17 marzo, 2008

EE.UU. se alía con Sadam

Por Alberto Sotillo
ABC

Hay una nueva estrategia militar en Irak que, hasta cierto punto, está dando resultados. Consiste en que las tropas norteamericanas respalden a las fuerzas de la insurgencia suní, que asumen ahora que su enemigo ya no es EE.UU., sino las milicias radicales chiíes -que quieren imponer una teocracia vinculada a Irán- y los terroristas de Al Qaida, que se han propuesto convertir el país en un infierno.

Esa insurgencia está adiestrada en buena parte por antiguos oficiales del Ejército de Sadam y en ella tienen todavía una fuerte influencia ex altos funcionarios del viejo régimen. Total, que después de tanta guerra, de tanto asegurar que Sadam era Satán y de ahorcar al diablo, se dan cuenta de que lo que más les conviene es la alianza con los sadamistas.

Al mismo tiempo, EE.UU. respalda en Bagdad a un Gobierno dominado por los partidos religiosos chiíes, cuyo primer ministro, Nuri al Maliki, pertenece al partido Al Dawa. Quizás en el caótico panorama interno iraquí Al Dawa sea incluso una formación prudente. Pero ese partido fue también uno de los que patrocinaron la creación de Hizbolá en el Líbano. Los dirigentes de Al Dawa y los del gubernamental Consejo Supremo para la Revolución Islámica han vivido durante decenios de exilio en Irán. Y aunque hoy aseguren que son «patriotas iraquíes», sus vínculos con Teherán son arraigados y llenos de futuro.

Total, que mientras en casa los apóstoles neocón de Bush claman por una «robusta intervención» contra Irán, sobre el terreno su guerra en Irak refuerza día a día el régimen de los ayatolás de Teherán. Quizás quede mucha guerra por delante, pero por el momento el poder iraní es el único que está ganando la guerra.

Este es el prudente equilibrio de EE.UU. en Irak: aliados con los sadamistas y la insurgencia para pacificar el territorio suní, y aliados con los islamistas proiraníes para estabilizar el territorio chií. Habrá quienes digan que un relativo descenso de la violencia es señal de que EE.UU. está ganando la guerra. Pero, ¿de verdad era necesario tanto desastre para terminar aliándose con Sadam y unos ayatolás proiraníes?

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