12 abril, 2008

REFLEXIONES LIBERTARIAS
AUN NO EMPIEZO A PELEAR
Ricardo Valenzuela

En México los amantes de la libertad hemos sufrido un profundo desengaño ante el saboteo del último intento para liberar nuestro aparato productivo y, como ya es costumbre, los discípulos de Hugo Chávez aparecen en la primera fila de oscura fotografía del cavernícola chantaje. “Pemex no se privatizará,” afirmaba con fingida voz de asertividad el presidente Calderón.

Uno de los pasajes más dramáticos de la lucha por la independencia de EU, fue cuando el héroe revolucionario, John Paul Jones, se enfrentaba con su humilde fragata al poderoso navío inglés Serapis, en una desigual batalla en la cual el sentido común, la lógica y todos los expertos militares, no le daban posibilidad alguna de sobrevivir mas de unas horas ante el poderío naval británico. Después de iniciada la confrontación y habiendo logrado los ingleses infringir graves daños al pequeño navío de Jones, el Capitán del Serapis con la clásica arrogancia inglesa demandó el rendimiento de los rebeldes. John Paul Jones sin titubear responde: “Aun no empiezo a pelear.” Ahí se gestaba el carácter del pueblo que construiría esa nueva nación.

John Paul Jones no luchaba por su vida, luchaba por su libertad, su dignidad seguro que su determinación y valentía ante lo casi imposible, rendiría frutos, los frutos de la semilla que se siembra y germina en los corazones de los hombres que abrigan un gran sueño y una visión. Los rebeldes enardecidos iniciaron un contraataque que finalmente se tradujo en una increíble victoria y, al terminar la batalla extenuados y bañados en sangre, erigieron una bandera con la esfinge de una víbora de cascabel y la leyenda: “No me vuelvan a amenazar,” que se convirtió en símbolo de la lucha de este grupo de temerarios hombres buscando su libertad.

Ulises Grant, uno de los héroes de la guerra civil americana y después presidente del país, narraba en sus documentos personales cómo, al participar en la guerra de EU contra México y siendo un oficial de baja graduación, encabezando un pelotón de soldados se aprestaban a penetrar ya la ciudad de México por el flanco sur luego de la encarnizada batalla del Castillo de Chapultepec, cuando encontraron violenta resistencia de un pequeño grupo de regulares mexicanos encabezados por el cabo Indalecio Romero. Grant, quien siempre consideró esa guerra una acción abusiva e ilegal del Presidente Polk, al observar el sangriento y destrozado pelotón, tratando de salvar sus vidas los conminó a entregar sus armas. La respuesta de Romero fue tajante: “Vengan por ellas pues todavía nos queda parque.”

Grant entonces ordenó la carga final que en pocos minutos aniquilaba a ese grupo de patriotas. El futuro Presidente de los EU, al caminar entre los soldados mexicanos inmolados, identificó el cadáver del Cabo Romero y en señal de reconocimiento a su bravura, le cubrió el rostro con su guerrera militar afirmando: “Este era un hombre verdaderamente valiente.” Así como el también Presidente Johnson siempre hacia alusión a la gesta de Jesús García en Nacozari para definir el valor, lo mismo hizo Grant con la del Cabo Romero durante el resto de su vida sin dejar nunca de criticar la acción de los EU.

Ante los rumbos erróneos que continua el país, ante las amenazas del estabishment, ante el veto de mis escritos en algunos periódicos, ante los consejos de la gente de abandonar mi lucha y seguir el ejemplo de la mayoría de los mexicanos, nadar de muertito; Hoy me siento como John Paul Jones pero más que otra cosa como el cabo Romero y les digo: “Aun no he empezado a pelear.” Los disparos de los enemigos de la libertad son poderosos y letales. Provienen de todas direcciones donde se hayan emboscados, pues ellos nunca dan la cara. Pero siento navegar en el orgulloso barco de la libertad. Con cada golpe recibido, reculo para agarrar aviada, enderezo mi torso y les repito: “Aun no he empezado a pelear.”

He decidido hacer del proyecto México liberal, mi supremo propósito y plantarme en la proa de este barco para gritar a mis enemigos: “Aun no he empezado a pelear.” Aun cuando el México desinfectado será una realidad conmigo o sin mí, con nosotros o sin nosotros, yo visto la pintura de la batalla porque, cuando me cierran las puertas, me brinco las tapias, cuando me exigen que me calle grito, cuando me arriman las espuelas me atrinco, cuando me amenazan me crezco ante los abusivos. Los abusivos que han oprimido el país y pretenden seguirlo haciendo ante la pasividad de los mexicanos que nadando de muertito o “de vivito,” se convierten en cómplices de los tiranos, de los demagogos y, ahora la novedad, las mulas lazadas de las verijas estilo AMLO.

Los mexicanos hemos querido provocar un cambio, ese fue el mensaje de los electores en 2 de Julio del 2000. Pero con ese esfuerzo hemos iniciado también el aprendizaje y la práctica de un nuevo juego, el de la democratización de las conspiraciones, de los saboteos, de las conjuras, de las silenciosas hipocresías de los que actúan en la penumbra y la oscuridad. El juego en el cual la traición nunca prospera porque si lo hace, no podemos llamarle traición, es “oficio político.” Ya es hora de aportarle a este potaje algo de” los valores de los viejos;” Luchar de frente y a campo abierto. Ya es hora de que la política deje de basarse en la indiferencia e ignorancia de la mayoría. Ya es hora de construir un país en el cual los estadistas no sean sólo los que murieron hace 200 años.

Las historias de este rebelde americano y del cabo Romero me han inspirado porque al igual que ellos siento luchar por algo más grande que yo. Como el cabo Romero y cada cual en su trinchera, lucho por la liberación de mi país, por una sociedad que reconozca la dignidad y el valor de cada individuo, y no la fuerza de la manada, la hegemonía del partido, lo intocable de los empresarios estatistas pegados a la ubre, lo sagrado de los sindicatos. Contra el ejercito de curas enjoyados de la Teología de la Liberación que cada domingo usan el púlpito como arma de promoción de odios. Lucho por el sueño ese grupo de liberales de una estatura que no alcanzarían las generaciones futuras, el sueño de un México verdaderamente liberal.

Lucho por un México mejor al que yo he vivido y conocido, y me tiro a esta lucha no para quejarme y protestar, ya basta de ese masoquismo conformista que nos satisface y purifica la conciencia sólo con el sentimiento de participar; yo voy a la batalla para ganar y no hay mas resultado aceptable que el de la victoria.—Y al igual que Justo Sierra y su dedicatoria cuando escribió: “Esos que se honran usando el insulto en la penumbra para que no disfracen su bellaquería de no conocer nuestra respuesta, ya saben donde estamos y no tienen que andar mucho para encontrarnos”---

Recordemos cada día las palabras de Paine: “La sociedad en cualquier estado es una bendición, pero el gobierno aun en su mejor estado es un mal necesario; y en el peor de ellos, es un infierno intolerable.” Es hora de tener un México libre y desinfectado.

No hay comentarios.: