Leo Zuckermann
El problema más agudo en el mundo lo tienen los europeos. La sostenibilidad del euro como moneda única está cada día más en duda. A estas alturas nadie cuestiona que Grecia será el primer país en abandonar la unión monetaria europea. La pregunta que todos se hacen es cuándo y cómo será este proceso. Pero Grecia es una economía muy chica. Lo mismo que otros países que tienen un endeudamiento gigantesco como Irlanda y Portugal. La Unión Europea podría darse el lujo de que estas tres economías pequeñas se salieran del euro. El problema es el “efecto contaminación” en países con otras dimensiones como España e Italia. Ante esto, muchos españoles ya comenzaron a sacar sus euros de los bancos ibéricos para llevárselos a Alemania o de plano convertirlos en libras esterlinas. ¿Aguantarán los bancos de estas naciones una extraña corrida en contra del euro?
La deuda excesiva, los ajustes fiscales incompletos, la incertidumbre en la sostenibilidad del euro, así como las diferencias en las recetas de las dos principales economías europeas (Alemania quiere una mayor austeridad en los países endeudados y Francia algo menos severo), ha generado mucha incertidumbre y nerviosismo en los mercados. Europa está claramente en el camino de una recesión. Esto, por sí sólo, tendrá consecuencias para todo el planeta ya que, algunos países más, otros menos, exportan mercancías a Europa.
Súmese a la desgracia europea que China ya no está creciendo al mismo nivel que antes y que existen dudas sobre la sostenibilidad del crecimiento económico estadunidense. La conclusión es que el fantasma de una nueva recesión mundial está cada día más presente.
En este contexto, México se ve relativamente bien en la región de América Latina. Argentina va inevitablemente hacia otro desastre económico ya que, como bien decía Jorge Luis Borges, “los peronistas no son buenos ni malos; son incorregibles”. Brasil, por su parte, tiene una moneda sobrevaluada que, en su momento, reventará. Además, el crecimiento de muchas naciones latinoamericanas, a diferencia de México, depende sobremanera de la exportación de materias primas a Asia. En este sentido, son muy sensibles a una posible desaceleración de la economía china.
En suma, no se ve nada halagüeño el panorama económico internacional. Al contrario. Y creo que no lo estamos aquilatando bien en México porque la atención está puesta en las campañas electorales.
La buena noticia es que la elección ya está cerca. La mala es que el nuevo gobierno tomará posesión hasta diciembre. Se trata de un interregno muy largo donde convivirán dos presidentes: el actual y el siguiente. Además habrá dos legislaturas: la que acaba el 31 de agosto y la que comienza el primero de septiembre. Me preocupa, en este sentido, que la transición en el Ejecutivo y el Legislativo vaya a complicar la capacidad de nuestro país de reaccionar rápida y eficazmente a las complicaciones económicas internacionales.
Tan sólo hay que recordar lo que ocurrió en 1994 cuando Salinas le dejó la Presidencia a Zedillo. En tan sólo 20 días explotó una de las peores crisis económicas de la historia nacional. El chiste en aquella época describía muy bien lo sucedido: Zedillo le reclama a Salinas: “Me dejaste el país colgado de alfileres”; Salinas le contesta: “Y tú, ¿para qué se los quitaste?”
No pienso, desde luego, que en 2012 tengamos las mismas condiciones económicas que en 1994. En ese entonces los problemas del país eran internos. Ahora son externos. Sin embargo, desde el 2 de julio el presidente Calderón tendrá que trabajar muy de cerca con el nuevo mandatario para enviar el mensaje de que la elección terminó y que el gobierno mexicano se está tomando muy en serio la defensa de la economía nacional.
El nuevo presidente tendrá que nombrar rápidamente a su equipo económico. La siguiente Legislatura deberá aprobar un presupuesto austero y sin sorpresas para tranquilizar a los mercados. En suma, no puede haber errores ni inmadureces en el siguiente gobierno.
Tampoco, por cierto, podemos darnos el lujo de un conflicto postelectoral. El horno no está para bollos. Lo ideal es que los perdedores admitan su derrota y le deseen suerte al ganador, como sucede en otras democracias. Sin embargo, cualquier partido o candidato que esté tentado a desconocer los resultados de la elección o cuestionar la legitimidad del nuevo presidente estará jugando con fuego. Lo que está ocurriendo en el mundo es muy serio. Demanda una gran madurez y responsabilidad de parte de todos los partidos y del gobierno actual. Vienen épocas muy difíciles en el mundo entero incluido México. No los compliquemos más con mezquindad, estupidez o inmadurez políticas.
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