29 julio, 2008

Las megagranjas chinas cultivan la consolidación

Por Nicholas Zamiska

LAIYANG, China—Al igual que la mayoría de los 700 millones de agricultores en este país, Zhu Suixing cultivó durante décadas una pequeña parcela de tierra no más grande que unas cuantas canchas de básquetbol. Sembraba maní y maíz en un tercio de la casi media hectárea que el gobierno le dio a principios de los años 80 después de que desmantelaran las comunidades agrícolas de China, incluyendo la suya.

Ahora, Zhu, de 70 años, forma parte de una colectividad de otro tipo: es uno de los 23.000 empleados de Longda Foodstuff Group Co., una de las mayores compañías agrícolas de China. Con más de 1.600 hectáreas de tierras de cultivo en las provincias de Shandong, Henan y del interior de Mongolia, Longda procesa 150.000 toneladas de alimentos al año y cuenta con alrededor de 30 subsidiarias que exportan desde espinacas y manzanas hasta carne congelada.

Longda es un líder entre una nueva ola de gigantes agrícolas chinos que están revolucionando la agricultura en un país que es de los mayores consumidores y exportadores de alimentos.

Compañías como Longda —"cabezas de dragón", como se conocen aquí— están, en cierto sentido, recolectivizando las fragmentadas tierras agrícolas de China. Sin embargo, en vez de unirlas en comunidades agrícolas ineficientes, las están industrializando con tecnología y economías de escala.

A medida que las presiones sobre el sistema de producción de alimentos en el mundo hacen que suban los precios, las nuevas grandes compañías de alimentos de China empiezan a cobrar protagonismo, gracias a su tamaño y eficiencia.

La consolidación también ofrece un importante beneficio en el área de la seguridad alimentaria, un punto sensible para China después de varios escándalos de exportaciones de alimentos contaminados el año pasado. En mayo, el secretario de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, Mike Leavitt, dijo que su país prohibiría la entrada de productos de compañías chinas que no cumplan con los estándares de certificación de calidad de productos del mercado estadounidense. Eso probablemente les dará una ventaja a las grandes compañías que están mejor equipadas para imponer controles de calidad y que son más fáciles de monitorear.

La transformación agrícola en China está apenas empezando. "Las megagranjas todavía son la excepción, pero están desarrollándose rápido en particular en las provincias del este", dice Andrzej Kwiecnski, analista de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. La tendencia, añade, está siendo impulsada por la demanda del mercado, en especial, las compañías procesadoras de alimentos y los supermercados que necesitan productos que cumplan con ciertos estándares de calidad y seguridad.

Las granjas de China han pasado por grandes cambios en los últimos 50 años. No mucho después de que los comunistas tomaran el poder en 1949, Mao Zedong empezó a agrupar a los cientos de millones de agricultores del país en gigantescas comunidades agrícolas, produciendo cultivos cumpliendo las órdenes del gobierno central. El sistema resultó ser desastroso. Los agricultores aceptaban los decretos del gobierno sobre cómo producir y vender cultivos y tenían pocos incentivos para mejorar la producción o eficiencia. La producción de los cultivos cayó en picada, dejando a millones de chinos muriéndose de hambre.

[China]

Después de que Mao muriera en 1976, el gobierno empezó a desmantelar las cooperativas e introducir un sistema en el que agricultores podían elegir qué cultivos plantar y luego venderlos tanto al mercado privado como al Estado. Con la nueva flexibilidad y los incentivos de ganancias, la producción agrícola se disparó.

La desventaja es que ahora cientos de millones de agricultores cultivan pequeñas parcelas de tierra individuales que, para los reguladores del gobierno, son difíciles de supervisar. El tamaño promedio de una granja china es de poco más de media hectárea, según un reporte del Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA por sus siglas en inglés). En cambio, en 2002, una granja estadounidense promedio era de casi 180 hectáreas, según un censo del mismo organismo.

En los años 90, el gobierno chino empezó a promover las empresas orientadas a las exportaciones y a flexibilizar las regulaciones que restringían la habilidad de los agricultores de firmar contratos con compañías para producir alimentos. "Algunos recibieron ayuda del gobierno local. Algunos obtuvieron préstamos baratos y contratos inmobiliarios preferenciales. Algunos simplemente trabajaron duro y tuvieron éxito", dice Fred Gale, autor del reporte del USDA.

Jikun Huang, director de la agencia gubernamental Centro para la Política Agrícola China en Beijing, dice que el gobierno ha estado estimulando el crecimiento de las compañías como Longda para "la modernización de la agricultura, la eficiencia de la producción y la seguridad alimentaria".

Modelo de progreso

Longda se ha beneficiado de esta iniciativa. La compañía fue fundada en 1972 como una pequeña fábrica de ladrillos de 120 trabajadores. Con el paso de los años, creció y en 1986 empezó a concentrarse en las frutas y vegetales, aprovechando las fértiles tierras de la provincia de Shandong.

Gran parte de la ventaja competitiva de Longda está en la calidad. La compañía ha mejorado la seguridad al centralizar su producción, lo que permite supervisar mejor el uso de pesticidas. "Antes, Longda compraba materias primas de miles de agricultores", dice Dai Fengzheng, director del departamento de vegetales y suministro acuático. "Ahora, sólo contamos con 120 proveedores... ¿Qué es más fácil?"

La mayor parte de la producción es exportada a Japón, donde las habichuelas verdes, el brócoli y las fresas son de los productos más vendidos de la compañía, según Dai. Longda ha intentado calmar los temores de los consumidores japoneses mediante la implementación de un sistema de códigos de barras que permite que los compradores puedan conectarse a Internet y averiguar dónde fueron cultivados y cosechados los productos que compran.

Longda también dirige un laboratorio que analiza muestras aleatorias de cada cosecha para encontrar contaminantes. Dai dice que el sistema les ayuda a controlar el uso de pesticidas peligrosos, los cuales en 2003 resultaron en una prohibición temporal de la exportación de espinacas a Japón.

No hay comentarios.: