan acomodo en cargos de elección, pueden hablar de progreso, de elevar el empleo, de luchar contra la pobreza de muchos? Si hubiera vergüenza otros serían los candidatos.

A propósito ¿ya vio la lista de los plurinominales? ¿Qué acaso Sinaloa necesita plurinominales? Como escuché en la universidad, ¡no manches!

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