La otra cara de Gadhafi: adalid de las reformas de libre mercado
Por Jay Solomon
Cinco años después de que fueran levantadas las sanciones de Naciones Unidas sobre Libia, el coronel Moammar Gadhafi está al frente de una vasta reforma económica en su país. Alimentado por un petróleo que supera los US$120 por barril, está reduciendo considerablemente la burocracia estatal, privatizando activos e invirtiendo miles de millones de dólares en carreteras, puentes y puertos.
Libia, en todo caso, no ha acompañado su transformación económica con reformas políticas significativas, dicen activistas y diplomáticos. La voluntad de Gadhafi de abrir la política de su país al igual que la economía podría determinar si Libia se convierte en un estado moderno a partir de uno visto históricamente como un paria.
El deseo de Gadhafi de encabezar un vuelco económico fue develado en un discurso anual que hizo en marzo en el que fustigó la burocracia libia por corrupción e ineficiencia. El hombre fuerte de 66 años, que no tiene un puesto formal en el gobierno, dijo que el país debe reducir el tamaño del Estado y traspasar la riqueza petrolera de Libia a manos de la población. Agregó que las empresas del sector privado están en mejores condiciones que el gobierno para proveer servicios al público.
"El petróleo se ha vuelto un commodity necesario y pienso que los países ricos en crudo podrían tener problemas a menos que encuentren una solución al dinero que han ganado de una manera que satisfaga a la gente", le dijo Gadhafi al Comité General Popular en marzo.
El Fondo Monetario Internacional proyecta que la economía libia se expandirá casi 9% este año, comparado con el 6,8% de 2007. Las reservas extranjeras de Trípoli, hinchadas por el auge del petróleo, probablemente se duplicarán a US$115.000 millones en 2008, comparado con dos años antes.
Funcionarios y consultores que trabajan en la política económica de Libia dicen que un componente fundamental de la reforma de Gadhafi será una drástica reducción de las 900.000 personas del aparato del Estado, quizá hasta un tercio, mediante retiros anticipados y programas alternativos de empleo. En meses recientes, Libia también privatizó dos bancos que quedaron en manos de Arab Bank, de Jordania, y el francés BNP Paribas SA.
Mientras tanto, la Junta de Vivienda e Infraestructura de Trípoli trabaja con firmas de todo el mundo, incluyendo de Latinoamérica, para implementar un programa de cinco años de US$50.000 millones.
Gadhafi estableció un fondo soberano el año pasado con US$50.000 millones, uniéndose a otros países de Medio Oriente ricos en petróleo.
Las autoridades del fondo dicen que están dirigiendo una gran parte de sus inversiones a África y Europa, pero también se están uniendo con firmas locales y extranjeras para fomentar el desarrollo de la floreciente industria petrolera del país. "Libia sufrió sin justificación" durante la época de las sanciones, dijo Mohamed Layas, el responsable del fondo soberano de inversión de Libia. "Pero ahora no hay restricciones y podemos invertir con las mejores compañías".
Hasta ahora, sin embargo, Gadhafi ha ofrecido escasas señales de que permitirá una transformación del sistema político del país que vaya de la mano con el ritmo de liberalización económica. Los grupos de derechos humanos acusan a Trípoli de continuar utilizando la tortura cuando encarcela a activistas políticos sin un juicio. El fracaso del gobierno en desarrollar un código penal apropiado le otorga a las fuerzas policiales del país una libertad de acción casi infinita a la hora de definir quién es un subversivo.
El gobierno de Estados Unidos no concuerda con Trípoli sobre el estatus del activista político Faith al-Jahmi, otrora gobernador de una provincia que ha sido detenido intermitentemente desde 2002, luego de que denunció a Gadhafi. Al-Jahmi, de 66 años, está detenido actualmente en un hospital estatal en Trípoli. Human Rights Watch, un grupo activista de EE.UU., dice que podría morir a menos que busque atención médica en el extranjero.
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