Brutal ofensiva de los narcos mexicanos contra la policía
Los carteles de la droga están enviando un brutal mensaje a policías y soldados en ciudades en todo México: Súmense a nosotros o morirán.
La amenaza aparece en carteles colgados junto a carreteras y en listas de amenazados de muerte dadas a conocer públicamente. Los policías también reciben advertencias a través de sus radios. Al menos cuatro altos oficiales policiales han sido asesinados este mes, incluyendo el jefe interino de la policía federal.
México ha batallado durante años para tratar de limpiar sus fuerzas de seguridad y ganar el respeto público, pero los mexicanos generalmente asumen que la policía e incluso los soldados son corruptos, a menos que se pruebe lo contrario, y los honestos carecen de recursos, entrenamiento y la confianza de que sus colegas les respalden. Aquí, el tabú típico de matar a policías parece no existir.
Aquellos policías que se enfrentan con los carteles de la droga se sienten aislados y vulnerables cuando se vuelven blancos de ataque, como sucedió con 22 comandantes de la ciudad fronteriza de Ciudad Juárez, cuando narcotraficantes los colocaron en una lista de amenazados de muerte dejada este año en un monumento a los caídos. La lista estaba dirigida a ‘‘aquellos que aún no creen'' en el poder de los carteles.
De los 22, siete han sido asesinados y tres heridos en atentados. Once de los 12 restantes han renunciado, incluyendo al director de la policía de Ciudad Juárez, Guillerm Prieto, quien presentó ayer su dimisión. Funcionarios municipales dijeron que él único que sigue en funciones no desea ser entrevistado.
"Son ataques dirigidos a los principales comandantes de la policía de la ciudad, que eso no está sucediendo solamente en Ciudad Juárez'', dijo en el funeral de la víctima más reciente, el comandante policial Juan Antonio Román García. ‘‘Está sucediendo en Nuevo Laredo, en Tijuana. En toda esta zona están atacando a los altos mandos policiales para desestabilizar a la policía''.
Los asesinatos son una respuesta a una batida lanzada por el presidente Felipe Calderón, quien ha enviado miles de soldados y policías federales a todo el país para enfrentar a los carteles. Los narcotraficantes han replicado enviando asesinos para atacar a policías con granadas y fusiles automáticos.
Cada vez más, la policía se está rindiendo. La semana pasada, funcionarios estadounidenses revelaron que tres comandantes policiales mexicanos han cruzado a Estados Unidos en busca de asilo, diciendo que se sienten desprotegidos y temen por sus vidas.
"Es casi como una batalla militar'', dijo Jayson Ahern, subcomisionado de la agencia de aduanas y fronteras de Estados Unidos. "No pienso que en general el público tenga alguna idea del nivel de violencia que existe en la frontera''.
El 8 de mayo, Edgar Millán Gómez, que se había hecho cargo interinamente del puesto de jefe de la policía federal, fue asesinado en las afueras de su apartamento en Ciudad de México. La policía responsabilizó al cartel de Sinaloa y dijo que un policía estaba entre los sospechosos arrestados.
La embajada estadounidense en la capital mexicana ondeó su bandera a media asta. "México ha perdido otro héroe'', dijo el embajador Tony Garza en una declaración. "México ha perdido muchos héroes en la lucha contra el narcotráfico''.
En Ciudad Juárez, la policía ha recibido fusiles automáticos --usualmente llevaban solamente pistolas-- pero han recibido además órdenes de no patrullar las calles solos. Más de 100 de los 1,700 policías de la ciudad han renunciado o se han retirado desde enero.
Los carteles mexicanos se han vuelto tan intrépidos que, en la vecina Guatemala, han transmitido anuncios desde transmisores clandestinos de radio con los que buscan reclutar a ex soldados para trabajar como pistoleros. También han atado pancartas sobre las carreteras de Nuevo Laredo con mensajes como "Los Zetas (una pandilla de narcotraficantes) te quieren --Ofrecemos buenos sueldos a soldados''.
"Es una operación sicológica, para ‘llegarle' a los efectivos'', dijo un capitán del ejército mexicano sobre los anuncios mientras encabezaba una redada contra traficantes al menudeo en un barrio bajo de Ciudad Juárez conocido como Aldama.
"Usan el mismo lenguaje que usamos para que te desanimes, para que ya no trabajes tanto'', agregó el militar, que no estaba autorizado para ser citado por su nombre.
Y la operación de su convoy de tres vehículos --con una decena de soldados con ropas de combate persiguiendo sospechosos de drogas por las calles sin pavimentar, recogiendo bolsas pequeñas de cocaína y opio dejadas atrás-- ilustra los desafíos que enfrenta el ejército.
"Ellos conocen las calles y el terreno, y se pueden meter a cualquiera de estas casas y no los podemos seguir, no podemos hacer nada'', afirmó.
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