Revelan abusos de soldados de EEUU contra detenidos en Afganistán
Varios soldados estadounidenses trasladaron a los detenidos a cubículos formados por rejas y alambre de púa, la misma clase que se usa para las reses.
Los guardias patearon a muchos de los detenidos hasta que cayeron al suelo presa de dolor. Los soldados le pusieron grilletes a otros detenidos y los arrastraron hasta celdas de aislamiento, y entonces los colgaron por las muñecas de cadenas que colgaban del techo de alambre.
El centro de detención en la Base Aérea Bagram al norte de Kabul, que Estados Unidos estableció a finales del 2001, fue un centro de brutalidad sistemática durante unos dos años, arroja una investigación de McClatchy Newspapers, pero los soldados responsables no han sido castigados seriamente.
Las protestas públicas en Estados Unidos y otros países se han centrado en el abuso a los detenidos en la Base Naval de Guantánamo, Cuba, y en la prisión iraquí de Abu Ghraib, pero la violencia contra los detenidos comenzó en Bagram y en un campamento similar en el Aeropuerto de Kandahar, en el sur de Afganistán.
"Me dieron patadas y puñetazos en Bagram (...) allí, cuando interrogan a un hombre de noche, a la mañana siguiente lo sacan en camilla casi muerto'', dijo Aminullah, un afgano que estuvo detenido allí un poco más de tres meses. "Pero en Guantánamo había reglas, ley''.
La investigación de McClatchy Newspapers, que duró ocho meses, detectó un patrón de abuso que se prolongó varios años. El abuso de los detenidos en Bagram se ha reportado en los medios estadounidenses, en particular The New York Times, que dio varias primicias. Pero la extensión del maltrato y el hecho que eclipsó los abusos en Guantánamo, no se había revelado anteriormente.
Los guardias dijeron que golpeaban rutinariamente a los prisioneros como represalia por los ataques terroristas de Al Qaida el 11 de septiembre del 2001, sin saber que la mayoría de los detenidos no tenía ninguna relación con Al Qaida.
Los ex detenidos de Bagram y Kandahar dijeron que los golpeaban con regularidad. De los 41 antiguos detenidos de Bagram entrevistados por McClatchy, 28 dijeron que los guardias o interrogadores los habían golpeado. Sólo ocho de los detenidos en Guantánamo dijeron que los habían golpeado.
Sin embargo, como el presidente George W. Bush hizo menos estrictas o eliminó las reglas que gobiernan el tratamiento de los llamados combatientes extranjeros, pocos militares estadounidenses han recibido sanciones disciplinarias según el Código Uniforme de Justicia Militar, y no se ha administrado ninguna sanción seria, incluso en los casos de dos detenidos que murieron después de ser golpeados por guardias estadounidenses.
En un esfuerzo por presentar un panorama lo más completo posible de las prácticas estadounidenses de detención, reporteros de McClatchy entrevistaron a 66 ex detenidos y verificaron elementos clave de sus versiones, hablaron con soldados estadounidenses que fueron guardias en los campamentos de deten ción y revisaron miles de páginas de documentos oficiales de cortes marciales e informes de derechos humanos.
El gobierno de Bush se niega a entregar todos los documentos del tratamiento a los detenidos en la guerra contra el terrorismo y ningún alto funcionario del gobierno federal aceptó ser entrevistado para discutir los hallazgos de la investigación de McClatchy.
La investigación halló que el índice de abusos reportados era mayor entre los hombres detenidos en el campamento de Kandahar que en Bagram. Treinta y dos de 42 hombres detenidos allí y entrevistados por McClatchy alegaron que los abofetearon o lanzaron al suelo. Pero varios ex detenidos dijeron que la violencia en Bagram era mucho más severa.
La brutalidad en Bagram llegó a su punto máximo en diciembre del 2002, cuando soldados estadounidenses mataron a golpes a dos detenidos afganos, conocidos sólo como Habibullah y Dilawar, mientras los tenían colgados del techo por las muñecas con cadenas.
Dilawar murió el 10 de diciembre, siete días después del fallecimiento de Habibullah. A Dilawar lo golpearon tantas veces en las piernas que "se le estaban cayendo los pedazos de carne'' y "básicamente lo hicieron pulpa'', dijo la entonces teniente coronel Elizabeth Rouse, médico forense de la Fuerza Aérea que practicó la autopsia.
El único oficial estadounidense reprendido por la muerte de Habibullah y Dilawar es el capitán Christopher Beiring, del Ejército, quien comandó la Compañía de Policía Militar 377 desde el verano del 2002 hasta la primavera del 2003.
Beiring le dijo a los investigadores que no había recibido ninguna capacitación formal en cómo dirigir una compañía de la Policía Militar, "sólo los cursos por correspondencia y la experiencia en el trabajo mismo''.
El entonces teniente coronel Thomas S. Berg, el abogado del Ejército que investigó a Beiring en la muerte de Habibullah y Dilawar, alegó: "El gobierno no presentó ninguna prueba de qué eran ‘‘prácticas, técnicas y procedimientos aprobados en las operaciones de detenidos''.
Por recomendación de Berg, los cargos contra Beiring se desestimaron y sólo le dieron una reprimenda por escrito.
La comandante de la sección de inteligencia militar que trabajó con la compañía de policía militar en Bagram, la capitana Carolyn Wood, declinó hacer comentarios.
El soldado que enfrentó los cargos más serios, Willie Brand, admitió que golpeó a Dilawar unas 37 veces, incluyendo unas 30 en las rodillas en una celda de aislamiento.
Brand, que pudo haber enfrentado hasta 11 años de cárcel, fue degradado a soldado raso, su único castigo, cuando lo hallaron culpable de agredir a incapacitar a Dilawar.
Pero algunos ex detenidos entrevistados por McClatchy y grupos de derechos humanos han dicho que la violencia fue rampante desde fines del 2001 hasta el verano del 2003 o más.
Algunos soldados que estuvieron en Bagram a partir del verano del 2002 confirmaron que los detenidos eran golpeados rutinariamente.
"Lo mismo si causaban problemas que si no, todos golpearon a algún detenido en algún momento'', dijo Brian Cammack, ex especialista de la Compañía de Policía Militar 377. Cammack fue sentenciado a tres meses de confinamiento militar y dado de baja deshonrosamente por haber golpeado a Habibullah.
El soldado Jeremy Callaway, que admitió haber golpeado a unos 12 detenidos en Bagram, declaró bajo juramento a los investigadores militares que se sentía incómodo siguiendo órdenes de ‘‘doblegar mental y físicamente a los detenidos''. Se negó a dar más detalles.
"Supongo que se le puede llamar tortura'', dijo Callaway, que sirvió en la 377 de agosto del 2002 a enero del 2003.
El mayor Jeff Bovarnick, asesor jurídico del centro de detención de Bagram de noviembre del 2002 a junio del 2003, dijo bajo juramento que de unos 500 detenidos que él sabía que habían pasado por Bagram, sólo unos 10 eran objetivos valiosos, que es el término usado por los militares para referirse a operativos terroristas importantes.
Eso no importó mucho. A Khaled al Asmr, un jordano alto y delgado, lo sacaron de un avión militar de carga de Estados Unidos en Bagram a principios del 2002. Lo llevaron encadenado y encapuchado de Pakistán y lo acusaron de ser operativo de Al Qaida, con posibles vínculos con los ataques del 11 de septiembre.
Asmr dijo que estaba en una cámara de interrogatorios, después de haber sido golpeado en la cara varias veces por unos guardias estadounidenses, cuando entraron otros dos vestidos de civil. Sacaron pistolas y los encañonaron en la cabeza. Un tercero entró, se le acercó y le susurró al oído: "Estoy aquí para salvarte de esta gente, pero tienes que decirme que eres de Al Qaida''.
Asmr, que le relató lo sucedido a un reportero de McClatchy en Jordania, fue declarado libre por un tribunal militar en Guantánamo. Dijo que había conocido a algunos dirigentes de Al Qaida pero que eso fue hace más de 15 años.
Algunos expertos jurídicos afirman que el maltrato a los detenidos de Bagram puede haber infringido la Convención de Ginebra de 1949 sobre el trato a prisioneros de guerra, que prohíbe la violencia o el trato humillante de los detenidos.
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