Por Gardenia Mendoza Aguilar
MÉXICO, D.F.— Aun cuando en los hechos no hay ninguna iniciativa para que el Congreso pueda discutir sobre una reforma energética que inyecte recursos a Petróleos Mexicanos (Pemex), la clase política ya está en guerra de acusaciones y propuestas.
Para los izquierdistas –encabezados por los ex candidatos presidenciales Andrés Manuel López Obrador y Cuauhtémoc Cárdenas— lo principal es oponerse a la privatización del monopolio petrolero.
En contraparte, el presidente Felipe Calderón y los grupos oficialistas sostienen que si no existe una inversión inmediata, la paraestatal —que aporta el 40% de los ingresos gubernamentales— podría ir directo a la quiebra.
El debate fue atizado por Calderón con miras a ingresar un borrador de propuesta en abril próximo e inició una campaña verbal con la intención de dar a Pemex una mayor autonomía operativa y la posibilidad de asociarse con firmas particulares extranjeras para explotar yacimientos marítimos transfronterizos.
"Necesitamos obviamente que haya mucha más inversión en exploración, explotación y desarrollo de Pemex", urgió Calderón en enero al dar cuenta de una inversión para la empresa de más de 220,000 millones de pesos (unos 20 mil millones de dólares), incluyendo los casi 30,000 millones (2,800 millones de dólares) adicionales derivados de la reforma fiscal del año pasado.
"El problema es que este tesoro está sepultado debajo del océano. México actualmente no cuenta con el dinero o la experiencia para llegar a ese petróleo (supuestamente hasta 30,000 millones de barriles)", agregó.
La oposición respondió al instante. López Obrador —quien el año pasado encabezó un movimiento de resistencia civil por considerar que su derrota en la contienda presidencial fue un fraude— adelantó que encabezaría una campaña nacional "contra los vendepatrias".
El domingo dijo: "El despojo del petróleo dejaría latente el riesgo de una confrontación violenta" y sugirió otros caminos para evitar la bancarrota.
El político tabasqueño y algunos de sus colegas senadores del Partido de la Revolución Democrática (PRD) consideran que se puede invertir en Pemex 40,000 millones de dólares sin necesidad de recurrir a la iniciativa privada.
La mitad del dinero provendría de un recorte al gasto federal que fundamentalmente sólo tocaría los sueldos de los altos mandos y el resto de los recursos vendría de los excedentes generados por los altos precios del petróleo en el mercado internacional, que este año ha tenido un precio récord de 100 dólares por barril.
En 1938 el entonces mandatario Lázaro Cárdenas nacionalizó la industria petrolera que se encontraba principalmente en manos de compañías estadounidenses. Desde entonces, el sector se convirtió en un símbolo de soberanía. Incluso, la Constitución del país prohíbe la privatización.
Ahora el hijo de Lázaro, Cuauhtémoc Cárdenas, retomó la bandera y se pronunció por conservar la Carta Magna tal como está y excluir a la paraestatal del presupuesto federal y establecer un Consejo de Administración profesional que rinda cuentas al Ejecutivo y al Legislativo.
"La refinación debe mantenerse con exclusividad para el Estado. Sería absurdo desaprovechar ese potencial para impactar en el crecimiento económico del país", dijo la semana pasada en una conferencia magistral en la Cámara de Diputados.
Ante la postura de la oposición, Calderón ha apostado al apoyo del Partido Revolucionario Institucional (PRI); sin embargo, este también se dividió entre los "defensores del sector energético" —encabezado por el ex senador Manuel Bartlett— y los dispuestos a dialogar.
"Los priístas no sólo están hechos bolas con un tema que los divide y que está contenido en sus documentos básicos, sino que su fracción en el Senado no tiene posición definida sobre el tema", resalta el analista político y ex director del periódico La Crónica de Hoy, Salvador García Soto.
"Después de sondear al Congreso sobre la privatización de varias áreas estratégicas de Petróleos Mexicanos, el presidente Felipe Calderón parece recular en su intención", añade.
Sin embargo, está en juego la industria más redituable de México: exporta aproximadamente 1.4 millones de barriles de crudo al día y es la tercera mayor fuente de petróleo importado en Estados Unidos.
Pemex ha reconocido que su producción petrolera y reservas están descendiendo.
"La producción de petróleo crudo durante el primer mes de 2008 disminuyó en el 5.9% con respecto a la reportada en enero del año pasado, al ubicarse en 2.957 millones de barriles diarios, debido principalmente a la declinación natural del Proyecto Cantarell".
El yacimiento de Cantarell, ubicado en el Golfo de México, es el mayor del país latinoamericano, pero está en declive desde 2004. Calderón dice que sólo cuenta con reservas para nueve años.
De acuerdo con un estudio de la empresa brasileña Petrogas, las deficiencias de empresas estatales se deben a que con frecuencia sus accionistas (gobiernos) toman decisiones para alcanzar objetivos políticos, en lugar de privilegiar las metas empresariales.
Esta actitud destaca carencias en recursos humanos especializados, en capacidades gerenciales, falta de experiencia, bajo desarrollo tecnológico y poca gestión de grandes proyectos.
Pemex ya ha tenido que invertir en áreas de investigación y desarrollo —que no implica relación con el capital— con la holandesa Royal Dutch Shell, la brasileña Petrobras, la noruega Statoil y Nexen y la estadounidense Chevron, fusionada actualmente con Texaco.
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