
Pocos son los neosocialistas
enterados de su problema
por Manuel F. Ayau Cordon
El insoslayable problema que toda persona (y comunidad) tiene que afrontar en la vida es el de procurar alimentos, ropa, y vivienda. Enseguida, procurar fondos para educación de los hijos, diversión, solaz y, por último, lujos. Además, convendrá un poco de ahorros para gastos imprevistos. Me refiero, evidentemente, al caso usual de adultos responsables de satisfacer sus propios requerimientos, y no de aquellos pocos que, por alguna razón, dependen de otros o del Gobierno.
El problema se debe a las limitaciones naturales que todos confrontamos en este mundo: todo es escaso, comenzando con el tiempo, la capacidad de trabajo, los materiales disponibles y los conocimientos.
Además, el deseo de vivir en paz y de merecer el respeto de otras personas impone adicionales limitaciones a nuestra libertad, pues exige respeto a los derechos y libertad de los demás, especialmente que para mayores satisfacciones recurrimos a intercambios voluntarios y pacíficos con otras personas, es decir, al mercado en el que todos, recíprocamente, se obligan a respetar la condición física de las demás personas (su vida), sus posesiones (su propiedad privada) y sus compromisos (los contratos).
A esas limitaciones agreguemos que nuestro consumo también tendrá como límite el ingreso que otros, libremente, están dispuestos a pagarnos por los bienes o servicios que les ofrecemos para satisfacer sus propias necesidades. Digo libremente, porque lo contrario sería coercitivo, impuesto por la fuerza y voluntad de otros: un robo.
El problema de cualquier orden económico es uno de asignación de recursos para satisfacer las prioridades de producción y consiguiente consumo, dentro de las limitaciones mencionadas. Y he aquí el problema de los socialistas, porque escoger combinaciones de recursos requiere comparar el costo de cada alternativa disponible, y esas comparaciones se hacen comparando precios relativos.
El beneficio (o pérdida) económico de la actividad humana es, precisamente, la diferencia entre el valor que se le atribuye a los recursos empleados y el valor atribuido al resultado, y sin precios ese cálculo es inconcebible.
El problema de los socialistas es que ignoran que tienen este problema. Confían ciegamente en que ya, más de alguien, solucionó el problema de asignación de recursos derivado del hecho de que siendo los medios de producción y recursos propiedad del Estado, no tienen precios que reflejen la realidad. Sus llamados "precios" son inventados, como en un juego.
Los neosocialistas ignoran que los países socialistas no negaban que por no tener precios propios usaban precios de países capitalistas para planificar su economía, pero resultó que como esos precios no reflejaban sus propias circunstancias, no eran aplicables a sus condiciones y, en consecuencia, la pobreza cundió y fracasaron rotundamente.
Es cierto que en ningún país hay Capitalismo puro, pero también es cierto que los que más se rigen por el mercado prosperan más que los que se rigen por directrices de burócratas de gobiernos socialistoides.
Como lo explican los textos de Teoría de Precios, en el mercado los precios no son inventados basados en supuestos de técnicos, sino que resultan de millones de intercambios de lo que cada persona es legítimamente dueña. Inclusive, los precios de máquinas y fábricas son derivados del beneficio que sus productos brindan a la sociedad, y no del costo de su instalación y operación, pues si no fuese así, no importaría cuánto se gasta en instalar y producir.
Todo es posible. Alguien podría inventar otro sistema para hacer comparaciones entre costos y beneficios pero, entre tanto, es irracional estar a favor de un sistema económico aún por inventarse.
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