12 diciembre, 2007

La decadencia suramericana: Crónica de una integración desahuciada

"El Mercosur ha fallado porque los políticos no están a la altura de las circunstancias, unos y otros, sucumbidos por sus pequeños intereses y el peso de una cultura política basada en el resentimiento"

Parece no tener límite el nivel al que puede llegar la perturbación política en esta parte del mundo y como eso tiene de rehén al desarrollo del subcontinente. La integración basada en el libre comercio, espíritu del ALCA, siegue siendo para muchos la verdadera revolución para el continente. En cambio las fuerzas más conservadoras de la región siguen dominando en todos los frentes. El último hecho, el legislativo de la provincia de Entre Ríos aprueba, con el visto bueno del gobierno nacional argentino, una ley que prohíbe la exportación de madera para Uruguay como forma de presionar para que una empresa finlandesa se reubique en otro lado de la frontera uruguaya. En este contexto la letra muerta del Mercosur funciona como música de fondo para el ritmo de locura en contra de todo que marcha —de la mano de Chávez— el sur progresista de América. Recién comenzado el año de 2007, la coalición entre los grupos de interés "ambientalistas" de la provincia de Entre Ríos, partidos y el gobierno argentino incorporan otro elemento más al collar proteccionista dentro del Mercosur. Un golpe quizás menor y que en meses quede olvidado pero que denota la fuerza reaccionaria contra el desarrollo integrado que domina esta parte del mundo. Teniendo el modelo de integración europeo como paradigma, y reconociendo la dificultad de integrar intereses diversos y muchas veces contradictorios que conlleva los procesos de integración económicos y sociopolíticos, hoy podemos asegurar que la traba fundamental que mantiene rehén y de espaldas al mundo al Mercosur son y serán las decisiones corporativas lideradas por los representantes políticos de turno. Hay que decirlo claramente: El Mercosur falla porque los políticos no están a la altura de las circunstancias, unos y otros, sucumbidos por sus pequeños intereses y el peso de una cultura política basada en el resentimiento. Hay que reconocer también que el Mercosur nace casi de casualidad, por el especial papel que juega el gobierno del Uruguay cuando los dos grandes países de la región dejan su pequeña "guerra fría" regional y comienzan un proceso de acercamiento a fines de la década de los ochenta, luego de haberse caído los gobiernos militares de la época. En el intento de mejorar sus relaciones comerciales en momentos difíciles para la economía pero felices por las democracias recién reconquistadas. Quizás así también nació la nueva Europa, como un acuerdo para asegurar materiales básicos para reconstruir el continente luego de la guerra, pero la diferencia es que allí germinó entre sus líderes un sentimiento de solidaridad y necesidad compartida de brindar bienestar a su gente, que acá lamentablemente carecemos. Nuestra máxima bien podría ser: "cuanto peor, mejor". Como bloque el Mercosur deja mucho que desear, sexto cómodo en el mundo, detuvo su evolución para asegurar intereses internos consolidando el alto arancel externo común. Efecto positivo en el primer tiempo, pero negativo cuando se necesita salir al mundo real. Dichos intereses, legítimos repito, establecieron el precio que los pequeños países del bloque tuvimos que pagar para mantener o ampliar el acceso a los mercados brasileños y argentinos. Cierto también es que en el proceso las dos economías pequeñas del bloque lograron incluir excepciones para poder prepararse para la apertura comercial que presuponía el acuerdo. Luego, la realidad golpea: fábricas cerradas y las inversiones en retirada. ¿Que pasó?, creo sinceramente que en la medida de que los tiempos se complicaron, el espíritu fraterno se fue debilitando. La necesidad tiene cara de hereje y los sucesivos cambios de gobernantes no ayudaron. De presidentes que venían a cambiar la región amigándose con el mundo pasamos a líderes que encontraron en el mundo hostil la razón de nuestras flaquezas (no es culpa nuestra sino del FMI, del imperialismo, etc.) y que intentan si es posible separarse directamente del mundo. El sentimiento americano mal entendido en su esencia. En la misma entrada de la era "progresista" al ganar el gobierno la izquierda uruguaya, con apoyo explicito de sus colegas de la región explota un conflicto que genera fisuras profundas en las relaciones entre los dos países. Casi al mismo nivel que en las primeras horas de nuestras repúblicas. El presidente Vázquez en una decisión acertada por el impacto que tiene para la economía nacional, apoya fuertemente a las inversiones extranjeras alojadas frente a la frontera con la provincia de Entre Ríos, cuando con el visto bueno del gobierno argentino comienza una movilización popular de tinte ambientalista, que pedía de modo bastante violento que se cancelaran las construcciones de dos grandes empresas productoras de pasta de celulosa de origen finlandés y español. La historia es conocida, desencuentros políticos, cortes a los puentes binacionales, más desencuentros, elecciones argentinas, Corte Internacional de La Haya, una empresa se reubica voluntariamente y la otra sigue su construcción rodeada de gran tensión, acciones de "Greenpeace", mediación del Rey de España, amenazas de volar la planta, otras elecciones argentinas, etc. En lo institucional, el gobierno utiliza los mecanismos legales del Mercosur pero los pedidos son resueltos a la "manera política", es decir, que se arreglen entre ellos. Mientras los socios anunciaban una etapa la nueva etapa de integración política para el Mercosur, lo degradaban al no poder generar un espacio de resolución de controversias legítimo. A fin de año 2006, siempre en la tónica confrontativa que se ha hecho tradicional en la Argentina luego de la victoria de Néstor Kirchner se propone que se prohíba la venta de madera para ser producida en las fábricas de celulosa uruguayas. Disculpe, pero tómese un tiempo para valorar esa propuesta. No conozco persona en su sano juicio que podría haber creído que eso pudiera ocurrir. Los intereses y la paranoia de un grupo minoritario que se dedica por dos años a movilizarse en contra de las plantas logran inhibir el más genuino instinto del comercio. El Estado le prohíbe a quienes han invertido dinero, contratado personal y formado un sueño empresarial vender su producción al país con el cual se supone que además de "hermano" son socios en un acuerdo comercial de más de 10 años. Los hechos concretos llevaron que en diciembre se sumara al pedido para que se restablezca el paso de personas por las rutas fronterizas (que lleva ¡dos años!), fundamental para la industria turística uruguaya, el pedido por la libre circulación de bienes (¡!); haciendo pública esta nueva arista del problema binacional. En medio del verano del 2007, en la reunión de presidentes del bloque, cuando Lula Da Silva para lograr un inspirado mensaje simbólico hacia Uruguay tuvo que llevar la más popular agua mineral uruguaya de contrabando en un avión militar porque la "oficial" quedó retenida en la Aduana. Brasil volvía a demostrar la diferencia entre el Mercosur del discurso y el de la realidad, confirmando que intervendría en los conflictos comerciales si ambos países se lo solicitaran, echando por tierra las acciones diplomáticas del gobierno del Presidente Vázquez y confirmando la visión de los periodistas argentinos. Con una ley aprobada que viola flagrantemente el artículo 1 del tratado de creación del bloque (referido a la libre circulación de bienes y factores productivos) y sin que nadie se espante, con Brasil diciendo "sino me no lo piden los dos, yo no me meto", con Venezuela miembro pleno de regalo y con festejos por la creación del Parlamento del bloque; seguimos nuestro camino. Y en un nuevo paso por "más y mejor Mercosur" como dice el presidente Vázquez, el liderazgo regional brasileño es como el carnaval, la Argentina de elecciones y Chávez estrella por estrellarse. Para finalizar, yo me pregunto ¿por qué este artículo debe terminar como un tango?, no cree usted que si nos juntamos podemos hacer una alternativa y un nuevo camino para nuestra América, porque en definitiva y a nosotros: ¿qué nos pasa?.

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