14 abril, 2008

Promoviendo el gansterismo

por Carlos Ball

Carlos Ball es Periodista venezolano, director de la agencia de prensa AIPE (www.aipenet.com) y académico asociado del Cato Institute.

Es impresionante y sorprendente que Estados Unidos sea el país con la mayor proporción de gente en prisión: uno de cada 99 adultos. Hoy en día hay más gente en las cárceles de Estados Unidos que en China, país con más de 1.300 millones de habitantes, o sea 4,3 veces más grande en población.

Según la investigación publicada recientemente por el Pew Center, 2,3 millones de personas están en prisión en Estados Unidos, lo cual incluye a uno de cada 36 hispanos y a uno de cada 9 jóvenes negros entre 20 y 34 años de edad.

En 1986, el Congreso promulgó leyes estableciendo sentencias mínimas, no permitiendo que los jueces aceptaran razones atenuantes, a menos que el implicado delatara a terceros. Esto más bien fomentó el incentivo a proveer informaciones falsas. Desde entonces también se han multiplicado los actos que son considerados delitos, triplicando el número de personas en prisiones. En 2007, el costo de tener a tanta gente en la cárcel alcanzó la cifra récord de 49 mil millones de dólares. Casi todo ese costo es financiado por los estados, no por el gobierno federal, por lo que Connecticut, Michigan, Oregon y Vermont gastan más en cárceles que en educación.

Algo anda muy mal y pienso que tiene que ver directamente con la guerra contra las drogas y con la multiplicación de leyes y regulaciones sobre los llamados “delitos sin víctimas”. Según Adam Gelb, directivo del Pew Center, “ponerse duro con los delincuentes ha significado ponerse duro con quienes pagan impuestos”.

El hecho que se desvían fondos de la educación a las cárceles “refleja una distorsión de las verdaderas prioridades”, mantiene Bernard Sanders, el único miembro del Senado que se declara socialista y con quien suelo estar en total desacuerdo porque siempre se ha opuesto al libre comercio con América Latina. Pero en este tema creo que tiene toda la razón.

Nadie en su sano juicio puede oponerse a que criminales y delincuentes que utilizan la violencia sean castigados con prisión. Pero el número de hechos de violencia ha disminuido en alrededor del 25% en los últimos 20 años, mientras que en el mismo período de tiempo se ha disparado el número de personas en prisión por vender o consumir drogas.

En Estados Unidos se han realizado 37 millones detenciones por drogas, sin hechos de violencia. Eso indica claramente que la llamada guerra contra las drogas es un colosal fracaso y que penalizar con prisión a personas que fuman o se atreven a cultivar marihuana, lejos de reducir el consumo, logra más bien sumergir a miles de jóvenes en ambientes de depravación y malas compañías del que saldrán convertidos en verdaderos delincuentes o criminales profesionales.

Esta realidad ha hecho que intelectuales con ideologías totalmente opuestas, como Noam Chomsky y Milton Friedman, apoyasen desde hace años la legalización del consumo de drogas, no porque les guste sino por comprender que la prohibición termina haciendo más daño. El remedio ha resultado mucho peor que la enfermedad y los problemas médicos y sociales nunca se logran solucionar convirtiendo en delito el daño que alguien se hace a sí mismo. Por el contrario, la legalización tendería a reducir el consumo porque eliminaría las millonarias ganancias del gansterismo internacional que financian a los guerrilleros colombianos y corrompen a policías, políticos y burócratas alrededor del mundo.

No hay comentarios.: