por Manuel Hinds
Manuel Hinds ex Ministro de Finanzas de El Salvador y autor de Playing Monopoly with the Devil: Dollarization and Domestic Currencies in Developing Countries (Council on Foreign Relations, 2006).
El Ministerio de Economía dio a conocer los resultados del censo de población de 2007. Los resultados muestran un país en el que ha habido más progreso que el que se pensaba comúnmente. El Salvador se ubicó entre los cuatro países que obtuvieron el mayor crecimiento dentro de toda la región.
Anteriormente se había calculado el ingreso por habitante del país con la población equivocada de 7,0 millones en 2007; luego, se corrigió el cálculo utilizando la cifra correcta de la población de 5,7 millones en ese año. La corrección muestra que el crecimiento de este ingreso fue el tercero más alto en la región, atrás sólo de República Dominicana y de Chile, y por poco margen.
También se descubrió que mientras que con la población equivocada el país supuestamente había crecido a la misma tasa que el promedio de Latinoamérica, en realidad creció mucho más que dicho promedio (el doble, ya que Latinoamérica creció al 1,6% anual promedio y El Salvador al 3,3% anual promedio desde 1992).
Las recientes cifras además nos dan otra razón de optimismo con respecto al desempeño económico del país. La tasa de crecimiento de El Salvador fue más estable que las de República Dominicana, Chile, Perú y el promedio de Latinoamérica. Estos otros países y el promedio de la región sufrieron serios bajones en la tasa de crecimiento en varias oportunidades, y en algunos casos sus ingresos decrecieron.
Esto pasó como resultado de la crisis de 1998-1999 (por ejemplo, Chile y Perú, cuyos ingresos cayeron en esos años) y de la recesión estadounidense en 2001-2002.
Como contraste, el crecimiento de El Salvador, aunque tuvo algunas variaciones, no experimentó ninguna caída. La estabilidad del crecimiento del país se debe a dos factores: que El Salvador no devaluó desde 1992 y que ya no depende de productos primarios en sus exportaciones y en su Producto Interno Bruto (PIB). Los mismos factores nos ayudarán a mantener la estabilidad en las aguas turbulentas de estos años. La dolarización nos mantiene firmes en la estabilidad macroeconómica, manteniendo tasas de inflación y de interés que son más bajas que las de la mayor parte de Latinoamérica. La diversificación de nuestras exportaciones nos protege contra los bruscos descensos de los precios de los productos que tienen lugar siempre que, como hoy, hay incrementos violentos en dichos precios.
Estas cifras deben llevarnos a repensar la imagen que tenemos de la economía de El Salvador y el diagnóstico que sacamos de ésta. Es claro que nuestros problemas no están en la tasa de crecimiento de largo plazo del Producto Interno Bruto (PIB), como no lo está en Chile, que tuvo un crecimiento apenas más alto que el nuestro en los últimos 16 años. Los problemas están en otros lados. Para asegurar el mantenimiento del crecimiento y desarrollo en el largo plazo, tenemos que lograr que dicho crecimiento les beneficie a todos a través de la inversión en capital humano.
En el corto plazo es necesario enfrentar los retos que la crisis de los precios altos de los alimentos y la recesión en Estados Unidos nos están planteando. La estabilidad ya comprobada de la economía salvadoreña nos ayudará a resolver estos problemas si es que procedemos inteligentemente y no tomamos medidas que bajen nuestra eficiencia, nuestra producción y nuestro crecimiento.
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