por Isaac Katz
Isaac Katz es investigador y catedrático del Instituto Autónomo de México.
En el intento de convencer a la población sobre las bondades de su propuesta de reforma petrolera, el presidente Calderón ha argumentado que México sale perjudicado cada vez que aumenta el precio del petróleo. Este argumento es erróneo. El argumento del presidente sigue, más o menos, la siguiente línea de razonamiento: cuando sube el precio del petróleo, aunque México recibe más ingresos brutos por las exportaciones de este bien, éste mismo aumento repercute en que la gasolina y otros derivados del petróleo, que importamos, nos salen más caros por lo que México pierde; en consecuencia, si se aprueba la reforma propuesta, estos refinados y derivados se podrían producir internamente y ya no tendríamos, como país, que enfrentar esos mayores costos. Hay varias razones para afirmar que este argumento es erróneo.
Primero, el aumento en el precio internacional del petróleo representa para México una ganancia en los términos de intercambio, por lo que el petróleo que está en el subsuelo tiene un mayor valor; los mexicanos como dueños nominales del petróleo somos, por lo mismo, más ricos. Más aun, en la balanza comercial petrolera, México es superavitario.
Segundo, México exporta, a precios de mercado, petróleo crudo e importa, también a precios de mercado, los refinados y otros derivados. Si las refinerías estuvieran en México, PEMEX tendría que venderles el petróleo crudo a los refinadores (sean propiedad del propio organismo o a empresas privadas) a esos mismos precios de mercado y las refinerías tendrían que vender sus productos también a precios de mercado, es decir sin subsidios como el de la gasolina. Es un error suponer, y peor aun obligar, a que PEMEX le vendiera el petróleo a los refinadores instalados en territorio nacional a un precio por debajo del precio internacional del crudo, sean estos precios de transferencia si son sus propios refinadores o precios de venta si fuesen refinadores privados. En consecuencia, estrictamente da lo mismo en donde se produzcan los derivados del petróleo y lo único que efectivamente importa es en dónde y quién lo va a hacer más eficientemente. Esto nos lleva al tercer punto.
Si la producción en México de refinados y derivados se puede hacer con igual o más eficiencia que en el exterior, entonces sí es recomendable instalar la refinarías en México ya que el valor agregado se generaría internamente, pero si el proceso se hace de manera más eficiente en el exterior, sería un error hacerlo en México ya que ello implicaría un desperdicio de recursos valiosos. Y al respecto PEMEX, particularmente en lo que se refiere a refinación, es la empresa petrolera más ineficiente del mundo. ¿Va a cambiar esto sin tocar al sindicato y su leonino contrato laboral?
Buscar, con un nacionalismo mal entendido, ser autosuficientes en derivados del petróleo, sin importar cuánto cueste sería un grave error. Los recursos son escasos y por lo mismo en su uso existe un costo de oportunidad. Obviarlo sólo desperdiciaría la riqueza petrolera.
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