Jose Brechner
Madonna en su nueva gira mundial está haciendo un infamante show contra John McCain, llegando al colmo de mostrarlo junto a una imagen de Adolf Hitler. Si la cantante entendiese una ínfima parte de las enseñanzas cabalísticas a las que se adhirió hace unos 10 años, y la inspiraron a decir que es una embajadora del judaísmo, ni remotamente se atrevería a hacer una demostración tan insultante.
Detrás de los baby boomers que han generado los cambios más drásticos en la cultura y la economía del Siglo XX, convirtiéndose en la generación más afluente que conoció la humanidad, también se esconde el complejo de culpabilidad que sienten por no haber hecho del mundo un lugar mejor al que vislumbraban en sus delirios psicodélicos.
El problema de muchos de estos babies de entre 45 y 65 años, es que aun habiendo presenciado los conflictos de las últimas décadas, no aprendieron a diferenciar con claridad las causas de los males sociales, tampoco conocen la idiosincrasia de los pueblos, y menos aún comprenden al ser humano en su ignorancia, sus ruines apetitos, bajeza y egoísmo. En otras palabras, tienen buenas intenciones, ninguna sabiduría, y entienden poco o nada de política.
Las voces de Bono, Paul McCartney, Elton John y otros grandes del rock, se dieron cita bajo la iniciativa de Bob Geldof el 2005 en el show musical “Live 8”, para “acabar con la pobreza en el mundo”. El proyecto no solamente fue infantil en su concepción, sino que había una horrenda contradicción entre la euforia de los asistentes al concierto y la pobreza de los famélicos niños africanos devorados por las moscas que se veían en las pantallas gigantes del estadio.
Se recaudaron millones que no supieron cómo administrar, tal como les sucede a todos los que encaran el mismo asunto. Si los fondos fuesen manejados por gente decente y no entregados a los insensibles aprovechadores que manejan la ONU, las ONGs, y los burócratas de aquellas naciones a las que quieren beneficiar, podrían ser un instrumento para socorrer a unos cuantos por algún tiempo. Pero pretender erradicar la pobreza sin eliminar a los dictadores, los Señores de la Guerra, los narcotraficantes, guerrilleros y terroristas, es ignorar lo que pasa en el planeta. No son los indiferentes países desarrollados los responsables del hambre sino los despiadados y corruptos políticos populistas.
Bob Geldof en vez de regañar a Occidente, que viene trabajando por años en este dilema con gente más capaz y conocedora del asunto que sus amigos rockeros, debería pedir a los multimillonarios gobernantes árabes que se solidaricen con sus hermanos musulmanes del África, que son los más empobrecidos, y los ayuden con sus réditos del petróleo a generar fuentes de trabajo, en vez de gastarlos en palacios para sus jeques y armas para la Yijad. Pero si no lo hacen con sus propios súbditos ¿por qué lo harían con los demás?
Tres años después de Live 8 y con más gente pasando hambre, tenemos una nueva bailarina política. Se trata nada menos que de Madonna, “La Chica Material” --como ella misma se autodefinió esclareciendo cuáles son sus profundos intereses en la vida-- que en su nueva gira mundial está haciendo un infamante show contra John McCain, llegando al colmo de mostrarlo junto a una imagen de Adolf Hitler.
Si la cantante entendiese una ínfima parte de las enseñanzas cabalísticas a las que se adhirió hace unos 10 años, y la inspiraron a decir que es una embajadora del judaísmo, ni remotamente se atrevería a hacer una demostración tan insultante, y jamás apoyaría a un Barack Obama, cuyas convicciones de extrema izquierda son reñidas con las sagradas escrituras, con la naturaleza humana y con el esoterismo bíblico.
La estudiante de Cábala obviamente no aprendió nada del misticismo judío. Simplemente ratifica la opinión de los eruditos, de que el Kabbalah Centre es un instituto de enseñanza superficial, y que Madonna --que es su discípula más famosa-- es la Prostituta de Babilonia.
Lo triste es que diariamente van quedando menos músicos y actores respetables. Se estima que 90 por ciento de los exuberantes millonarios de Hollywood son de tendencia socialista. Es que la moda es la moda.
Cada vez que los ídolos de la farándula hacen algún comentario político, pierden millones de simpatizantes. Con la descomunal cantidad de dinero que ganan, no es algo que les afecte, además no faltan los descerebrados que los idolatran al punto de imitarlos en cualquier necedad que digan o hagan, de manera que audiencia no les falta. Sin embargo no deja de consternar, que individuos tan talentosos y creativos puedan llegar a ser tan inmensamente estúpidos cuando se trata de medir la realidad.
Rusia gruñe y la OTAN ronronea
Lea los primeros cinco párrafos de la declaración de la OTAN sobre la invasión rusa de Georgia y no encontrará ni una pista de quién invadió a quién. La declaración es casi cómicamente imparcial. “Deploramos toda víctima mortal,” afirma, como si condenara el accidente de un autobús. Y, “expresa su grave preocupación por la situación en Georgia.” Situación, nada menos.
No es hasta el sexto párrafo que la OTAN, una alianza entre 26 naciones con 900 millones de personas y casi la mitad del producto interior bruto mundial, desenvaina su poderosa espada, afirmando audazmente que "la acción militar rusa" -- mi agresión, ni invasión, ni siquiera incursión, sino "acción" -- es "inconsistente con su papel pacificador .”
Habiendo lanzado una temible redundancia hacia Moscú, ¿qué acción adicional toma la Mayor Alianza de Todos los Tiempos? Cancela la reunión del Consejo de Rusia-OTAN.
Eso es todo. Ni disolución del G8. Ni bloqueo al ingreso de Rusia en la Organización Mundial de Comercio. Ni suspensión de la participación en las Olimpiadas de Invierno 2014 de Sochi (a 15 millas de la frontera georgiana). Ninguna declaración de apoyo al gobierno Saakashvili.
Recuerde: en juego no hay ninguna acción militar, son medidas exclusivamente -- indoloras para Occidente -- que afectarían significativamente a Rusia. En los días soviéticos, Rusia no se preocupaba porque ocupaba el centro de un sistema autárquico auto-contenido que incluía a 15 repúblicas soviéticas, todo Europa Oriental y un grupo de colonias a ultramar. Con todo esto desaparecido, la Rusia post-soviética es infinitamente más dependiente del sistema internacional. Tiene puntos sensibles económicos/políticos. Pero con Georgia ocupada, su infraestructura destruida y su capital en estado de sitio, la OTAN no aprovechó ninguno de ellos.
La televisión rusa está anunciando ya "una grieta en el bando de la OTAN." Más bien un abismo. Escribiendo en el Times of London, el Secretario británico de Exteriores David Miliband se opone incluso a expulsar a Rusia del G8 -- una medida perfectamente calibrada y que llegaría con retraso. Y un diplomático alemán afirma que el tema de Georgia no se debió haber llevado ante la OTAN para empezar, sino que en su lugar debió haberse elevado a la (BEG ITAL)Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa(END ITAL), un órgano consultivo sin ningún poder ejecutivo, y ante Naciones Unidas, donde la inacción está garantizada cortesía del veto ruso.
En su favor, los franceses intentaron hacer algo. Desafortunadamente, el Presidente Nicolás Sarkozy fue conducido por Moscú a una situación en la que todas las opciones son malas. El Artículo V del acuerdo de alto el fuego que arbitró, reconociendo a Rusia el derecho a "implementar medidas de seguridad adicionales" dentro de las fronteras de Georgia, es una licencia de ocupación rusa.
Vaya con la Vieja Europa. La Nueva Europa, con recuerdos más frescos de la opresión rusa, no se mostró igual de negligente. Los presidentes de las repúblicas bálticas (con Ucrania y Polonia) volaron a Tbilisi para expresar su solidaridad con el gobierno Saakashvili. Ucrania amenazó a la flota rusa con la pérdida de su base de Crimea, y hasta ofreció abrir a Occidente dos estaciones de radar ex soviéticas. Y Polonia dejó a un lado sus dudas por los detalles de una batería de defensa balística, accediendo casi de la noche a la mañana a los términos americanos.
Europa Oriental entiende los riesgos de Georgia. Es el blanco final. Los objetivos de Rusia están claros : (1) amputación de Osetia del Sur y Abjasia de Georgia para su incorporación a Rusia; (2) derrocar al gobierno pro-occidental de Georgia; y (3) intimidar a los países de Europa Oriental para que vuelvan a entrar en la esfera de influencia rusa.
El objetivo No. 1 está alcanzando ya. Georgia no va a recuperar nunca sus provincias. Pronto serán absorbidas en Rusia.
El objetivo No. 3 ha salido por la culata, por ahora. Los países de Europa Oriental han cerrado filas en torno a Georgia -- y los Estados Unidos.
Sigue estando en el aire el objetivo No. 2. Los tanques rusos han separado Georgia por la mitad. Su mayor puerto ha sido saqueado. Su capital está aislada. Rusia está dando todas las señales de quedarse conservando los controles y la última palabra.
Si las condiciones continúan, Georgia será asfixiada y Saakashvili caerá, para ser reemplazado por un títere ruso al que Rusia ofrecerá negociar magnánimamente. Rusia habrá demostrado su capacidad para destruir un régimen pro-occidental vecino sin una invasión a gran escala ni ocupación y con cero resistencia por parte de la OTAN. Los líderes de Europa Oriental observarán este resultado con sorpresa, volverán a evaluar su maniobra reflexiva hacia Occidente y, con el tiempo, empezarán a acomodarse a las ambiciones rusas. Cada uno de los objetivos rusos habrá sido alcanzado.
Ese es el motivo de que haya tanto en el aire las próximas semanas, un momento de máxima presión sobre el gobierno Saakashvili. El objetivo de esta guerra es desmoralizar y dominar Europa Oriental. Su resultado final depende por completo de un suceso: si Rusia tiene éxito o no a la hora de derrocar lo que llama despreciativamente "el régimen de Tbilisi.” Está en juego el destino de mucho más que Georgia.
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