El verdadero poder de mercado
¿Para qué esforzarse en hacer un mejor producto, más atractivo para los televidentes que el actual, aprovechando el potencial de la nueva tecnología, si se tiene la seguridad de que el Gobierno va a forzar la decisión?Fernando Herrera
Hablar de poder de mercado y posición dominante, y más en una sección dedicada a Internet, suscita en el lector la inmediata imagen de Microsoft. El gigante americano, pérfido suministrador de sistemas operativos para el mundo, ha sido sancionado ya un par de veces por abusar de su posición dominante, porque hace mal uso de su poder de mercado.
Sin embargo, no voy a hablar de Microsoft. Porque voy a hablar de poder de mercado, y Microsoft, si lo tiene, es exclusivamente debido a la voluntad libre de cada una de las personas que adquiere su producto. A ninguna de ellas Microsoft le impone la compra de sus sistemas operativos. Este poder de mercado depende de la libre voluntad de la gente, que se lo puede retirar en el momento que quiera, por lo que no es poder.
De hecho, ninguna empresa puede tener poder en un mercado libre, en el que la gente puede comprar o no comprar, y vender o no vender. Un ejemplo muy claro es el de la televisión digital terrestre (TDT). Con esta tecnología, se pueden ver bastantes más canales de TV e incluso acceder a otro tipo de servicios e informaciones; el único obstáculo es que hay que comprar un pequeño aparatito, el descodificador, para poder verla en la pantalla de toda la vida.
Desde hace ya bastantes años llevan los distintos medios de comunicación intentando convencernos de las bondades de la TDT y de que nos hagamos con el cacharro. ¿Quién puede afirmar que, juntas, Antena 3, Tele 5, Sogecable, TVE... no tienen poder de mercado? Y, sin embargo, la penetración apenas supera el 30% de los hogares. Es claro que el consumidor es soberano, y si no le convence el producto, poco pueden hacer las fuerzas combinadas de estos agentes para imponerlo. Su única vía es mejorarlo, sea por el lado de poner más y mejores servicios y contenidos, o por el de subvencionar los descodificadores.
En cambio, sí hay un agente que tiene el poder suficiente para conseguir que la gente se vea obligada a migrar a la TDT. ¿Quién detenta tamaño poder de mercado que ni los grandes conglomerados audiovisuales pueden compararse con él? Por supuesto, el Gobierno. El Gobierno decidió hace un tiempo que la TDT era mejor que la TV tradicional (y probablemente lo sea desde un punto de vista técnico). Y el Gobierno decidió, unos años más tarde, que el 3 de marzo de 2010 se produciría el "apagón analógico" y los ciudadanos solo podrían ver la tele si se compraban el aparatito necesario para la TDT.
¿Para qué esforzarse en hacer un mejor producto, más atractivo para los televidentes que el actual, aprovechando el potencial de la nueva tecnología, si se tiene la seguridad de que el Gobierno va a forzar la decisión?
Lo mismo que en la TDT el Gobierno impondrá sus gustos a los de los individuos por la fuerza de la desconexión, puede hacer lo mismo y lo hace en otros muchos ámbitos. Porque, en realidad, es la única fuente del poder de mercado.
Tiene tanto, tanto poder de mercado, que incluso puede convencer al mundo de que empresas como Microsoft tienen posición dominante.
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