28 febrero, 2008

¿Doble comando o piloto automático?

por Gabriela Pousa

A falta de uno, la Argentina parece tener dos presidentes o aparentes presidentes. Sin embargo, el aumento de los recursos humanos abocados a la gestión de los problemas del país no parece ser suficiente, más bien todo lo contrario.

Como suele suceder en la Argentina, siempre hay alguna suerte de figura emblemática capaz de salir a hacer alguna declaración mediática que revuelva el avispero. Ese tipo de oratoria que no aporta nada, ni agrega un ápice a lo que se sabe, carente de novedad, pero con la fórmula mefistofélica que convierte a la frase en una especie de arma letal por el quién la dice y en qué momento lo hace. Aún así, la puntería finalmente, falla. El efecto dura lo que tiene que durar: 24; 48 ó 72 horas no mucho más. Sin embargo, en ese periodo logra despertar hasta las voces de los muertos que reaccionan como si se hubiese publicado una verdad revelada que no se debía develar.

Así sucedió esta semana al conocerse la sentencia lapidaria de Eduardo Duhalde, uno de los políticos que más fielmente reflejan las características del dirigente argentino. En las fauces del poder sin detentarlo a ciencia cierta, sagaz, y con ese dejo de misterio que hace que nadie se atreva en forma férrea a sacarlo por completo de la escena. El bonaerense es el hacedor de un gobierno democrático pero sin voto del pueblo…, es el artífice de una controvertida devaluación, y hasta el padre de la criatura (o las criaturas) que tenemos en el gobierno (¿o acaso no es Eduardo Duhalde quién nos legó la herencia recibida?). Lo cierto es que, abre la boca en tiempo y forma. Cuando la arena política se empobrece de temas, ahí está su oportunidad. ¿Sirve a la Argentina? A veces, el silencio es saludable no sólo en los hospitales.

Duhalde aseguró que "Néstor Kirchner tiene experiencia, Cristina Kirchner no la tenía. Este doble comando, si sigue, va a ser positivo porque ella no está preparada para un tema tan difícil como es el de gobernar". Ante unas pocas palabras que obraron como carnada, la reacción oficial no se hizo esperar. Pero la discusión se quedó en lo más banal de la interpretación: Cristina Fernández no gobierna, sigue haciéndolo Néstor Kirchner, ésa es la lectura que se le dio a la declaración en absoluto espontánea y finamente deslizada en el momento justo cuando nadie sabe a ciencia cierta qué pasa en materia política nacional. Es más clara hoy la contienda electoral interna entre Obama y Hillary Clinton que los movimientos que se hacen tras bambalinas en Balcarce 50.

A las conocidas pujas de poder se suman metodologías que por más cuestionables que sean son las que mantuvieron al matrimonio en la presidencia. Así es como ahora Aníbal Fernández puede salir impávido a declarar que mandará realizar sus propios estudios para obtener otras estadísticas sobre el uso y consumo de estupefacientes en la Argentina. Una suerte de INDEC paralelo de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (SEDRONAR)… Al Ministro no le gustaron los datos oficiales, que se obtienen a través de un sondeo basado en los parámetros de las Naciones Unidas, llevado a cabo por una consultora privada y financiado con fondos internacionales. Prefiere uno realizado por el INDEK actual, en rigor lo que se busca es tapar el sol con la mano pero ¿por qué no habría de cambiar los datos Fernández, si Guillermo Moreno modifica y altera los índices de la economía como si se tratase de un Sudoku o un Scrabble donde una ficha puede duplicar o restar? Si puede haber una inflación verdadera y otra gubernamental también puede haber adictos reales y adictos al oficialismo que atestigüen jamás haber fumado o inhalado ninguna sustancia alucinógena aún cuando lo declaren desde un centro de rehabilitación en pleno tratamiento por adicción.

Los alucinados, en ese caso, serán los que vean la verdad diferente a como la pinta el gobierno desplegando su maquinaria comunicacional. Por ejemplo, ¿alguien supo el lunes o martes pasado si en la Argentina ocurría algo más que el incendio del cotillón en el barrio porteño del Once? No había otra imagen en los medios que la de los heroicos bomberos luchando contra el fuego. Las mangueras apagaron hasta las voces de oposición que criticaban el segundo de fama de Roberto Lavagna que, pasada una semana de la fatídica foto, si pactó con Kirchner o no, no le sirvió para nada. Mientras el fuego ardía, también había miles de trabajadores varados por un paro de líneas de colectivo y muertos por temporales en varias provincias, pero ellos no tenían cámaras. Tampoco las tuvieron las víctimas que los accidentes de tránsito provocan cada día, esos accidentes fatales en doble faz en tanto apagan vidas y ocupan las pantallas en detrimento de todo lo demás. Pero ¿qué es lo demás? ¿Hay que saber algo más?

Posiblemente no sea sano averiguarlo, pero tampoco estaría mal indagar, al menos, quién gobierna de verdad porque, por más que el ex presidente aduzca que hay un doble comando, el país parece estar con piloto automático. Las políticas de Estado capaces de solucionar los males que aquejan desde antaño siguen ausentes hasta en los debates. La inseguridad crece, el mundo nos ningunea como demuestra la gira que hará Angela Merkel visitando la región sin pasar por acá, y los ciudadanos desconocen hasta qué se negocia en ese sofisma que es el diálogo sindical.

Todo aparece por duplicado, hasta la realidad. Mañana, si a Alicia Kirchner no le gusta el déficit habitacional existente podrá cambiar el dato, y así proclamar superávit de viviendas argumentando que si hay gente durmiendo a la intemperie es tan sólo por propia voluntad….

Pero volviendo a las declaraciones de Eduardo Duhalde, cabría analizar si el país realmente esta siendo comandado por una o varias manos o si acaso la Argentina no está detenida, y todo lo que vemos pasar es gracias al uso de un simulador de vuelo virtual.

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