DE CHESTERTON A KAFKA y DEL TORO ALFREDITO AL PINGÜINO NESTOR
Por GABRIELA POUSA
“Si de mi hubiese dependido nacer, indudablemente no habría aceptado la existencia en condiciones tan irrisorias” F. Dostoievsky, El Idiota
Como lo expresara el filósofo Pascal Bruckner, nada hay más conformista en nuestra época que pretender ser un rebelde, un inconformista, ese agitador que se alza contra el orden establecido. Estamos presenciando, pues, un escenario de conformidades donde lo irrisorio aventaja al dramatismo de las circunstancias. Enarbolados como héroes mitológicos de una Argentina arcaica, surgen en el cielo diáfano un gran toro inflado bautizado como “Alfredito”, a él se enfrenta como Teseo al Minotauro, un pingüino de similar tamaño al que llaman “Néstor”. Antiguamente se canonizaba a los héroes, el sistema moderno prefiere vulgarizarlos. Ambos están en una suerte de nebulosa observando desde arriba una plaza atiborrada de identidades perdidas en búsqueda de respuestas para preguntas incompletas. Y es que hasta los que son incapaces de aprender se han puesto a enseñar. En estos días todos los hombres con un poco de fama tienen sus discípulos pero no hay que olvidar que después será Judas el que escriba la biografía. Lo cierto es que tanto barullo se asemeja al silencio: nada se escucha, apenas si se oyen ciertas voces tratando de esgrimir una idea pero la Argentina es el refugio de las ideas perdidas y las causas acabadas.
Cualquier que camine por allí podría encontrarse con Gabriel Syme, aquel poeta del orden que supo ser Jueves en la pluma de G. K. Chesterton, o con Gregory, el anarquista que termino representando al Domingo. Compararía el cuadro con aquel otro donde una supuesta conspiración anárquica quería imponerse con fuerza sin advertir que aquella sólo era la otra cara de la monedad de las libertades individuales. La responsabilidad de ser libres es una carga pesada que a veces, es mejor apelar a oscuros sistemas, invocar a complots y terminar imponiendo la ideología victimista, mientras un toro y un pingüino definen una batalla pírrica.
Las oligarquías ganan algunas partidas: no hubo fútbol ni un picadito como suele haber en las zonas más marginadas, por el contrario una pelota ovalada dio pie a un partido de Rugby y entre scrown, mauls y tackles se definió el espacio donde cada quien es cada cual, así se encuentra la dignidad y la pertenencia en esta geografía. Mientras, dentro del recinto una escena dantesca: voces a los gritos que se superponen creyendo tal vez que la más gruesa es la que vence la contienda. Al observar tamaño espectáculo, donde el sudor es protagonista y las palabras muestran su faz gratuita, cualquier espectador más o menos desprevenido, puede sentir un devenir similar al de Gregorio Samsa, esa cucaracha kafkiana que trata de entender lo que no puede asimilar la naturaleza humana.
Se buscan acuerdos con enfrentamientos, se apela al respeto con el insulto, se impone compulsivamente el consenso. Todo es tan burdo que no puede esperarse un resultado concreto capaz de contener tantos intereses librados a su suerte.
La voz de la conciencia tiene pañuelo blanco ¿de esperanza?, la voz de la razón, poncho y barba. Todos son víctimas ¿cómo pueden enfrentarse? Luchan por idénticos derechos amparados en un librito casi insignificante que reparten en las esquinas como si fueran biblias evangelistas. Se trata de la Constitución Nacional tan clara, tan simple y sin embargo, librada a interpretaciones tan disímiles… Si Alberdi viviese no dudaría en transcribirla pero en una lengua universal para que no haya más confusión y barbarie en esta tierra. Quizás se halle ya de lleno en esa tarea y en breve, los ciudadanos, podamos comprar un ejemplar de la nueva Constitución de los argentinos en el ciberespacio donde debe quedar el único resabio de cultura y dignidad nacional.
Qué el resto lo resuelvan los próceres del siglo XXI que supimos conseguir: el toro Alfredito y el pingüino Néstor. Y ¡oh, juremos con gloria morir…!
GABRIELA POUSA
“Si de mi hubiese dependido nacer, indudablemente no habría aceptado la existencia en condiciones tan irrisorias” F. Dostoievsky, El Idiota
Como lo expresara el filósofo Pascal Bruckner, nada hay más conformista en nuestra época que pretender ser un rebelde, un inconformista, ese agitador que se alza contra el orden establecido. Estamos presenciando, pues, un escenario de conformidades donde lo irrisorio aventaja al dramatismo de las circunstancias. Enarbolados como héroes mitológicos de una Argentina arcaica, surgen en el cielo diáfano un gran toro inflado bautizado como “Alfredito”, a él se enfrenta como Teseo al Minotauro, un pingüino de similar tamaño al que llaman “Néstor”. Antiguamente se canonizaba a los héroes, el sistema moderno prefiere vulgarizarlos. Ambos están en una suerte de nebulosa observando desde arriba una plaza atiborrada de identidades perdidas en búsqueda de respuestas para preguntas incompletas. Y es que hasta los que son incapaces de aprender se han puesto a enseñar. En estos días todos los hombres con un poco de fama tienen sus discípulos pero no hay que olvidar que después será Judas el que escriba la biografía. Lo cierto es que tanto barullo se asemeja al silencio: nada se escucha, apenas si se oyen ciertas voces tratando de esgrimir una idea pero la Argentina es el refugio de las ideas perdidas y las causas acabadas.
Cualquier que camine por allí podría encontrarse con Gabriel Syme, aquel poeta del orden que supo ser Jueves en la pluma de G. K. Chesterton, o con Gregory, el anarquista que termino representando al Domingo. Compararía el cuadro con aquel otro donde una supuesta conspiración anárquica quería imponerse con fuerza sin advertir que aquella sólo era la otra cara de la monedad de las libertades individuales. La responsabilidad de ser libres es una carga pesada que a veces, es mejor apelar a oscuros sistemas, invocar a complots y terminar imponiendo la ideología victimista, mientras un toro y un pingüino definen una batalla pírrica.
Las oligarquías ganan algunas partidas: no hubo fútbol ni un picadito como suele haber en las zonas más marginadas, por el contrario una pelota ovalada dio pie a un partido de Rugby y entre scrown, mauls y tackles se definió el espacio donde cada quien es cada cual, así se encuentra la dignidad y la pertenencia en esta geografía. Mientras, dentro del recinto una escena dantesca: voces a los gritos que se superponen creyendo tal vez que la más gruesa es la que vence la contienda. Al observar tamaño espectáculo, donde el sudor es protagonista y las palabras muestran su faz gratuita, cualquier espectador más o menos desprevenido, puede sentir un devenir similar al de Gregorio Samsa, esa cucaracha kafkiana que trata de entender lo que no puede asimilar la naturaleza humana.
Se buscan acuerdos con enfrentamientos, se apela al respeto con el insulto, se impone compulsivamente el consenso. Todo es tan burdo que no puede esperarse un resultado concreto capaz de contener tantos intereses librados a su suerte.
La voz de la conciencia tiene pañuelo blanco ¿de esperanza?, la voz de la razón, poncho y barba. Todos son víctimas ¿cómo pueden enfrentarse? Luchan por idénticos derechos amparados en un librito casi insignificante que reparten en las esquinas como si fueran biblias evangelistas. Se trata de la Constitución Nacional tan clara, tan simple y sin embargo, librada a interpretaciones tan disímiles… Si Alberdi viviese no dudaría en transcribirla pero en una lengua universal para que no haya más confusión y barbarie en esta tierra. Quizás se halle ya de lleno en esa tarea y en breve, los ciudadanos, podamos comprar un ejemplar de la nueva Constitución de los argentinos en el ciberespacio donde debe quedar el único resabio de cultura y dignidad nacional.
Qué el resto lo resuelvan los próceres del siglo XXI que supimos conseguir: el toro Alfredito y el pingüino Néstor. Y ¡oh, juremos con gloria morir…!
GABRIELA POUSA
No hay comentarios.:
Publicar un comentario